El antioccidentalismo como doctrina
Rodríguez Zapatero: El "influencer" de China en Europa
![[Img #29445]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/12_2025/6404_screenshot-2025-12-24-at-18-06-18-rodriguez-zapatero-china-buscar-con-google.png)
La historia comenzó discretamente en mayo de 2019, cuando la guerra comercial entre Washington y Pekín alcanzaba su cenit. Mientras Donald Trump acusaba a Huawei de espionaje y pedía a sus aliados occidentales que vetaran al gigante tecnológico chino, José Luis Rodríguez Zapatero concedía dos entrevistas a sendos diarios controlados por el Partido Comunista de China. En las páginas del Guangming Daily y del Diario del Pueblo —órganos oficiales del régimen—, el expresidente español formulaba una declaración que sonaría como música celestial en los oídos de Xi Jinping: "España debería ser el mejor amigo de China en Europa".
No era una frase casual. Era el inicio de una operación de diplomacia paralela que, seis años después, ha convertido al exsecretario general del PSOE en lo que la propia prensa oficial china no duda en calificar abiertamente como "intermediario" entre el gigante asiático y la Unión Europea.
El rastro en papel
El seguimiento de las declaraciones de Zapatero a los principales medios de comunicación chinos revela una estrategia coherente, metódica y sorprendentemente transparente en sus objetivos. Cada intervención pública del expresidente en órganos de propaganda del Partido Comunista ha servido para reforzar la misma narrativa: China representa el futuro, el multilateralismo y la cooperación; Occidente, el proteccionismo y la confrontación.
En noviembre de 2018, apenas un año antes de aquellas entrevistas fundacionales, Zapatero participaba en el Foro China-Europa sobre Reforma y Globalización, organizado por el China Daily —el diario en inglés del Departamento de Publicidad del Partido Comunista—. Allí invitó a Pekín y Bruselas a liderar la construcción de una "comunidad cooperativa y solidaria", mientras denunciaba el proteccionismo económico y el "nacionalismo de confrontación" como manifestaciones de la "antipolítica".
Tres años después, en marzo de 2021, el expresidente dio un paso más audaz. Bajo su firma apareció en la edición global del China Daily un artículo titulado "Global China for a shared future of certainties and hope" (Una China global para un futuro compartido de certezas y esperanza). El texto, en el que se identificaba como "expresidente del Gobierno de España", adoptaba sin fisuras el discurso oficial del régimen comunista sobre el orden mundial y el papel de China en él. Era pura propaganda firmada con membrete del socialismo español.
La arquitectura de esta relación no se sostiene únicamente sobre declaraciones a medios. Durante la recepción diplomática organizada con motivo del 50 aniversario del establecimiento de relaciones entre España y China, José Luis Rodríguez Zapatero declaró a la Agencia Xinhua —el equivalente chino de la Agencia Efe, también propiedad del Partido Comunista— que "a menudo lee obras de escritores chinos, porque la comprensión conduce al amor". La frase, de una candidez estudiada, fue ampliamente difundida por el aparato propagandístico de Pekín.
Pero el momento más revelador llegó en julio de 2024. El Comité Central del Partido Comunista Chino emitió una nota oficial informando de la reunión entre Rodríguez Zapatero y Ma Hui, ministro adjunto del Departamento Internacional del Comité Central. El documento no dejaba lugar a ambigüedades: Zapatero actuaba "en esencia como intermediario con la UE" y el tema de la conversación había sido "el plan de la Unión Europea de imponer aranceles adicionales a las importaciones de vehículos eléctricos chinos".
Era la propia dictadura comunista quien certificaba públicamente el rol del expresidente español como su representante de facto ante Bruselas. No es frecuente que un régimen autoritario identifique tan explícitamente a sus colaboradores occidentales. La franqueza resultaba casi insultante.
