El próximo 16 de junio de 2026 llegará a los cines El día de la Revelación (Disclosure Day), la nueva y muy esperada película de Steven Spielberg, un regreso explícito del director al territorio que más profundamente ha marcado su filmografía y, de paso, el imaginario colectivo contemporáneo: el misterio de los ovnis, el contacto extraterrestre y el momento —si llega— en que la humanidad descubra que no está sola.

Spielberg no es un recién llegado a este universo. Desde Encuentros en la Tercera Fase hasta E.T. o La guerra de los mundos, su cine ha explorado el fenómeno extraterrestre desde ángulos muy distintos: lo espiritual, lo íntimo, lo amenazante, lo infantil, lo apocalíptico. El día de la Revelación se sitúa ahora en un punto nuevo y particularmente sensible: la idea de la “divulgación”, el instante histórico en el que una verdad largamente ocultada —o temida— se hace pública y altera para siempre la percepción de la realidad.

La película llega, además, en un momento cultural muy concreto. En los últimos años, el interés global por los UAP u ovnis (fenómenos aéreos no identificados), las audiencias oficiales en parlamentos y congresos, los informes desclasificados y el debate sobre si los gobiernos saben más de lo que dicen han devuelto el asunto ovni al centro del debate público. Ya no se trata solo de ciencia ficción: es un fenómeno social, político y mediático. Spielberg, siempre atento al pulso de su tiempo, parece haber entendido que el gran miedo contemporáneo no es la invasión, sino la verdad.

En este contexto se desarrolla El día de la Revelación, un thriller de ciencia ficción con fuerte carga emocional, escrito por David Koepp —guionista habitual del director— y con música de John Williams, en lo que supone una de las últimas colaboraciones entre ambos. El reparto lo encabezan Emily Blunt, Josh O’Connor, Colin Firth, Colman Domingo, Eve Hewson y Wyatt Russell, configurando un mosaico de personajes que representan distintos ámbitos del poder, la información y la ciudadanía.

Sinopsis

La historia arranca con una jornada aparentemente ordinaria que pronto empieza a mostrar grietas. Señales extrañas, fallos en sistemas de comunicación, comportamientos extraños de los animales, interrupciones en satélites y fenómenos atmosféricos imposibles comienzan a registrarse simultáneamente en distintos puntos del planeta. No hay ataques, no hay explosiones espectaculares: solo una acumulación inquietante de anomalías que los gobiernos intentan explicar —o silenciar— con torpeza.

Emily Blunt interpreta a una periodista de prestigio internacional que, en plena retransmisión en directo, presencia un suceso imposible de ignorar: un evento aéreo masivo, visible, registrado por millones de personas al mismo tiempo. No es un avistamiento aislado. Es algo que no puede ocultarse. A partir de ese instante, la película se convierte en una carrera contrarreloj entre quienes intentan controlar el relato y quienes creen que ha llegado el momento de decir la verdad.

En paralelo, científicos, militares y responsables políticos debaten a puerta cerrada sobre un dossier secreto que lleva décadas acumulando pruebas: contactos indirectos, tecnología no humana recuperada, señales inteligentes que nunca se hicieron públicas. Josh O’Connor da vida a un analista que empieza a cuestionar el silencio institucional, mientras Colin Firth encarna a una figura clave del poder que teme que la revelación provoque un colapso social, religioso y económico.

A medida que el “día de la revelación” se acerca —un momento concreto, anunciado, inevitable—, la humanidad se enfrenta no solo a la posibilidad de vida extraterrestre, sino a preguntas mucho más profundas: ¿qué ocurre con nuestras creencias si ya no somos únicos?, ¿qué pasa con las religiones, las ideologías, la política y la identidad humana?, ¿estamos preparados psicológicamente para asumirlo?

Spielberg evita, según lo que sabemos hasta ahora, el espectáculo fácil y opta por una tensión creciente, casi claustrofóbica. No hay una invasión al uso. Hay miedo, desconcierto y una sensación de fragilidad colectiva. El verdadero conflicto no es con “ellos”, sino entre nosotros: entre quienes quieren "proteger" a la población y quienes creen que la verdad, por devastadora que sea, es un derecho irrenunciable.

Una película en sintonía con su tiempo

El día de la Revelación no parece concebida solo como un gran estreno de verano, sino como una obra que dialoga directamente con la conversación global sobre ovnis, desclasificación y límites del secreto de Estado. El propio título remite a un concepto muy presente en la cultura ufológica contemporánea: la “Disclosure”, ese hipotético instante en el que todo se sabrá.

En manos de Spielberg, el tema adquiere una dimensión casi moral. No se trata de platillos volantes, sino de cómo reaccionaría una civilización entera ante la ruptura definitiva de su relato fundacional. En ese sentido, la película promete ser menos una historia sobre extraterrestres y más un espejo incómodo sobre la humanidad.

Si algo ha demostrado Spielberg a lo largo de su carrera es su capacidad para convertir el asombro y el miedo en cine profundamente humano. El día de la Revelación se perfila así como una de las películas más relevantes de 2026: no solo por lo que muestra en pantalla, sino por las preguntas que dejará flotando cuando se enciendan las luces de la sala.