Huele a podrido. Las instituciones públicas han sido ocupadas por truhanes y malandrines. El tufo de la corrupción ha desplazado los aromas de libertad, dignidad y seguridad. Desde los que mandan se instaura la subcultura de la apropiación indebida. No sólo de los recursos públicos, algo peor, de los fundamentos para respetar y confiar en el SISTEMA DEMOCRÁTICO.

Un gran amigo, residente en el país de los vascos, universitario comprometido, hijo y padre de varias generaciones a las que puedo calificar como auténticos patriotas españoles, residente y testigo de lo acontecido en esa comunidad azotada por el terrorismo de ETA y sus mariachis, me pide que me pronuncie sobre: PNV, FELIPE VI y GUERNICA. Supongo que inspirado en eso que ahora desde Méjico nos tratan de imponer. ¡Pidamos perdón!. Es algo así como volvamos a estimular el COMPLEJO DE CULPABILIDAD que movilizaron los intelectuales de las generación del 98.

Por lo de pronto debo presentarme con un triángulo. Producto del sector público pues siempre he trabajado para ese mismo sector donde residen los derechos sociales del ciudadano según contempla la CONSTITUCION ESPAÑOLA DE 1978. Nieto de militar africanista que defendió a España en el Protectorado de Marruecos como oficial de Regulares, retirado por la Ley Azaña y asesinado en Madrid en septiembre de 1936 junto a su hermano capitán del Tercio. Titulado por S.M el Rey como miembro de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las víctimas del terrorismo.

No me imagino a Ramón Jáuregui o a Fernando Buesa, y desde luego a Javier Rojo, acompañando a un tal Pedro Sánchez a un caserío de la Euskadi profunda para entrevistarse con Otegui y acordar el intercambio de votos en Las Cortes por libertad a los asesinos de ETA, previa política cultural de blanqueamiento del conflicto que comenzó en 1959, saltó por encima de la amnistía a todos los presos incluidos asesinos confesos, continuo matando o intentándolo, como conmigo, a pesar de haberse instaurado el bloque constitucional -Constitución, Estatuto, Estado asimétrico con privilegios a los vascos- No me imagino a los ocupantes del Peugeot 407 diesel en el que Pedro Sánchez recorrió España y se acompañó durante su viaje por España por tres ilustres del partido: José Luis Ábalos, Koldo García y Santos Cerdán, explicándole a Felipe y Alfonso lo que estaban haciendo en el viejo manual de la resistencia o de aquel perverso aforismo maquiavélico de hacer posible lo imposible, con aquellos compañeros.

Tampoco puedo tener la pesadilla de una reunión entre esta banda de facinerosos con los padres de la Constitución, por su pobre bagaje cultural o por su carencia de escrúpulos. Y desde luego, si mi amigo Goyo Ordoñez viviera les partiría la cara.

Y ahora a los cincuenta años, marcha atrás, hay que pedir perdón delante del árbol de Guernica o en el cementerio de la denominada Villa Foral. Por cierto, va siendo hora de separar los fueros historicistas de los privilegios basados en el mito y el racismo. Todos los españoles, por humilde que sea su origen, pertenecen a una gran Nación con Derechos Históricos y esa extraordinaria obra que fue y debe seguir siendo la HISPANIDAD.   

Remover el pasado en cualquier país y sobre todo en aquellos que fuimos cabeza de imperio es una necedad y ganas de juzgar con la mentalidad del siglo XXI la cultura socio popular de siglos pasados. El ejemplo lo podemos iniciar en Roma y como construye su imperio al que llega a dotar hasta del DERECHO ROMANO pero pasando por la Pax Romana, ese largo período de paz y estabilidad en el Imperio Romano, que duró aproximadamente desde el 27 a.C. hasta el 180 d.C. Este periodo, iniciado por el emperador Augusto, se caracterizó por la prosperidad económica, la expansión territorial y un desarrollo cultural significativo, todo ello mantenido por la fuerte presencia y el control del ejército romano. Convendría que el mandarín mejicano repasara la lección.

La presencia de nuestro Jefe del Estado en Guernica a buen seguro que fue un acto de fe por la paz, pero inspirado en esos fastos que tratan de imponer la falacia de como la democracia o la libertad ante la tiranía se produce con la muerte del general, cuando no fue así, y si con la conducta, por este orden, de tres hombres a los que debemos estar siempre gradecidos: S.M. Don Juan Carlos I; Torcuato Fernández Miranda y Adolfo Suarez. Por cierto, el papel de los dirigentes vascos fue paupérrimo, nada que ver con Tarradellas.

Tampoco puedo sentirme orgulloso del bombardeo de Guernica. Pero es que en las contiendas civiles se producen hechos de inexplicable crueldad. Pero puestos a pedir perdón por obediencia debida, yo exijo el perdón por los acontecimientos entre 1931 y 1936 en que anarquistas y socialistas hicieron toda suerte de barbaridades, entre otras los fusilamientos en Paracuellos del Jarama, que me afectaron familiarmente. O la represión preventiva a la búsqueda de la quinta columna en la zona dónde mandaba el Frente Popular, incluida la matanza en los barcos prisión del puerto de Bilbao, entre los que figuraba Don Pedro Eguillo, cuya herejía era ser español y manifestarlo en dónde los nacionalistas ya enseñaban lo que luego sería su identidad ideológica, que no olvidemos daría lugar a la teoría de la Construcción Nacional por la que unos gritaban y otros mataban.  

Y no me cansaré de reivindicar la eliminación cultural de los vestigios iluminados y racistas de un tal Sabino Arana. Lo mismo que en algún momento aflorarán los negocios a inventario de mantenimiento estructural de las comisiones que empresarios pagaban al monopolio del partido que llegó a creer eran los elegidos de Aitor para guiar al pueblo vasco en su camino hacia la independencia y conformación por Derecho "histérico" del Estado Vasco de Euskal Herría.

Hay que abrir las ventanas. Se hace preciso ventilar tanta ignorancia, manipulación, complejos y gentuza ocupando aquello que Platón nos recordaba. Para ser dirigente se requieren al menos dos virtudes: CULTURA Y DECENCIA. Amén.