El Davos asiático
En marzo de 2025, Zapatero viajó a la isla de Hainan para participar en el Foro de Boao para Asia, el evento que Pekín ha diseñado como alternativa oriental al Foro de Davos. Allí, como principal representante español en una de las sesiones principales, el expresidente preparó el terreno diplomático para la inminente visita oficial de Pedro Sánchez a China. Coincidió en el foro con Zurab Pololikashvili, secretario general de la Organización Mundial del Turismo, a quien introdujo personalmente en las altas esferas del régimen comunista. Era Zapatero ejerciendo de anfitrión en territorio chino.
La escena tenía un simbolismo perverso: el expresidente de una democracia europea facilitando contactos y allanando caminos en el corazón del aparato del Partido Comunista, actuando como si fuera un funcionario más al servicio de los intereses de Pekín.
Las palabras del embajador
Las declaraciones del embajador chino en España, Yao Jing, han confirmado lo que las evidencias documentales sugerían. En declaraciones públicas, el diplomático agradeció explícitamente los "buenos consejos" que Rodríguez Zapatero ofrece "habitualmente" a las autoridades chinas, y reconoció que el gigante asiático ve en España un "facilitador" de las relaciones con la Unión Europea. No hablaba del Gobierno español en abstracto: hablaba de José Luis Rodríguez Zapatero.
Fuentes diplomáticas consultadas por diversos medios españoles confirman que el expresidente mantiene reuniones habituales y discretas en Madrid con empresarios y altos dirigentes del régimen comunista chino, y que su presencia en la embajada de la República Popular es "muy habitual". Una fuente diplomática española citada por El Mundo lo expresó sin ambages: "Sin ocupar un cargo oficial ni tener sede fija en Pekín, está siendo el mejor embajador que nunca tuvo España en este país".
El problema es que ese "embajador" parece representar más los intereses de Pekín en España que los de España en Pekín.
El ecosistema de influencia
La relación entre Zapatero y el aparato chino trasciende la diplomacia pública. El expresidente preside el consejo asesor del Gate Center, un think tank fundado en 2022 junto al empresario chino Du Fangyong, también conocido como Miguel Duch. Según informaciones publicadas por El Confidencial, este empresario está en el radar del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) por sus supuestos vínculos con actividades de espionaje económico y político para el gobierno de Pekín. Fangyong trabajó anteriormente con Huawei y participó en gestiones para facilitar la entrada de la empresa china en el desarrollo del 5G en España.
La agencia de comunicación Whathefav, propiedad de las hijas de Zapatero, ha prestado servicios al Gate Center en tareas de asesoramiento y gestión de redes sociales. La firma también figuró como cliente de Huawei, según documentación consultada por diversos medios. El círculo se cierra: familia, negocio, diplomacia y los intereses del Partido Comunista Chino convergen en un mismo ecosistema.
El cambio de alianzas
Durante su presidencia del Gobierno, entre 2004 y 2011, Zapatero ya mostró una predilección llamativa por establecer lazos con Pekín. En noviembre de 2005, firmó con Hu Jintao una extensa serie de acuerdos que el Ejecutivo socialista calificó de "hito" en las relaciones bilaterales, presentando a España y China como "socios privilegiados". Zapatero se comprometió entonces a "seguir trabajando" para que la Unión Europea levantara el embargo a la venta de armas a China.
Veinte años después, aquella semilla ha germinado en una estructura de influencia discreta, pero efectiva. En mayo de 2024, la cúpula del Partido Comunista Chino se reunió en la sede del PSOE en Ferraz con la vicesecretaria general María Jesús Montero, el secretario de organización Santos Cerdán y el propio Zapatero. La foto oficial excluía al expresidente, aunque la nota de prensa confirmaba su presencia. Asistieron el miembro del Buró Político Yin Li, el embajador Yao Jing y otras siete personas del régimen chino.
El encuentro se produjo en plena tensión entre Bruselas y Pekín por los aranceles a los vehículos eléctricos chinos. España cambiaría posteriormente su voto en el Consejo Europeo: de apoyar los aranceles a la abstención. El gesto fue celebrado públicamente por las autoridades chinas.
