Sánchez cree que perdería las elecciones
El balance hecho por Pedro Sánchez de 2025 es triunfalista dadas las circunstancias. Habló de un proyecto político exitoso que vinculó directamente con la estabilidad democrática, los derechos sociales y el modelo de país. Lo que cuestione, pues, su proyecto pone en peligro ese modelo y los éxitos consiguientes.
Claro que con la que está cayendo no podía ignorar ni los casos de corrupción que le rodean ni los temas de abusos sexuales que salpican al partido socialista. En eso, como siempre, su defensa fue pasar al contraataque, hablando de un acción de acoso por parte de una derecha ella sí corrupta, mientras alardeó de contundencia frente a los escándalos sexuales.
Sobre el futuro inmediato fue igual de claro. Pese al fango vertido por la oposición, dijo, todo se mantendrá como estaba. Ni habrá crisis de Gobierno ni elecciones anticipadas ni un paso atrás en sus políticas populistas. Su idea es agotar la legislatura e incluso ir mucho más allá, llegando en el poder hasta 2031. De ahí que no quiera ahora elecciones. Para evitarlas dice que el mayor error que podría cometer España sería elegir un Gobierno de derechas.
De tal afirmación se infiere que si hubiese ahora elecciones éstas las ganaría la oposición, según vaticinan todas las encuestas menos la del CIS de Tezanos, por supuesto. Y como Sánchez no está hecho para perder anticipa todo tipo de desastres si se diese esa eventualidad que, por supuesto, ya hemos visto que va a evitar de todas las maneras posibles.
Así que Sánchez cree que perdería las elecciones si éstas tuvieran lugar hoy día. Para ganarlas al final de la legislatura cuenta con los elementos clave de su política populistas de aquí a entonces: las nacionalizaciones de los que serían futuros votantes de su persona y de los subsidios y pagas que van desde el aumento de las pensiones hasta el bono tren que acaba de prometer en su discurso,
El balance hecho por Pedro Sánchez de 2025 es triunfalista dadas las circunstancias. Habló de un proyecto político exitoso que vinculó directamente con la estabilidad democrática, los derechos sociales y el modelo de país. Lo que cuestione, pues, su proyecto pone en peligro ese modelo y los éxitos consiguientes.
Claro que con la que está cayendo no podía ignorar ni los casos de corrupción que le rodean ni los temas de abusos sexuales que salpican al partido socialista. En eso, como siempre, su defensa fue pasar al contraataque, hablando de un acción de acoso por parte de una derecha ella sí corrupta, mientras alardeó de contundencia frente a los escándalos sexuales.
Sobre el futuro inmediato fue igual de claro. Pese al fango vertido por la oposición, dijo, todo se mantendrá como estaba. Ni habrá crisis de Gobierno ni elecciones anticipadas ni un paso atrás en sus políticas populistas. Su idea es agotar la legislatura e incluso ir mucho más allá, llegando en el poder hasta 2031. De ahí que no quiera ahora elecciones. Para evitarlas dice que el mayor error que podría cometer España sería elegir un Gobierno de derechas.
De tal afirmación se infiere que si hubiese ahora elecciones éstas las ganaría la oposición, según vaticinan todas las encuestas menos la del CIS de Tezanos, por supuesto. Y como Sánchez no está hecho para perder anticipa todo tipo de desastres si se diese esa eventualidad que, por supuesto, ya hemos visto que va a evitar de todas las maneras posibles.
Así que Sánchez cree que perdería las elecciones si éstas tuvieran lugar hoy día. Para ganarlas al final de la legislatura cuenta con los elementos clave de su política populistas de aquí a entonces: las nacionalizaciones de los que serían futuros votantes de su persona y de los subsidios y pagas que van desde el aumento de las pensiones hasta el bono tren que acaba de prometer en su discurso,











