Por sentido común y por la paz social
A pesar de que los campos de Euskadi, mayormente, ya no se labran con bovinos, el lehendakari Ibarretxe, invitado por el PNV, volvió al Parlamento vasco donde, como siempre y a paso de buey, continuó defendiendo sus ensoñaciones soberanistas.
¿Cómo entender que el ahora el ilustrado profesor y conferenciante continúe con su raca-raca y pronostique que Euskadi será nación independiente de aquí a 2030, que vuelva a poner en escena su disparatado Plan del 2004, a sabiendas de que constituyó un fracaso político y social, causante de la división y enfrentamiento de la ciudadanía vasca y que, además, por ello, en 2009, perdiera el Gobierno vasco a manos de Patxi López?
A España, manifestó, no le queda otro remedio que admitir el derecho a decidir. A decidir ¿qué y por qué? ¿Que Euskadi sea nación independiente siguiendo el calendario marcado por ETA y la alternativa KAS? ¿A cualquier precio, sin libertad, justificando décadas de terror, volviendo a enterrar a los asesinados, sin esclarecer todos los asesinatos, con la EITB y planes de paz manipuladores, estigmatizando y sin tener en cuenta la memoria y la dignidad de las víctimas, con ETA armada y con miembros en instituciones y con cientos de exiliados y maestros defenestrados?
¿Por qué el País Vasco será soberano o una estrella en el cielo europeo? Porque el terreno después de 50 años de adoctrinamiento está preparado para recoger el fruto, porque la norma clientelar facilitará el camino, porque por la supervaloración del euskera y el favoritismo a los vascoparlantes, así lo quieren, porque por la compra de voluntades así se desea, porque hasta ayer lo exigían los salvadores del pueblo vasco y hoy el lehendakari precursor.
Por sentido común y la paz social, el lehendakari Urkullu y su gobierno debieran de dejarse de subterfugios de país asociado, ámbito vasco de decisión, diálogo hasta el amanecer, dar la palabra al pueblo, o el derecho a decidir, y dedicarse a defender las normas, el Estado de Derecho, a gobernar garantizando el trabajo y vivienda dignos para todos, el entendimiento, la convivencia y la libertad.
A pesar de que los campos de Euskadi, mayormente, ya no se labran con bovinos, el lehendakari Ibarretxe, invitado por el PNV, volvió al Parlamento vasco donde, como siempre y a paso de buey, continuó defendiendo sus ensoñaciones soberanistas.
¿Cómo entender que el ahora el ilustrado profesor y conferenciante continúe con su raca-raca y pronostique que Euskadi será nación independiente de aquí a 2030, que vuelva a poner en escena su disparatado Plan del 2004, a sabiendas de que constituyó un fracaso político y social, causante de la división y enfrentamiento de la ciudadanía vasca y que, además, por ello, en 2009, perdiera el Gobierno vasco a manos de Patxi López?
A España, manifestó, no le queda otro remedio que admitir el derecho a decidir. A decidir ¿qué y por qué? ¿Que Euskadi sea nación independiente siguiendo el calendario marcado por ETA y la alternativa KAS? ¿A cualquier precio, sin libertad, justificando décadas de terror, volviendo a enterrar a los asesinados, sin esclarecer todos los asesinatos, con la EITB y planes de paz manipuladores, estigmatizando y sin tener en cuenta la memoria y la dignidad de las víctimas, con ETA armada y con miembros en instituciones y con cientos de exiliados y maestros defenestrados?
¿Por qué el País Vasco será soberano o una estrella en el cielo europeo? Porque el terreno después de 50 años de adoctrinamiento está preparado para recoger el fruto, porque la norma clientelar facilitará el camino, porque por la supervaloración del euskera y el favoritismo a los vascoparlantes, así lo quieren, porque por la compra de voluntades así se desea, porque hasta ayer lo exigían los salvadores del pueblo vasco y hoy el lehendakari precursor.
Por sentido común y la paz social, el lehendakari Urkullu y su gobierno debieran de dejarse de subterfugios de país asociado, ámbito vasco de decisión, diálogo hasta el amanecer, dar la palabra al pueblo, o el derecho a decidir, y dedicarse a defender las normas, el Estado de Derecho, a gobernar garantizando el trabajo y vivienda dignos para todos, el entendimiento, la convivencia y la libertad.