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Manuel Molares do Val
Lunes, 20 de Abril de 2015 Tiempo de lectura:

Pasividad española ante Irán

[Img #6057]Desde el pasado 1 de enero España es uno de los diez miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, responsabilidad emprendida con mal pie al no rechazar como inaceptable la amenaza de eliminar el Estado de Israel pronunciada por el ministro de Exteriores de Irán en su viaje de esta semana a Madrid.

 

Javad Zarif viajó a España para convencerla, como miembro del Consejo hasta enero de 2017, de que apoye el levantamiento urgente de las sanciones económicas que sufre por intentar fabricar bombas atómicas sin respetar su firma del Tratado de no Proliferación Nuclear. 

 

La demanda de Zarif se basa ahora en la promesa de que cancelará su búsqueda del arma final si se eliminan las sanciones que han dañado enormemente su economía; pero debe desconfiarse porque su país ya había roto en secreto el acuerdo de no intentar construirla. 

 

La otra parte negociadora es el llamado Grupo 5+1, formado por los miembros permanentes del Consejo de Seguridad - EE.UU., Rusia, R.P. China, Reino Unido y Francia -, y además Alemania, que espera que los iraníes acepten definitivamente unos controles de sus laboratorios, demasiado livianos para Israel, para levantar después el castigo. 

 

Pero el ministro español de Exteriores, Juan Manuel García-Margallo, calló ante las amenazas iraníes y, al menos según las notas oficiales de ambas partes, no le exigió a Zarif que renunciara a esa agresividad. 

 

La belicosidad iraní, además de a la historia imperial persa, obedece al sanguinario mandato divino, al radicalismo chiita. Sin embargo, geopolíticamente Irán debería ser aliado de Israel –como en tiempos del Shah-- porque ambos países padecen la hostilidad del islam sunita, mayoritario. 

 

España formó parte del Consejo de Seguridad durante dos años en cinco ocasiones, y en la última, gobernando Aznar, apoyó la invasión estadounidense-británica de Irak.

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