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Domingo, 07 de Diciembre de 2025 Tiempo de lectura:
Según la Estrategia de Seguridad Nacional de EE. UU. (2025)

Europa: Anatomía de una quiebra civilizacional

[Img #29333]La Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos (2025) describe un diagnóstico implacable sobre la actualk situación de Europa: un continente que ya no sufre solo debilidad económica o insuficiencia militar, sino algo más profundo y estructural —un proceso de erosión civilizacional, una pérdida de identidad, de confianza en sí mismo y de capacidad para defender su propio legado histórico. Europa aparece, en el documento, como una región que ha renunciado a los pilares que durante siglos la hicieron referente político, moral y cultural de Occidente.

 

Nota: Los suscriptores de La Tribuna del País Vasco pueden solicitar una copia del documento por los canales habituales: [email protected] o en el teléfono 650114502

 

La Administración estadounidense retrata una Europa encerrada en un ciclo descendente, atrapada entre la hipertrofia regulatoria de la Unión Europea, una crisis demográfica sin precedentes, una inmigración masiva que altera sus equilibrios internos, la censura ideológica creciente y una relación contradictoria y patológica con Rusia. Según el texto, si Europa persiste en esta trayectoria, el continente se volverá irreconocible en apenas dos décadas.

 

Este juicio, duro y sin ambages, marca un punto de inflexión: por primera vez, un documento estratégico estadounidense identifica la supervivencia cultural de Europa —y no solo su fortaleza militar— como elemento vital para el futuro del orden occidental.

 

1. Una Europa que se vacía: economía en retroceso y decadencia demográfica

 

El documento señala que Europa ha caído del 25 % del PIB mundial en 1990 al 14 % actual, un declive atribuido no solamente a factores macroeconómicos globales, sino al propio entramado institucional del continente, dominado por regulaciones que “socavan la creatividad y la industriosidad”. Esto no es presentado como un simple problema fiscal o industrial: es un síntoma de agotamiento histórico, de un continente que ha dejado de creer en la libertad económica y en la capacidad de su población para generar prosperidad.

 

Pero la economía es tan solo el preludio. Lo verdaderamente alarmante, según la Estrategia de Seguridad Nacional de EE.UU., es el colapso demográfico: las tasas de natalidad desplomadas, y la sustitución acelerada de las poblaciones históricas por flujos migratorios masivos que generan tensiones culturales y políticas profundas. Esto, unido a un modelo multicultural percibido como negador de la identidad europea, configura lo que Washington llama abiertamente una perspectiva de “borrado civilizacional”.

 

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2. Migración masiva y crisis identitaria: Europa como laboratorio de desestabilización

 

Uno de los ejes donde EE. UU. percibe de modo más crítico el rumbo europeo es en su gestión migratoria. La Estrategia describe que las élites occidentales —y europeas en particular— han adoptado un enfoque que:

 

  • disuelve la soberanía nacional,

 

  • altera de manera irreversible la composición cultural del continente,

 

  • y genera fracturas sociales que ponen en cuestión la estabilidad política.

 

Washington no se limita a observarlo con preocupación teórica. Lo considera un problema estratégico real: una Europa sin cohesión cultural y sin identidad clara es un aliado debilitado, incapaz de sostener su parte en la defensa colectiva y propenso a crisis internas que pueden arrastrar a todo Occidente.

 

EE. UU. contrasta explícitamente estas políticas con su propio enfoque, declarando que la era de la migración masiva debe terminar y que la soberanía comienza por el control de fronteras. El mensaje implícito para Europa es claro: el continente está perdiendo la batalla por su identidad porque renuncia a defender sus fronteras, su cultura y sus valores históricos.

 

3. Censura, regresión democrática y pérdida de libertades

 

El documento eleva aún más el tono cuando aborda la situación de las libertades civiles en Europa. La Estrategia denuncia:

 

  • censura de la libertad de expresión,

 

  • persecución o marginación de oposiciones políticas,

 

  • uso de falsos mecanismos de “protección democrática” como excusa para restringir derechos,

 

  • y una deriva tecnocrática de la UE que debilita la soberanía de los Estados.

  •  

Estos elementos son interpretados como síntomas de una Europa que ha dejado de confiar en la democracia liberal clásica y que, paradójicamente, erosiona los mismos principios que dice exportar o defender. Para Washington, un continente donde las voces disidentes son acalladas no es solo un problema ético: es un problema de seguridad. Una Europa dividida internamente, enfrentada a su propia población y dominada por élites desconectadas de la sociedad, es una Europa débil y porosa ante influencias externas.

 

La supresión del debate en torno a la migración, la identidad europea, la política energética o la relación con Rusia aparece como uno de los factores que alimenta esta atmósfera de fragilidad política y cultural.

