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Lunes, 29 de Diciembre de 2025 Tiempo de lectura:
Informe explosivo

Europol vincula inmigración irregular, narcotráfico y delincuencia urbana en un mismo ecosistema delictivo que tiene su centro en España

El último análisis de Europol confirma una realidad cada vez más difícil de ignorar: el eje Marruecos–España–Francia se ha consolidado como uno de los corredores criminales más sensibles de Europa, donde confluyen inmigración irregular, narcotráfico, crimen organizado urbano y, en los márgenes más radicalizados, yihadismo.

 

Lejos de tratarse de fenómenos aislados, el European Migrant Smuggling Centre (EMSC) describe un ecosistema criminal integrado, flexible y altamente profesionalizado, que explota las mismas rutas, infraestructuras y vulnerabilidades humanas para maximizar beneficios ilícitos.

 

Nota: Los suscriptores de La Tribuna del País Vasco pueden solicitar una copia del análisis de Europol por los canales habituales: [email protected] o en el teléfono 650114502

 

[Img #29470]España, nodo logístico y punto de fricción

 

En este marco, España aparece en el informe como país clave de entrada, tránsito y redistribución. Las rutas del Mediterráneo occidental y del Atlántico conectan el norte de África con la Península, desde donde las redes criminales derivan personas, mercancías y capital hacia Francia y otros países del centro y norte de Europa.

 

Estas mismas rutas —advierte Europol— no solo sirven para el tráfico de personas, sino que se solapan con las cadenas del narcotráfico, especialmente del hachís marroquí y, cada vez más, de la cocaína procedente de América Latina que entra por puertos españoles y se redistribuye hacia Francia y Bélgica.

 

El resultado es una superposición de economías criminales que refuerza a organizaciones capaces de operar simultáneamente en varios mercados ilegales.

 

De la inmigración irregular al crimen urbano

 

El informe es explícito en un punto especialmente sensible: las redes de tráfico de migrantes y trata de seres humanos alimentan indirectamente el crimen organizado urbano. Muchas víctimas, tras llegar a Europa endeudadas y sin recursos, son forzadas a integrarse en economías delictivas locales: tráfico de drogas a pequeña escala, robos, explotación laboral o redes de prostitución.

 

En ciudades españolas y francesas, esta dinámica contribuye a la aparición de bolsas de criminalidad estructural, donde confluyen exclusión social, control territorial de bandas y una creciente normalización de la violencia.

 

Radicalización y zonas grises

 

Europol no establece una equivalencia directa entre inmigración irregular y terrorismo, pero sí lanza una advertencia estratégica: los espacios controlados por redes criminales, caracterizados por informalidad, clandestinidad y desarraigo, son terreno fértil para la radicalización yihadista.

 

El uso de documentos falsos, rutas clandestinas, financiación opaca y estructuras de apoyo logístico —comunes al tráfico de personas— ha sido históricamente aprovechado por células yihadistas para moverse, ocultarse o financiarse. En el eje Marruecos–España–Francia, esta convergencia preocupa especialmente a los servicios de inteligencia.

 

Violencia como método y mensaje

 

Uno de los elementos más inquietantes del informe es la constatación de que la violencia se ha integrado como herramienta de negocio. Secuestros, torturas, agresiones sexuales y extorsión a familias en países de origen son prácticas habituales para garantizar pagos o controlar a las víctimas.

 

Esta brutalización del delito tiene un efecto corrosivo sobre el entorno: normaliza la violencia, intimida a comunidades enteras y dificulta la acción policial, especialmente en barrios donde el miedo sustituye a la cooperación ciudadana.

 

Un desafío que exige algo más que policías

 

Durante 2024, Europol apoyó centenares de operaciones en el eje sur europeo, incluidas acciones en España contra redes de tráfico de personas y organizaciones vinculadas al crimen organizado internacional. Sin embargo, el propio organismo reconoce que la presión policial, aunque necesaria, es insuficiente.

 

El mensaje es inequívoco: si no se aborda el problema como un fenómeno estructural, que conecta inmigración irregular, narcotráfico, delincuencia urbana y radicalización, el corredor Marruecos–España–Francia seguirá fortaleciéndose como arteria criminal del continente.

 

Una cuestión de Estado

 

El informe de Europol interpela directamente a los gobiernos. No se trata solo de fronteras, ni solo de inmigración, ni solo de seguridad ciudadana. Se trata de defender la integridad del Estado de derecho frente a organizaciones que han aprendido a explotar sus fisuras.

 

Ignorar esta convergencia —concluye el análisis— equivale a ceder espacio, territorio y legitimidad a un crimen organizado que ya no opera en la periferia, sino en el corazón mismo de Europa.

 

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