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Viernes, 12 de Diciembre de 2025 Tiempo de lectura:
Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos

La primera misión humana a Marte debe buscar vida, no solo pisar el planeta

[Img #29378]La primera misión tripulada a Marte no debería limitarse a un gesto simbólico ni a una demostración tecnológica. Según un nuevo e influyente informe de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos, la llegada del ser humano al planeta rojo solo tendrá verdadero sentido histórico si se convierte, ante todo, en una búsqueda sistemática de vida. No de banderas, ni de récords, sino de una respuesta científica a una de las preguntas más profundas de la humanidad: si estamos solos en el universo.

 

El documento, elaborado a petición de la NASA, sostiene que la detección de vida —pasada o presente— debe ocupar el primer lugar entre las prioridades científicas de las futuras misiones humanas a Marte. La recomendación supone un cambio de enfoque relevante respecto a etapas anteriores de la exploración espacial, donde el énfasis recaía en demostrar la capacidad de llegar, sobrevivir y regresar. Ahora, el mensaje es claro: llegar no basta; hay que comprender.

 

Nota: Los suscriptores de La Tribuna del País Vasco pueden solicitar una copia del estudio por los canales habituales: [email protected] o en el teléfono 650114502

 

Los expertos subrayan que la presencia humana en Marte ofrecerá una oportunidad científica sin precedentes. A diferencia de los robots, los astronautas pueden tomar decisiones complejas en tiempo real, explorar zonas geológicamente diversas, perforar con mayor profundidad y seleccionar muestras con un criterio mucho más sofisticado. Todo ello resulta crucial para detectar posibles biofirmas, restos químicos o estructuras microscópicas que indiquen que Marte albergó vida en algún momento de su historia.

 

El informe identifica hasta once grandes objetivos científicos para las primeras misiones tripuladas, pero sitúa la búsqueda de vida en la cúspide de todos ellos. Junto a ella aparecen metas como reconstruir la historia climática del planeta, entender el papel que jugaron el agua y el dióxido de carbono, analizar la evolución geológica marciana y evaluar los riesgos ambientales —radiación, polvo, aislamiento extremo— que afrontarán los astronautas. La ciencia, advierten los autores, debe guiar cada decisión estratégica.

 

Especial relevancia adquiere el diseño de las misiones. El comité propone varios escenarios posibles para las primeras campañas humanas, algunas de ellas con estancias prolongadas en la superficie marciana, de hasta 300 días, orientadas no solo a la exploración, sino al análisis profundo del entorno. El objetivo final es claro: maximizar el retorno científico y sentar las bases de un programa sostenido de investigación planetaria, no de visitas esporádicas.

 

Más allá de la ingeniería y la logística, el informe apunta a una dimensión filosófica difícil de ignorar. Encontrar indicios de vida en Marte —aunque sean fósiles microscópicos o rastros químicos— alteraría de forma radical nuestra comprensión del origen de la vida y del lugar que ocupa la Tierra en el cosmos. Incluso la confirmación de que Marte nunca albergó vida tendría un valor científico inmenso, al permitir delimitar las condiciones necesarias para que la biología emerja en un planeta.

 

En un contexto de renovada carrera espacial, con actores públicos y privados compitiendo por llegar a Marte, el mensaje de las Academias Nacionales introduce una llamada a la prudencia y a la ambición intelectual. El primer ser humano que pise el planeta rojo no debería hacerlo solo como explorador o pionero, sino como investigador de una cuestión que ha acompañado a nuestra especie desde sus orígenes. Marte, sugiere el informe, no debe ser solo el próximo destino de la humanidad, sino el próximo gran laboratorio para entender la vida misma.

 

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