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Viernes, 12 de Diciembre de 2025 Tiempo de lectura:

La física cuántica irrumpe en la conciencia: un nuevo estudio afirma que el cerebro se acopla al “campo cero” del Universo

[Img #29377]Un nuevo y sorprendente estudio publicado en Frontiers in Human Neuroscience propone que la conciencia humana podría surgir de un fenómeno cuántico a gran escala dentro del cerebro. Según el investigador Joachim Keppler, la clave no estaría únicamente en la actividad de las neuronas ni en el procesamiento de información, sino en la interacción del cerebro con el llamado campo electromagnético de punto cero, una fluctuación energética omnipresente que hasta ahora solo se consideraba relevante en el ámbito de la física fundamental. El trabajo plantea así un cambio de paradigma radical: la conciencia no sería un simple producto emergente de redes neuronales complejas, sino el resultado de un acoplamiento resonante entre las microcolumnas corticales —las unidades funcionales básicas del cerebro— y este campo cuántico universal que impregna todo el espacio.

 

El estudio describe un mecanismo preciso que se desarrolla en varias fases. En primer lugar, las sinapsis alcanzan concentraciones críticas de glutamato, el neurotransmisor más abundante del cerebro, lo que desencadena una interacción resonante con modos específicos del campo de punto cero, especialmente en frecuencias cercanas a los 7,8 terahercios. Como consecuencia, las moléculas de glutamato entran en un estado cuántico singular, caracterizado por una superposición vibracional que marca el inicio de una transición de fase. A continuación, esta resonancia se propaga dentro de la microcolumna y da lugar a la formación de un dominio de coherencia cuántica de aproximadamente 30 micras, el tamaño real de una microcolumna cortical, en el que millones de moléculas vibran de manera sincronizada. Este proceso culmina en un fenómeno inesperado: la generación de un campo de microondas interno en el cerebro, con una frecuencia cercana a los 30 gigahercios.

 

Ese campo endógeno desempeñaría un papel crucial, ya que modula la actividad de los canales iónicos de las neuronas y ajusta su tasa de disparo. Gracias a ello se mantiene el delicado equilibrio entre excitación e inhibición que permite al cerebro operar en un estado crítico, una condición que la neurociencia identifica como esencial para la aparición de la conciencia. Keppler sostiene que los patrones sincronizados de actividad neuronal en las bandas beta y gamma, considerados desde hace años como marcas distintivas de la experiencia consciente, solo emergen cuando el cerebro está acoplado resonantemente al campo de punto cero. Durante estados de inconsciencia, como el sueño profundo o la anestesia general, ese acoplamiento se vería interrumpido, lo que explicaría la desaparición de la experiencia subjetiva. En palabras del propio estudio, el campo de punto cero actuaría como el verdadero organizador oculto de la actividad cerebral consciente.

 

Para poner a prueba esta hipótesis, el trabajo propone un experimento que roza los límites de la ciencia ficción. La idea consiste en bloquear localmente determinados modos del campo de punto cero implantando láminas conductoras —similares a las empleadas en los experimentos del efecto Casimir— alrededor de microcolumnas específicas del cerebro de roedores. Si la teoría es correcta, las regiones aisladas dejarían de mostrar dinámicas críticas y, en consecuencia, perderían la capacidad de generar las experiencias conscientes asociadas a esas áreas. De confirmarse, este experimento supondría uno de los golpes más profundos al modelo puramente neuronal de la conciencia en las últimas décadas.

 

Aunque el autor evita adentrarse en especulaciones metafísicas, el estudio deja abierta una pregunta inquietante: si la conciencia depende de la capacidad de acoplarse a un campo físico universal que impregna todo el cosmos, ¿podrían otras formas de organización —vivas o incluso no biológicas— llegar a hacerlo? La ciencia aún no tiene respuesta, pero el debate, sin duda, acaba de estallar.

 

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