El silencio sobre los derechos humanos
A lo largo de todas estas intervenciones en medios oficiales chinos, Zapatero, al igual que ha hecho cn el Gobierno narcoterrorista venezolano, no ha dedicado una sola línea crítica al sistema político de la República Popular. Ni una mención a los campos de reeducación en Xinjiang, donde hasta un millón de uigures han sido internados según organismos internacionales. Ni una palabra sobre la represión en Hong Kong, donde las libertades democráticas han sido sistemáticamente desmanteladas. Ni una alusión a la inexistencia de separación de poderes, libertad de prensa o derechos políticos en el país más poblado del mundo.
En una videoconferencia celebrada en mayo de 2020 con miembros del Grupo de Puebla —la Internacional de la izquierda latinoamericana—, en presencia de representantes diplomáticos chinos, Zapatero formuló su estrategia con claridad: "Quiero recordar que es muy importante que la izquierda latinoamericana haga un diálogo con China para recuperar un orden multilateral... tenemos que hacer que China y ojalá la UE, muchos trabajamos en esa dirección, pongan a Estados Unidos en una situación imposible, imposible". Se despidió con el puño en alto.
No estaba hablando de cooperación. Estaba hablando de confrontación contra Washington utilizando a Pekín como ariete.
Un informe que desaparece
En 2023, el Departamento de Seguridad Nacional, dependiente de Presidencia del Gobierno, incluyó en su informe anual un extenso apartado dedicado a las maniobras de los servicios de inteligencia chinos para infiltrarse en "las altas esferas de poder político" en España. El documento advertía de que China está desarrollando en nuestro país "diversas capacidades que podrían ser empleadas para la ejecución de una estrategia híbrida" orientada tanto a "la obtención de información política, militar o científico-tecnológica" como a "la construcción de redes de influencia en las altas esferas de poder político y económico, con capacidad de ejercer presión sobre temas de especial interés o sensibilidad".
En el informe de 2024, todas esas referencias desaparecieron. Ni una sola mención a los intentos de infiltración china en España. El PP ha preguntado formalmente al Gobierno si Zapatero o alguien de su entorno influyó para que se eliminaran esas advertencias del documento oficial. No ha habido respuesta del Gobierno del tirano Pedro Sánchez.
José Luis Rodríguez Zapatero no ocupa ningún cargo oficial. No representa al Estado español en ninguna capacidad formal. No tiene mandato democrático alguno para negociar en nombre de España o de la Unión Europea. Y, sin embargo, actúa como si lo tuviera.
Sus declaraciones a medios oficiales del Partido Comunista Chino, sus reuniones con altos cargos del régimen, su participación en foros organizados por Pekín y su identificación pública como "intermediario" por parte de las propias autoridades chinas configuran una diplomacia paralela que opera al margen de los cauces institucionales y sin ningún tipo de control democrático.
La pregunta que debería inquietar a cualquier demócrata español no es si Zapatero tiene derecho a mantener esas relaciones. La pregunta es a quién sirve realmente cuando las mantiene. Y la respuesta, desafortunadamente, la proporcionan los propios medios oficiales de la dictadura comunista china: Zapatero sirve a Pekín.
El expresidente ha construido durante años un puente mediático y político con el régimen de Xi Jinping mediante declaraciones sistemáticas en órganos de propaganda del Partido Comunista. Cada artículo firmado, cada entrevista concedida, cada participación en foros oficiales ha contribuido a legitimar ante la opinión pública china —y ante el propio régimen— la idea de que España es un socio privilegiado de Pekín en Europa.
Y mientras tanto, en Madrid, el silencio oficial sobre esta actividad diplomática extraoficial resulta ensordecedor.
(*) Las fuentes consultadas para este reportaje incluyen documentación pública y oficial del Comité Central del Partido Comunista Chino, declaraciones publicadas en China Daily, Guangming Daily, Diario del Pueblo y Agencia Xinhua, así como información de medios españoles incluyendo El Confidencial, The Objective, Vozpópuli, El Español, Libertad Digital y otros.
