Nacionalismos y resultados electorales
Cuestiones previas. Un error gravísimo que generan algunos medios de comunicación y sus tertulianos, algunos políticos, y algunas agencias demoscópicas de tres al cuarto: considerar que quien ha resuelto es la ciudadanía. Es falso. No vota la ciudadanía, sino los ciudadanos; no votan grupos, sino personas. El voto es personal, intransferible y secreto, y cuando una persona vota a "X" lo hace porque es lo que quiere. A efectos estadísticos, es un absurdo agrupar deseos de personas y conformarlos en tendencias. "La población quiere... ha dicho... ha sentenciado...", es mentira. No es científico, es una mera apreciación subjetiva que ni siquiera alcanza la categoría de empírica.
Dicho esto, considero que en las últimas elecciones locales se han producido muchos fenómenos novedosos. Me voy a centrar en los casos de los nacionalismos catalán y vasco, que son realmente interesantes.
1) En el caso de Cataluña, el nacionalismo independentista debería tomar buena nota de los resultados, investigar la auténtica vinculación del proyecto de Ada Colau con Podemos, y también saber hasta qué punto su "programa" incluye la independencia. Su éxito en Barcelona es histórico, como lo es la confirmación de que el independentismo no alcanza el 50% de los votos (y, esta vez, no hablamos de encuestas). Señor Arturo Mas; ¿de verdad convocará elecciones en septiembre?, ¿O volverá a engañar?
2) En el caso de la Comunidad Autónoma Vasca, los resultados son quizás más espectaculares cuando hablamos de nacionalismos. A Bildu (autodenominada Izquierda Abertzale -IA-) le ha pasado factura su gestión y su no gestión, su acción y su inacción. Y con este desastre de utilización práctica del poder han movilizado a un importante número de personas que fueron a votar con la intención de desbancarlos. La pérdida de San Sebastián es para enmarcar en los anales de nuestra democracia (cabe recordar que lo consiguieron con una ETA acabada que ni siquiera ha ocupado un minúsculo lugar en esta campaña).
Conclusiones: Los dos grandes nacionalismos se debilitan porque las dos grandes fuerzas emergentes (Podemos y Ciudadanos) no son nacionalistas, porque ofrecen expectativas más sencillas e ilusionantes, aunque temporalmente sean utópicas.
La constante evolución programática de Podemos, que se ha refugiado en estructuras complejas y coaliciones que no conoce nadie al detalle, ha recogido voto protesta, su único objetivo se fija en las elecciones generales; les pasará factura a ellos y a los nacionalismos radicales que se acerquen porque serán devorados.
En Guipúzcoa vamos a observar cómo reacciona la IA, que mientras ha gobernado en casi todos los municipios (con San Sebastián a la cabeza) y en la Diputación, ha mantenido "controlada" la “kale borroka” y las movilizaciones sociales que no le convenían políticamente, con temas de fondo tan importantes como la gestión de los residuos o el tren de alta velocidad, o la cuestión de la posible secesión de Igueldo.
Veremos cómo digieren una clarísima derrota en lo que ellos habían considerado su feudo. Sospecho que se les indigestará y que tendrá consecuencias.
Todos estos resultados no son extrapolables a las próximas elecciones generales; por los acontecimientos que ocurrirán (siempre existen variables en las ecuaciones complejas), y porque los partidos emergentes tendrán que tomar decisiones ejecutivas, ajustadas más o menos, a su programa concreto.
Cuestiones previas. Un error gravísimo que generan algunos medios de comunicación y sus tertulianos, algunos políticos, y algunas agencias demoscópicas de tres al cuarto: considerar que quien ha resuelto es la ciudadanía. Es falso. No vota la ciudadanía, sino los ciudadanos; no votan grupos, sino personas. El voto es personal, intransferible y secreto, y cuando una persona vota a "X" lo hace porque es lo que quiere. A efectos estadísticos, es un absurdo agrupar deseos de personas y conformarlos en tendencias. "La población quiere... ha dicho... ha sentenciado...", es mentira. No es científico, es una mera apreciación subjetiva que ni siquiera alcanza la categoría de empírica.
Dicho esto, considero que en las últimas elecciones locales se han producido muchos fenómenos novedosos. Me voy a centrar en los casos de los nacionalismos catalán y vasco, que son realmente interesantes.
1) En el caso de Cataluña, el nacionalismo independentista debería tomar buena nota de los resultados, investigar la auténtica vinculación del proyecto de Ada Colau con Podemos, y también saber hasta qué punto su "programa" incluye la independencia. Su éxito en Barcelona es histórico, como lo es la confirmación de que el independentismo no alcanza el 50% de los votos (y, esta vez, no hablamos de encuestas). Señor Arturo Mas; ¿de verdad convocará elecciones en septiembre?, ¿O volverá a engañar?
2) En el caso de la Comunidad Autónoma Vasca, los resultados son quizás más espectaculares cuando hablamos de nacionalismos. A Bildu (autodenominada Izquierda Abertzale -IA-) le ha pasado factura su gestión y su no gestión, su acción y su inacción. Y con este desastre de utilización práctica del poder han movilizado a un importante número de personas que fueron a votar con la intención de desbancarlos. La pérdida de San Sebastián es para enmarcar en los anales de nuestra democracia (cabe recordar que lo consiguieron con una ETA acabada que ni siquiera ha ocupado un minúsculo lugar en esta campaña).
Conclusiones: Los dos grandes nacionalismos se debilitan porque las dos grandes fuerzas emergentes (Podemos y Ciudadanos) no son nacionalistas, porque ofrecen expectativas más sencillas e ilusionantes, aunque temporalmente sean utópicas.
La constante evolución programática de Podemos, que se ha refugiado en estructuras complejas y coaliciones que no conoce nadie al detalle, ha recogido voto protesta, su único objetivo se fija en las elecciones generales; les pasará factura a ellos y a los nacionalismos radicales que se acerquen porque serán devorados.
En Guipúzcoa vamos a observar cómo reacciona la IA, que mientras ha gobernado en casi todos los municipios (con San Sebastián a la cabeza) y en la Diputación, ha mantenido "controlada" la “kale borroka” y las movilizaciones sociales que no le convenían políticamente, con temas de fondo tan importantes como la gestión de los residuos o el tren de alta velocidad, o la cuestión de la posible secesión de Igueldo.
Veremos cómo digieren una clarísima derrota en lo que ellos habían considerado su feudo. Sospecho que se les indigestará y que tendrá consecuencias.
Todos estos resultados no son extrapolables a las próximas elecciones generales; por los acontecimientos que ocurrirán (siempre existen variables en las ecuaciones complejas), y porque los partidos emergentes tendrán que tomar decisiones ejecutivas, ajustadas más o menos, a su programa concreto.