Cuando el rojo se mezcló con el verde
La teoría del color, en pintura, nos dice que si se mezcla el rojo con el verde en la misma proporción sale gris, pues rojo y verde son colores contrapuestos.
Lo he escrito en artículos anteriores. Hace tiempo que el Partido Socialista anda a la deriva, sin norte, sin principios, sin referentes ideológicos, dando bandazos. Lo dice clamorosamente Nicolás Redondo Terreros, un líder de opinión que nunca debió dejar de ser líder político.
Abandoné el Partido Socialista cuando equivocó sus políticas con apetencias ideológicas que nunca formaron parte de su genética política. No hay más que ver la archivística sobre el Partido Socialista antes de la actual era política para ver claramente que nacionalismo etnicista y socialismo eran como el agua y el aceite; irreconciliables. Pero llegó Felipe González y cambió los cromosomas de un socialismo emancipador de la clase trabajadora, borrando las señas de identidad propias de la izquierda y más tarde agudizando esa deriva por personajes sin perfil como Zapatero al que el filósofo Gustavo Bueno atribuyó el “pensamiento Alicia” o el de las mil maravillas. Desde entonces el socialismo ha caminado de la mano de las tribus más pintorescas cuyo objetivo único es la desmembración de España y la descomposición de la igualdad con lo que implica acabar con la idea de España, aquella por la que clamaban los socialistas bajo la impronta de la superación del Viejo Régimen estamental para abrir nuevos horizontes.
Pues estamos en el gris. Por eso los socialistas españoles caminan hacia la irrelevancia absoluta, desahuciándose por la ausencia de valores y de ideales nobles.
Este preámbulo lo hago a cuenta de una traición, una más, de los socialistas. Esta vez en Navarra, donde han sumado su voto a un bloque nacionalista que aspira –y lo logrará a este paso- a diluir las señas de identidad de los navarros para sumirlas en ese magma eruptivo que es la Euskal Herria diseñada hace unas décadas por un pronazi llamado Federico Krutwig en su obra “Baskonia” donde abundaba en el proyecto hitleriano de la Europa de los pueblos que era lo mismo que la Europa de las razas en el sentido más xenófobo de la cuestión.
El bloque nacional-socialista, en este caso, ha derrotado en el Parlamento navarro a UPN-PP logrando una modificación de la ley del Vascuence. Esta ley no se diferenciaba gran cosa de la Ley de Normalización del Uso del Euskera en sus propósitos, pues delimitaba el territorio por zonas al efecto de la planificación lingüística en la enseñanza según la mayor o menor implantación del uso del euskera. Es decir, respetando la realidad sociolingüística tradicional de Navarra y ajustando las políticas lingüísticas a ese contexto para impedir atropellos a los derechos de la infancia y no forzar así, por apetencias políticas, situaciones de inmersión lingüística antipedagógicas.
Pues bien, gracias nuevamente a los socialistas desnortados –pues de los nacionalistas no hemos de esperar otra cosa que vulneraciones a los derechos individuales- en Navarra se posibilitará lo ya sucedido desde hace más de treinta años en Álava y otras zonas de la Euskadi sabiniana; es decir, la colonización cultural para modificar la idiosincrasia social y encaminar a Navarra hacia la vasquización –con K y B- de esa Comunidad foral.
Recuerdo como ha sido el proceso de Álava:
1.- Introducción forzada del euskera en un “nacionalismo obligatorio”.
2.- Transformación de las plantillas del profesorado para “abertzalizar” al profesorado.
3.- Ikastolizar al conjunto del sistema.
4.- Modificar los contenidos de la enseñanza mediante un adoctrinamiento político.
5.- Socialización nacionalista como resultado de ese proceso.
6.- Provocar un contingente no cuantificado de víctimas entre los escolares por un fracaso escolar camuflado en un maquillaje de los resultados. Por eso los nacionalistas no quieren oír hablar de reválida de Estado y están auspiciando un nuevo currículo que es en la práctica un torpedo a la línea de flotación de la LOMCE tal como de forma sutil se apunta en el documento que dará lugar a la Ley que están preparando con la inestimable ayuda de sus acólitos y estómagos agradecidos de todo pelaje.
Hacia ese modelo de socialización mediante la toma al asalto del sistema educativo navarro va lo aprobado en el Parlamento navarro, insisto, con el voto de los socialistas.
A partir de esta situación las zonas dejarán de tener efecto y allí donde nunca se ha hablado euskera se podrán implantar líneas de aprendizaje de y en euskera, de forma antinatural y socavando un principio que ha de ser sagrado, cual es el respeto a la realidad cultural y social en el que se inserte la escuela.
No en vano ELA y LAB se han apresurado a celebrar este paso, este cambio legal, en sus palabras “como primer paso para superar la zonificación”. Vamos... lo mismo que lo sucedido en Álava. Y dejan al descubierto su estrategia defendiendo que se pongan en marcha líneas de modelo D en toda Navarra. Blanco y en botella.... Y LAB, con su natural demagogia y táctica guebbeliana afirma... “está muy lejos garantizar los derechos lingüísticos de la población Navarra”. Y yo pregunto... ¿Qué son los derechos lingüísticos? Los de los niños y jóvenes o los de su ente político artificioso llamado Euskal Herria? ¿Los de las personas o los del territorio que pretenden construir al modo prusiano?
