Fracaso estrepitoso del PSOE de Pedro Sánchez
El PP gana las elecciones en Extremadura, pero fracasa al no conseguir una mayoría absoluta que solamente podrá lograr pactando con un Vox que duplica sus apoyos
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La fría noche de diciembre en Mérida se convirtió en el escenario de una derrota histórica para el socialismo extremeño y en una victoria amarga para María Guardiola. Los resultados del 21-D dibujaron un mapa político fragmentado donde nadie celebró sin reservas: el PP ganó las elecciones pero no logró su objetivo de mayoría absoluta; el PSOE encajó su peor resultado en democracia; y Vox duplicó su representación para convertirse en la llave insustituible del poder.
Cuando cerraron las urnas a las 20:00 horas, los primeros sondeos confirmaron lo que las encuestas venían anticipando: María Guardiola ganaba con el 43,17% de los votos (226.496), obteniendo 29 escaños. Cuatro escaños por debajo de la mayoría absoluta que tanto ansiaba. El órdago electoral que había lanzado desde Génova se reveló insuficiente.
El verdadero terremoto de la noche lo protagonizó el PSOE. Los socialistas, que gobernaron Extremadura durante décadas y que en 2023 aún empataban con el PP en 28 escaños, se desplomaron hasta los 18 escaños con apenas el 25,73% de los votos, perdiendo casi la mitad de sus votantes. Un batacazo sin precedentes en una región que había sido su feudo más sólido.
Miguel Ángel Gallardo, imputado por presunta prevaricación, compareció con gesto sombrío ante los medios. "El resultado del PSOE es muy malo y lo destaco sin paliativos", reconoció, aunque se resistió a dimitir. "La pregunta sin lugar a dudas esta noche es para qué han servido las elecciones", añadió, intentando trasladar la responsabilidad a Guardiola por no lograr la mayoría absoluta.
Pero la gran sorpresa de la noche fue Vox. El partido de Óscar Fernández duplicó su fuerza y obtuvo 11 escaños, sumando 6 a los 5 que ya tenía. Los de Abascal se convirtieron así en los árbitros de la gobernabilidad extremeña, precisamente lo que Guardiola quería evitar al convocar estas elecciones anticipadas.
En términos de bloques ideológicos, los datos son reveladores: la derecha (PP más Vox) suma 40 escaños, mientras que la izquierda (PSOE más Unidas por Extremadura) apenas alcanza 25. Una diferencia de 15 escaños que evidencia un giro conservador en una comunidad tradicionalmente progresista.
La única nota positiva para la izquierda llegó de Unidas por Extremadura, que mejoró su resultado hasta los 7 diputados, ganando 3 escaños respecto a 2023. Una victoria modesta que no compensa el desplome socialista.
Ahora se abre un escenario de incertidumbre. Guardiola deberá decidir si pacta con Vox —precisamente lo que intentaba evitar— o si busca fórmulas alternativas para gobernar. Mientras tanto, en Ferraz, la cúpula socialista observa con preocupación cómo Extremadura abre un nuevo ciclo electoral que no augura buenos presagios para el PSOE de Pedro Sánchez.
La fría noche de diciembre en Mérida se convirtió en el escenario de una derrota histórica para el socialismo extremeño y en una victoria amarga para María Guardiola. Los resultados del 21-D dibujaron un mapa político fragmentado donde nadie celebró sin reservas: el PP ganó las elecciones pero no logró su objetivo de mayoría absoluta; el PSOE encajó su peor resultado en democracia; y Vox duplicó su representación para convertirse en la llave insustituible del poder.
Cuando cerraron las urnas a las 20:00 horas, los primeros sondeos confirmaron lo que las encuestas venían anticipando: María Guardiola ganaba con el 43,17% de los votos (226.496), obteniendo 29 escaños. Cuatro escaños por debajo de la mayoría absoluta que tanto ansiaba. El órdago electoral que había lanzado desde Génova se reveló insuficiente.
El verdadero terremoto de la noche lo protagonizó el PSOE. Los socialistas, que gobernaron Extremadura durante décadas y que en 2023 aún empataban con el PP en 28 escaños, se desplomaron hasta los 18 escaños con apenas el 25,73% de los votos, perdiendo casi la mitad de sus votantes. Un batacazo sin precedentes en una región que había sido su feudo más sólido.
Miguel Ángel Gallardo, imputado por presunta prevaricación, compareció con gesto sombrío ante los medios. "El resultado del PSOE es muy malo y lo destaco sin paliativos", reconoció, aunque se resistió a dimitir. "La pregunta sin lugar a dudas esta noche es para qué han servido las elecciones", añadió, intentando trasladar la responsabilidad a Guardiola por no lograr la mayoría absoluta.
Pero la gran sorpresa de la noche fue Vox. El partido de Óscar Fernández duplicó su fuerza y obtuvo 11 escaños, sumando 6 a los 5 que ya tenía. Los de Abascal se convirtieron así en los árbitros de la gobernabilidad extremeña, precisamente lo que Guardiola quería evitar al convocar estas elecciones anticipadas.
En términos de bloques ideológicos, los datos son reveladores: la derecha (PP más Vox) suma 40 escaños, mientras que la izquierda (PSOE más Unidas por Extremadura) apenas alcanza 25. Una diferencia de 15 escaños que evidencia un giro conservador en una comunidad tradicionalmente progresista.
La única nota positiva para la izquierda llegó de Unidas por Extremadura, que mejoró su resultado hasta los 7 diputados, ganando 3 escaños respecto a 2023. Una victoria modesta que no compensa el desplome socialista.
Ahora se abre un escenario de incertidumbre. Guardiola deberá decidir si pacta con Vox —precisamente lo que intentaba evitar— o si busca fórmulas alternativas para gobernar. Mientras tanto, en Ferraz, la cúpula socialista observa con preocupación cómo Extremadura abre un nuevo ciclo electoral que no augura buenos presagios para el PSOE de Pedro Sánchez.