![[Img #29444]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/12_2025/2831_zapatero-chino.jpg)
![[Img #29445]](https://latribunadelpaisvasco.com/upload/images/12_2025/6404_screenshot-2025-12-24-at-18-06-18-rodriguez-zapatero-china-buscar-con-google.png)
La historia comenzó discretamente en mayo de 2019, cuando la guerra comercial entre Washington y Pekín alcanzaba su cenit. Mientras Donald Trump acusaba a Huawei de espionaje y pedía a sus aliados occidentales que vetaran al gigante tecnológico chino, José Luis Rodríguez Zapatero concedía dos entrevistas a sendos diarios controlados por el Partido Comunista de China. En las páginas del Guangming Daily y del Diario del Pueblo —órganos oficiales del régimen—, el expresidente español formulaba una declaración que sonaría como música celestial en los oídos de Xi Jinping: "España debería ser el mejor amigo de China en Europa".
No era una frase casual. Era el inicio de una operación de diplomacia paralela que, seis años después, ha convertido al exsecretario general del PSOE en lo que la propia prensa oficial china no duda en calificar abiertamente como "intermediario" entre el gigante asiático y la Unión Europea.
El rastro en papel
El seguimiento de las declaraciones de Zapatero a los principales medios de comunicación chinos revela una estrategia coherente, metódica y sorprendentemente transparente en sus objetivos. Cada intervención pública del expresidente en órganos de propaganda del Partido Comunista ha servido para reforzar la misma narrativa: China representa el futuro, el multilateralismo y la cooperación; Occidente, el proteccionismo y la confrontación.
En noviembre de 2018, apenas un año antes de aquellas entrevistas fundacionales, Zapatero participaba en el Foro China-Europa sobre Reforma y Globalización, organizado por el China Daily —el diario en inglés del Departamento de Publicidad del Partido Comunista—. Allí invitó a Pekín y Bruselas a liderar la construcción de una "comunidad cooperativa y solidaria", mientras denunciaba el proteccionismo económico y el "nacionalismo de confrontación" como manifestaciones de la "antipolítica".
Tres años después, en marzo de 2021, el expresidente dio un paso más audaz. Bajo su firma apareció en la edición global del China Daily un artículo titulado "Global China for a shared future of certainties and hope" (Una China global para un futuro compartido de certezas y esperanza). El texto, en el que se identificaba como "expresidente del Gobierno de España", adoptaba sin fisuras el discurso oficial del régimen comunista sobre el orden mundial y el papel de China en él. Era pura propaganda firmada con membrete del socialismo español.
La arquitectura de esta relación no se sostiene únicamente sobre declaraciones a medios. Durante la recepción diplomática organizada con motivo del 50 aniversario del establecimiento de relaciones entre España y China, José Luis Rodríguez Zapatero declaró a la Agencia Xinhua —el equivalente chino de la Agencia Efe, también propiedad del Partido Comunista— que "a menudo lee obras de escritores chinos, porque la comprensión conduce al amor". La frase, de una candidez estudiada, fue ampliamente difundida por el aparato propagandístico de Pekín.
Pero el momento más revelador llegó en julio de 2024. El Comité Central del Partido Comunista Chino emitió una nota oficial informando de la reunión entre Rodríguez Zapatero y Ma Hui, ministro adjunto del Departamento Internacional del Comité Central. El documento no dejaba lugar a ambigüedades: Zapatero actuaba "en esencia como intermediario con la UE" y el tema de la conversación había sido "el plan de la Unión Europea de imponer aranceles adicionales a las importaciones de vehículos eléctricos chinos".
Era la propia dictadura comunista quien certificaba públicamente el rol del expresidente español como su representante de facto ante Bruselas. No es frecuente que un régimen autoritario identifique tan explícitamente a sus colaboradores occidentales. La franqueza resultaba casi insultante.