Por ahí vamos.
La teoría del color, en pintura, nos dice que si se mezcla el rojo con el verde en la misma proporción sale gris, pues rojo y verde son colores contrapuestos.
Lo he escrito en artículos anteriores. Hace tiempo que el Partido Socialista anda a la deriva, sin norte, sin principios, sin referentes ideológicos, dando bandazos. Lo dice clamorosamente Nicolás Redondo Terreros, un líder de opinión que nunca debió dejar de ser líder político.
Abandoné el Partido Socialista cuando equivocó sus políticas con apetencias ideológicas que nunca formaron parte de su genética política. No hay más que ver la archivística sobre el Partido Socialista antes de la actual era política para ver claramente que nacionalismo etnicista y socialismo eran como el agua y el aceite; irreconciliables. Pero llegó Felipe González y cambió los cromosomas de un socialismo emancipador de la clase trabajadora, borrando las señas de identidad propias de la izquierda y más tarde agudizando esa deriva por personajes sin perfil como Zapatero al que el filósofo Gustavo Bueno atribuyó el “pensamiento Alicia” o el de las mil maravillas. Desde entonces el socialismo ha caminado de la mano de las tribus más pintorescas cuyo objetivo único es la desmembración de España y la descomposición de la igualdad con lo que implica acabar con la idea de España, aquella por la que clamaban los socialistas bajo la impronta de la superación del Viejo Régimen estamental para abrir nuevos horizontes.
Pues estamos en el gris. Por eso los socialistas españoles caminan hacia la irrelevancia absoluta, desahuciándose por la ausencia de valores y de ideales nobles.
Este preámbulo lo hago a cuenta de una traición, una más, de los socialistas. Esta vez en Navarra, donde han sumado su voto a un bloque nacionalista que aspira –y lo logrará a este paso- a diluir las señas de identidad de los navarros para sumirlas en ese magma eruptivo que es la Euskal Herria diseñada hace unas décadas por un pronazi llamado Federico Krutwig en su obra “Baskonia” donde abundaba en el proyecto hitleriano de la Europa de los pueblos que era lo mismo que la Europa de las razas en el sentido más xenófobo de la cuestión.
El bloque nacional-socialista, en este caso, ha derrotado en el Parlamento navarro a UPN-PP logrando una modificación de la ley del Vascuence. Esta ley no se diferenciaba gran cosa de la Ley de Normalización del Uso del Euskera en sus propósitos, pues delimitaba el territorio por zonas al efecto de la planificación lingüística en la enseñanza según la mayor o menor implantación del uso del euskera. Es decir, respetando la realidad sociolingüística tradicional de Navarra y ajustando las políticas lingüísticas a ese contexto para impedir atropellos a los derechos de la infancia y no forzar así, por apetencias políticas, situaciones de inmersión lingüística antipedagógicas.
Pues bien, gracias nuevamente a los socialistas desnortados –pues de los nacionalistas no hemos de esperar otra cosa que vulneraciones a los derechos individuales- en Navarra se posibilitará lo ya sucedido desde hace más de treinta años en Álava y otras zonas de la Euskadi sabiniana; es decir, la colonización cultural para modificar la idiosincrasia social y encaminar a Navarra hacia la vasquización –con K y B- de esa Comunidad foral.
Recuerdo como ha sido el proceso de Álava:
1.- Introducción forzada del euskera en un “nacionalismo obligatorio”.
2.- Transformación de las plantillas del profesorado para “abertzalizar” al profesorado.
3.- Ikastolizar al conjunto del sistema.
4.- Modificar los contenidos de la enseñanza mediante un adoctrinamiento político.
5.- Socialización nacionalista como resultado de ese proceso.
6.- Provocar un contingente no cuantificado de víctimas entre los escolares por un fracaso escolar camuflado en un maquillaje de los resultados. Por eso los nacionalistas no quieren oír hablar de reválida de Estado y están auspiciando un nuevo currículo que es en la práctica un torpedo a la línea de flotación de la LOMCE tal como de forma sutil se apunta en el documento que dará lugar a la Ley que están preparando con la inestimable ayuda de sus acólitos y estómagos agradecidos de todo pelaje.
Hacia ese modelo de socialización mediante la toma al asalto del sistema educativo navarro va lo aprobado en el Parlamento navarro, insisto, con el voto de los socialistas.
A partir de esta situación las zonas dejarán de tener efecto y allí donde nunca se ha hablado euskera se podrán implantar líneas de aprendizaje de y en euskera, de forma antinatural y socavando un principio que ha de ser sagrado, cual es el respeto a la realidad cultural y social en el que se inserte la escuela.
No en vano ELA y LAB se han apresurado a celebrar este paso, este cambio legal, en sus palabras “como primer paso para superar la zonificación”. Vamos... lo mismo que lo sucedido en Álava. Y dejan al descubierto su estrategia defendiendo que se pongan en marcha líneas de modelo D en toda Navarra. Blanco y en botella.... Y LAB, con su natural demagogia y táctica guebbeliana afirma... “está muy lejos garantizar los derechos lingüísticos de la población Navarra”. Y yo pregunto... ¿Qué son los derechos lingüísticos? Los de los niños y jóvenes o los de su ente político artificioso llamado Euskal Herria? ¿Los de las personas o los del territorio que pretenden construir al modo prusiano?
Por ahí vamos.