 

4. Dependencia energética, decisiones suicidas y el espejismo climático

 

La Estrategia acusa de manera directa a Europa de haberse autoinfligido vulnerabilidades críticas al:

 

  • desmantelar su propio sector energético,

 

  • depender de Rusia hasta niveles imprudentes,

 

  • someterse a la doctrina del Net Zero y a políticas climáticas consideradas “desastrosas” y “suicidas” para la industria europea.

 

El resultado, según EE. UU., es un continente empobrecido, con fábricas que huyen hacia China —como indica el caso de la industria química alemana mencionada en el texto— y con una capacidad productiva cada vez más erosionada. El documento presenta estas decisiones no como errores técnicos, sino como expresión máxima de la pérdida de sentido común civilizacional: Europa renuncia a la energía que la hizo rica para abrazar modelos que no son económicamente sostenibles.

 

Washington interpreta esta dinámica como el símbolo más evidente del continente que ya no actúa como civilización segura de sí misma, sino como una que duda de su propia legitimidad histórica.

 

5. El dilema ruso: miedo, dependencia y crisis de liderazgo

 

Según la Estrategia, Europa mantiene con Rusia una relación “patológica”: pese a tener una clara superioridad económica y tecnológica, teme a Moscú como si se tratara de un adversario invencible. Esto, combinado con la política energética previa a 2022, genera lo que el documento considera una dependencia irracional, resultado de décadas de decisiones políticas guiadas por ideologías más que por intereses.

 

Washington sostiene que la guerra en Ucrania ha profundizado esta fragilidad:


— ha tensionado las economías,
 

— ha exacerbado divisiones internas,
 

— y ha consolidado gobiernos minoritarios que recurren a mecanismos antidemocráticos para imponerse.

 

EE. UU. afirma que Europa no podrá recuperarse mientras siga atrapada en esta espiral y por ello reivindica como “interés vital” la negociación de una paz rápida que permita restablecer una relación de estabilidad estratégica en el continente. Para Washington, la prolongación del conflicto es, precisamente, uno de los aceleradores de la descomposición civilizacional europea.

 

6. El futuro que teme EE. UU.: una Europa irreconocible, dividida y sin identidad

 

La Estrategia no es ambigua: hay países europeos que, dentro de pocas décadas, serán mayoritariamente no europeos debido a la combinación de baja natalidad y migración masiva. Esto no se presenta como un simple hecho demográfico, sino como una transformación civilizacional irreversible que cuestiona:

 

  • la continuidad histórica del continente,

 

  • su cultura política,

 

  • su alianza con EE. UU.,

 

  • y su papel dentro de Occidente.

 

El documento incluso plantea una pregunta tabú en las instituciones europeas: ¿seguirán siendo estos países aliados fiables si dejan de identificarse con los valores y la historia que dieron origen a la alianza atlántica?

 

Es un diagnóstico que trasciende lo militar y económico: es una advertencia civilizacional. La Europa que Estados Unidos necesita para sostener el orden occidental está desapareciendo ante sus ojos.

 

7. La propuesta estadounidense: reconstruir Europa desde sus raíces

Frente a este desolador panorama, la Estrategia aboga por:

 

  • fortalecer a las naciones europeas que aún muestran vitalidad cultural, especialmente Europa Central, Oriental y del Sur;

 

  • recuperar el orgullo nacional y la identidad histórica;

 

  • reactivar la natalidad mediante la defensa de la familia;

 

  • romper la hegemonía regulatoria y burocrática de Bruselas;

 

  • devolver protagonismo a la soberanía y a las democracias nacionales;

 

  • promover un renacimiento intelectual y cultural europeo.

 

El objetivo no es solo estratégico, sino civilizacional: Estados Unidos quiere una Europa que vuelva a ser Europa, porque sabe que sin ella la propia arquitectura de Occidente se vendría abajo.

 

Conclusión: una advertencia histórica

 

La Estrategia de Seguridad Nacional de EE. UU. (2025) es, sin duda, uno de los diagnósticos más crudos que un documento oficial estadounidense ha hecho jamás sobre la situación del continente europeo.

 

No se limita a identificar errores políticos. Habla de un continente:

 

  • que pierde población,

 

  • que pierde identidad,

 

  • que pierde libertad,

 

  • que pierde industria,

 

  • que pierde sentido de su propia historia,

 

  • que pierde, finalmente, la voluntad de seguir siendo una civilización reconocible.

 

Desde la perspectiva estadounidense, Europa está en una encrucijada: o recupera su alma o se deslizará hacia una irrelevancia histórica irreversible. 

 

El mensaje implícito es casi elegíaco:
Occidente no puede sobrevivir sin Europa, pero Europa no sobrevivirá si renuncia a sí misma.

 

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