El Davos asiático
En marzo de 2025, Zapatero viajó a la isla de Hainan para participar en el Foro de Boao para Asia, el evento que Pekín ha diseñado como alternativa oriental al Foro de Davos. Allí, como principal representante español en una de las sesiones principales, el expresidente preparó el terreno diplomático para la inminente visita oficial de Pedro Sánchez a China. Coincidió en el foro con Zurab Pololikashvili, secretario general de la Organización Mundial del Turismo, a quien introdujo personalmente en las altas esferas del régimen comunista. Era Zapatero ejerciendo de anfitrión en territorio chino.
La escena tenía un simbolismo perverso: el expresidente de una democracia europea facilitando contactos y allanando caminos en el corazón del aparato del Partido Comunista, actuando como si fuera un funcionario más al servicio de los intereses de Pekín.
Las palabras del embajador
Las declaraciones del embajador chino en España, Yao Jing, han confirmado lo que las evidencias documentales sugerían. En declaraciones públicas, el diplomático agradeció explícitamente los "buenos consejos" que Rodríguez Zapatero ofrece "habitualmente" a las autoridades chinas, y reconoció que el gigante asiático ve en España un "facilitador" de las relaciones con la Unión Europea. No hablaba del Gobierno español en abstracto: hablaba de José Luis Rodríguez Zapatero.
Fuentes diplomáticas consultadas por diversos medios españoles confirman que el expresidente mantiene reuniones habituales y discretas en Madrid con empresarios y altos dirigentes del régimen comunista chino, y que su presencia en la embajada de la República Popular es "muy habitual". Una fuente diplomática española citada por El Mundo lo expresó sin ambages: "Sin ocupar un cargo oficial ni tener sede fija en Pekín, está siendo el mejor embajador que nunca tuvo España en este país".
El problema es que ese "embajador" parece representar más los intereses de Pekín en España que los de España en Pekín.
El ecosistema de influencia
La relación entre Zapatero y el aparato chino trasciende la diplomacia pública. El expresidente preside el consejo asesor del Gate Center, un think tank fundado en 2022 junto al empresario chino Du Fangyong, también conocido como Miguel Duch. Según informaciones publicadas por El Confidencial, este empresario está en el radar del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) por sus supuestos vínculos con actividades de espionaje económico y político para el gobierno de Pekín. Fangyong trabajó anteriormente con Huawei y participó en gestiones para facilitar la entrada de la empresa china en el desarrollo del 5G en España.
La agencia de comunicación Whathefav, propiedad de las hijas de Zapatero, ha prestado servicios al Gate Center en tareas de asesoramiento y gestión de redes sociales. La firma también figuró como cliente de Huawei, según documentación consultada por diversos medios. El círculo se cierra: familia, negocio, diplomacia y los intereses del Partido Comunista Chino convergen en un mismo ecosistema.
El cambio de alianzas
Durante su presidencia del Gobierno, entre 2004 y 2011, Zapatero ya mostró una predilección llamativa por establecer lazos con Pekín. En noviembre de 2005, firmó con Hu Jintao una extensa serie de acuerdos que el Ejecutivo socialista calificó de "hito" en las relaciones bilaterales, presentando a España y China como "socios privilegiados". Zapatero se comprometió entonces a "seguir trabajando" para que la Unión Europea levantara el embargo a la venta de armas a China.
Veinte años después, aquella semilla ha germinado en una estructura de influencia discreta, pero efectiva. En mayo de 2024, la cúpula del Partido Comunista Chino se reunió en la sede del PSOE en Ferraz con la vicesecretaria general María Jesús Montero, el secretario de organización Santos Cerdán y el propio Zapatero. La foto oficial excluía al expresidente, aunque la nota de prensa confirmaba su presencia. Asistieron el miembro del Buró Político Yin Li, el embajador Yao Jing y otras siete personas del régimen chino.
El encuentro se produjo en plena tensión entre Bruselas y Pekín por los aranceles a los vehículos eléctricos chinos. España cambiaría posteriormente su voto en el Consejo Europeo: de apoyar los aranceles a la abstención. El gesto fue celebrado públicamente por las autoridades chinas.
