Yo soy la troika capitalista formada por la Comisión y el Banco Central Europeos, y el Fondo Monetario Internacional, y mi misión es concederle préstamos a un interés muy inferior al comercial a los países necesitados de la UE. Que son sobre todo los del sur de Europa, y especialmente Grecia. También los asesoro para que salgan de la pobreza sin seguir con sus escandalosos dispendios.

También soy el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, que me protege, pero de un garantismo que acepto irritado y resignado cuando hace liberar a asesinos apelando a un injusto buenismo. 

Soy los Fondos FEDER que construyeron en España unas vías públicas que comunican eficazmente todo el país por primera vez fuera de las Calzadas romanas. 

Y los Fondos de Ayuda al Desarrollo, que sacan de la miseria a millones de españoles en el campo, el mar y las ciudades. 

Soy la Unión Europea, una democracia de democracias, nacida para evitar las guerras que inevitablemente aparecen con el nacionalismo de los pueblos, grandes y pequeños, y con los ultras de derecha e izquierda. 

Temo a los populistas que quieren destruir la Constitución española y que comenzaron ocultando que nacieron y se desarrollaron cobrando ilegalmente de sistemas como el cubano-venezolano y, el iraní, el de los fanáticos ayatolás. 

En la manifestación del sábado de Podemos en Madrid eché de menos las grúas de las que cuelgan disidentes, homosexuales y otros apóstatas esos ayatolás de HispanTV, que patrocinan al pequeño Pablo Iglesias. 

Yo soy la troika, y mi misión no es perseguir a los corruptos de los países donde actúo ni a los que les presto ingentes cantidades de dinero. 

Pero no soy culpable de que haya quien, además de no pagar impuestos, se endeuda para comprar de bienes y lujos careciendo de los ingresos necesarios, y si hay muchos Bárcenas, Pujol, EREs, tampoco es mi culpa, aunque ahora la justicia los castigará. 

Yo soy la troika con todos mis defectos, pero fuera de mí están Irán, Venezuela y próximamente Grecia: opresión, violencia y miseria.