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Martes, 02 de Diciembre de 2025 Tiempo de lectura:

Víctor Ábalos: "Pedro Sánchez ordenó a mi padre ir a ver a Delcy a Barajas"

[Img #29310]I. Un lunes de acusaciones en voz baja

 

El reloj del Congreso marcaba poco después de las nueve de la mañana cuando empezaron a circular los primeros titulares. “El hijo de Ábalos acusa a Santos Cerdán de ofrecer un cheque en blanco en nombre del presidente”. La frase, tan cargada de pólvora como de ambigüedad, recorrió los pasillos de la Cámara Baja con la velocidad de un rumor en campaña electoral. No era un diputado quien hablaba, ni un adversario político, ni siquiera uno de los protagonistas directos del caso: era Víctor Ábalos, hijo del exministro José Luis Ábalos, hoy en prisión provisional por su presunta implicación en la trama del Caso Koldo.

 

El comentario prendió fuego a una jornada que ya había amanecido tensa. En los despachos, asesores y portavoces revisaban los extractos de sus intervenciones para la sesión de control. Pero aquela expresión —“cheque en blanco”— alteró cualquier previsión.

 

A media mañana, los periodistas agrupados en la Carrera de San Jerónimo ya no preguntaban por presupuestos ni por pactos territoriales: preguntaban, una vez más, por Cerdán, por Sánchez y por ese presunto intento de comprar silencio al exministro caído.

 

La crónica del día cambiaba su hilo conductor.

 

II. La declaración que lo desencadena todo

 

Según relató Víctor Ábalos en una entrevista, Santos Cerdán, secretario de Organización del PSOE, habría visitado a su padre para ofrecerle un “cheque en blanco” en nombre del presidente del Gobierno. La oferta implicaría —según su relato— ayuda económica, defensa jurídica, puestos de trabajo en el sector privado e incluso espacios en tertulias televisivas. Todo ello a cambio de una sola condición:

 

“Que no hablase.”

 

La acusación cayó como un proyectil en plena semana parlamentaria. En el Senado, donde se desarrolla la Comisión de Investigación del Caso Koldo, los grupos de la oposición se movilizaron de inmediato. El Partido Popular anunció que citará al propio Víctor Ábalos, a Cerdán y al exdiputado Antonio Hernando a comparecer el próximo 17 de diciembre.

 

En los pasillos del Congreso, un diputado veterano resumió el ambiente con una frase seca:

 

“Cuando un hijo entra en escena es que algo se ha roto.

 

III. La respuesta del PSOE: distancia y desmentidos

 

La reacción del PSOE fue rápida y férrea. Desde la dirección del grupo parlamentario se calificaron las palabras del hijo de Ábalos como “falsedades” y se aseguró que ningún dirigente del partido, y mucho menos el presidente del Gobierno, había ofrecido nada semejante.

 

El desmentido buscaba cortar un posible desangramiento político. Pero la distancia que el PSOE marcó públicamente con la familia Ábalos abría, a su vez, otra lectura: la de un partido decidido a no cargar con las consecuencias del naufragio judicial del exministro.

 

Mientras tanto, los portavoces socialistas esquivaban las preguntas sobre el malestar interno. La prioridad era preservar una imagen de normalidad institucional. Pero en los grupos parlamentarios rivales señalaban un detalle:

 

—“Si fuese mentira, estarían más tranquilos”, deslizó un diputado de Vox ante los medios.

 

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IV. La sombra de la imputación del hijo

 

La tormenta mediática coincidió con otra noticia relevante: según avanzó la prensa, la UCO de la Guardia Civil trabaja en un informe patrimonial que podría desembocar en la imputación de Víctor Ábalos por su supuesta participación en la trama investigada. Esa circunstancia, unida a sus declaraciones públicas, generó hipótesis contradictorias en los mentideros políticos.

 

Algunos portavoces vieron en sus palabras el movimiento desesperado de quien pretende “colaborar con la justicia” para obtener un trato favorable. Otros interpretaron la maniobra como un intento de desviar responsabilidades hacia el partido y reforzar la idea de que su padre cayó víctima de luchas internas.

 

En cualquier caso, su comparecencia ante el Senado se anticipa como uno de los momentos más tensos de las próximas semanas.

 

V. Una comisión que se recalienta

 

La Comisión de Investigación del Senado ha ganado un protagonismo inesperado. El PP, que la controla por mayoría absoluta, considera que este episodio abre un nuevo frente político que podría escalar hasta la cúspide del Ejecutivo.

 

Para el PSOE, en cambio, la comisión se ha convertido en una máquina de desgaste, un escenario en el que cualquier declaración corre el riesgo de transformarse en titular explosivo.

 

Fuentes parlamentarias recuerdan que la comisión nació para investigar contratos públicos adjudicados durante la pandemia, pero en los últimos meses ha derivado en un examen más amplio sobre influencias, presiones y redes internas dentro del partido del Gobierno.

 

“Ya no es un caso Koldo. Es un caso PSOE.”
—Comentó, en voz baja, un senador del Grupo Mixto en los pasillos.

 

La frase quedaría anotada en varias libretas.

 

VI. Sánchez en el centro de la narrativa

 

Aunque el presidente del Gobierno, por ahora, no está investigado en la causa judicial, las palabras del hijo de Ábalos lo han situado en el centro del debate político. No tanto por los hechos concretos —no demostrados—, sino por la percepción pública que generan.

 

En la sesión de control, los grupos de la oposición preguntaron directamente por:

 

  • la supuesta existencia de ese “cheque en blanco”,

  • las reuniones entre Cerdán y Ábalos,

  • y posibles presiones internas para silenciar al exministro.

 

Desde la tribuna, el presidente defendió la honorabilidad del Gobierno y acusó al PP de “intentar fabricar un caso político sobre un procedimiento judicial en curso”.

 

Pero la palabra ya estaba instalada en el debate: silencio comprado.

 

En crónica parlamentaria, pocas expresiones tienen tanta carga simbólica.

 

VII. Un partido que mira el calendario con inquietud

 

A medida que avanza diciembre, se acumulan tres fechas decisivas:

 

  1. La comparecencia del 17 de diciembre en el Senado.

  2. La resolución judicial sobre nuevas imputaciones en el caso.

  3. El impacto electoral de un año próximo marcado por fricciones territoriales, desgaste institucional y fragmentación parlamentaria.

 

En el PSOE temen que este episodio reactive un clima de sospecha que parecía superado tras la dimisión de Ábalos del escaño meses atrás.

 

En el PP, en cambio, ven una oportunidad para subrayar una narrativa que llevan meses construyendo: la idea de un Gobierno salpicado por irregularidades y dividido internamente.

 

VIII. El silencio que ya habla demasiado

 

La jornada parlamentaria terminó con la misma tensión con la que había empezado. En los pasillos se comentaba que el Senado prepara una comparecencia “de alto voltaje”. En las redacciones se barajaba la posibilidad de nuevas filtraciones. Y en las filas del PSOE se intentaba cerrar filas sin cerrar heridas.

 

Lo que queda claro es que el relato político ha cambiado: ya no se discute solo sobre contratos, comisiones o adjudicaciones irregulares. Ahora se habla de lealtades rotas, de ofertas que nunca debieron hacerse —o que nunca debieron conocerse— y de un partido obligado a gestionar la sombra de un exministro convertido en problema estructural.

 

Un “cheque en blanco”, real o no, ha encendido la pólvora parlamentaria.


Y su eco, lejos de apagarse, marca el ritmo de un final de año que promete más sobresaltos.

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