El silencio sobre los derechos humanos
A lo largo de todas estas intervenciones en medios oficiales chinos, Zapatero, al igual que ha hecho cn el Gobierno narcoterrorista venezolano, no ha dedicado una sola línea crítica al sistema político de la República Popular. Ni una mención a los campos de reeducación en Xinjiang, donde hasta un millón de uigures han sido internados según organismos internacionales. Ni una palabra sobre la represión en Hong Kong, donde las libertades democráticas han sido sistemáticamente desmanteladas. Ni una alusión a la inexistencia de separación de poderes, libertad de prensa o derechos políticos en el país más poblado del mundo.
En una videoconferencia celebrada en mayo de 2020 con miembros del Grupo de Puebla —la Internacional de la izquierda latinoamericana—, en presencia de representantes diplomáticos chinos, Zapatero formuló su estrategia con claridad: "Quiero recordar que es muy importante que la izquierda latinoamericana haga un diálogo con China para recuperar un orden multilateral... tenemos que hacer que China y ojalá la UE, muchos trabajamos en esa dirección, pongan a Estados Unidos en una situación imposible, imposible". Se despidió con el puño en alto.
No estaba hablando de cooperación. Estaba hablando de confrontación contra Washington utilizando a Pekín como ariete.
Un informe que desaparece
En 2023, el Departamento de Seguridad Nacional, dependiente de Presidencia del Gobierno, incluyó en su informe anual un extenso apartado dedicado a las maniobras de los servicios de inteligencia chinos para infiltrarse en "las altas esferas de poder político" en España. El documento advertía de que China está desarrollando en nuestro país "diversas capacidades que podrían ser empleadas para la ejecución de una estrategia híbrida" orientada tanto a "la obtención de información política, militar o científico-tecnológica" como a "la construcción de redes de influencia en las altas esferas de poder político y económico, con capacidad de ejercer presión sobre temas de especial interés o sensibilidad".
En el informe de 2024, todas esas referencias desaparecieron. Ni una sola mención a los intentos de infiltración china en España. El PP ha preguntado formalmente al Gobierno si Zapatero o alguien de su entorno influyó para que se eliminaran esas advertencias del documento oficial. No ha habido respuesta del Gobierno del tirano Pedro Sánchez.
José Luis Rodríguez Zapatero no ocupa ningún cargo oficial. No representa al Estado español en ninguna capacidad formal. No tiene mandato democrático alguno para negociar en nombre de España o de la Unión Europea. Y, sin embargo, actúa como si lo tuviera.
Sus declaraciones a medios oficiales del Partido Comunista Chino, sus reuniones con altos cargos del régimen, su participación en foros organizados por Pekín y su identificación pública como "intermediario" por parte de las propias autoridades chinas configuran una diplomacia paralela que opera al margen de los cauces institucionales y sin ningún tipo de control democrático.
La pregunta que debería inquietar a cualquier demócrata español no es si Zapatero tiene derecho a mantener esas relaciones. La pregunta es a quién sirve realmente cuando las mantiene. Y la respuesta, desafortunadamente, la proporcionan los propios medios oficiales de la dictadura comunista china: Zapatero sirve a Pekín.
El expresidente ha construido durante años un puente mediático y político con el régimen de Xi Jinping mediante declaraciones sistemáticas en órganos de propaganda del Partido Comunista. Cada artículo firmado, cada entrevista concedida, cada participación en foros oficiales ha contribuido a legitimar ante la opinión pública china —y ante el propio régimen— la idea de que España es un socio privilegiado de Pekín en Europa.
Y mientras tanto, en Madrid, el silencio oficial sobre esta actividad diplomática extraoficial resulta ensordecedor.
(*) Las fuentes consultadas para este reportaje incluyen documentación pública y oficial del Comité Central del Partido Comunista Chino, declaraciones publicadas en China Daily, Guangming Daily, Diario del Pueblo y Agencia Xinhua, así como información de medios españoles incluyendo El Confidencial, The Objective, Vozpópuli, El Español, Libertad Digital y otros.
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