El ayuntamiento que tiene dinero para el euskera pero no para sillas de ruedas
En los últimos tiempos, se ha instalado un dogma que establece una correlación entre el nivel de instrucción del político y su validez para gestionar la ‘res publica’. Así, una nulidad intelectual como Pablo Iglesias es encumbrado a los altares laicos por el mero hecho de tener “una carrera” y ser profesor en una facultad pública más que venida a menos como es la de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid.
Al igual que en el caso del líder de Podemos, el rebaño de seguidores del alcalde de San Sebastián, Juan Carlos Izaguirre, repite hasta la saciedad la “preparación” del primer edil, ya que estudió medicina, licenciatura que, como es de dominio público, se encuentra intrínsecamente relacionada con la gestión de un consistorio.
Lo que, sin embargo, callan los corifeos del separatista igueldotarra devenido en alcalde de la ciudad es la calamitosa situación de los servicios sociales municipales. Y resulta especialmente llamativo o cínico que un médico como Izaguirre se haya desentendido de la calidad de vida de los donostiarras.
Según hemos podido saber, los servicios sociales de San Sebastián reconocen una absoluta carestía en medios para atender a las personas más necesitadas del municipio. Las trabajadoras de uno de los centros de esta concejalía ubicado en la zona este de la ciudad denuncian que no hay fondos para ceder a los enfermos sillas de ruedas con las que poder desplazarse, camas o colchones reclinables para aquellas personas postradas en camas y, en general, cualquier tipo de material socio-sanitario que ayude a mejorar la calidad de vida de los colectivos más dependientes.
Pero todo esto trae sin cuidado al preparadísimo y benefactor doctor Izaguirre y sus voceros. Lo importante es la gestión de las basuras o euskaldunizar San Sebastián a base de subvenciones sin sentido.
Dicho de otro modo, el consistorio destina millones de euros para, entre otras banalidades, elevar la tasa de reciclaje o imponer un idioma minoritario e inútil en un mundo globalizado, pero carece de medios para comprar unas cuantas sillas de ruedas para las personas en situación de extrema dependencia.
Menos mal que el sujeto que ocupa la alcaldía de la ciudad ha estudiado medicina y se le presupone una sensibilidad o interés hacia las personas enfermas. De nuevo, el estúpido dogma del que hablábamos al principio de este artículo se demuestra como otra ‘boutade’ de nuestros tiempos.
En los últimos tiempos, se ha instalado un dogma que establece una correlación entre el nivel de instrucción del político y su validez para gestionar la ‘res publica’. Así, una nulidad intelectual como Pablo Iglesias es encumbrado a los altares laicos por el mero hecho de tener “una carrera” y ser profesor en una facultad pública más que venida a menos como es la de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid.
Al igual que en el caso del líder de Podemos, el rebaño de seguidores del alcalde de San Sebastián, Juan Carlos Izaguirre, repite hasta la saciedad la “preparación” del primer edil, ya que estudió medicina, licenciatura que, como es de dominio público, se encuentra intrínsecamente relacionada con la gestión de un consistorio.
Lo que, sin embargo, callan los corifeos del separatista igueldotarra devenido en alcalde de la ciudad es la calamitosa situación de los servicios sociales municipales. Y resulta especialmente llamativo o cínico que un médico como Izaguirre se haya desentendido de la calidad de vida de los donostiarras.
Según hemos podido saber, los servicios sociales de San Sebastián reconocen una absoluta carestía en medios para atender a las personas más necesitadas del municipio. Las trabajadoras de uno de los centros de esta concejalía ubicado en la zona este de la ciudad denuncian que no hay fondos para ceder a los enfermos sillas de ruedas con las que poder desplazarse, camas o colchones reclinables para aquellas personas postradas en camas y, en general, cualquier tipo de material socio-sanitario que ayude a mejorar la calidad de vida de los colectivos más dependientes.
Pero todo esto trae sin cuidado al preparadísimo y benefactor doctor Izaguirre y sus voceros. Lo importante es la gestión de las basuras o euskaldunizar San Sebastián a base de subvenciones sin sentido.
Dicho de otro modo, el consistorio destina millones de euros para, entre otras banalidades, elevar la tasa de reciclaje o imponer un idioma minoritario e inútil en un mundo globalizado, pero carece de medios para comprar unas cuantas sillas de ruedas para las personas en situación de extrema dependencia.
Menos mal que el sujeto que ocupa la alcaldía de la ciudad ha estudiado medicina y se le presupone una sensibilidad o interés hacia las personas enfermas. De nuevo, el estúpido dogma del que hablábamos al principio de este artículo se demuestra como otra ‘boutade’ de nuestros tiempos.