Reunión con las víctimas del terrorismo
El Lehendakari avala un informe que reconoce que “la memoria, para no ser manipulada, debe basarse en los testimonios de las víctimas del terrorismo”
El lendakari Iñigo Urkullu se reúne estos días con diferentes asociaciones de víctimas del terrorismo y, durante estos encuentros, avalará con su presencia la publicación de un informe, que se entregará en mano a las víctimas presentes, elaborado por la Universidad del País Vasco y títulado “El derecho a la memoria de las víctimas del terrorismo”.
Las conclusiones de este informe, al que ha tenido acceso íntegro La Tribuna del País Vasco, revelan que “en las experiencias victimales, resulta muy difícil separar el concepto de memoria de los de justicia, verdad, reparación y garantías de no repetición, todos ellos conceptuados como derechos de las víctimas en la normativa internacional e interna sobre violaciones graves de derechos humanos, específicamente, en su modalidad de terrorismo”.
El trabajo de la Universidad del País Vasco explica que “el concepto de memoria –con sus aristas históricas, políticas, éticas y espirituales- desborda de forma abrumadora la dimensión jurídica por lo que cualquier pretensión de encapsularla en una categoría normativa (como derecho subjetivo o colectivo) conllevará multitud de problemas a la hora de interpretar las leyes y aplicarlas, amén de causar victimización secundaria al crear falsas expectativas con palabras grandilocuentes pero meramente simbólicas”.
Los autores del estudio explican que “el dolor de las víctimas, como negatividad, en una sociedad conminada a ser feliz y a tratar sólo los síntomas, permite, sin instalarse, detenerse en él, cuestionando e interrumpiendo el presente o cualquier plan que sólo admite su progresivo cumplimiento. El detenerse no significa necesariamente impotencia, sino otra forma de potencia que permite una pedagogía del mirar. A muchas víctimas les preocupa no sólo que se aprecie su mirada sobre la memoria, sino que la sociedad aprenda a mirarlas de otra forma. Les duelen las miradas reales de sus conciudadanos y también las miradas metafóricas a través de gestos de no reconocimiento, indiferencia, manipulación e, incluso, desprecio. Detenerse en la mirada cansada de las víctimas, no agotada, sino pausada, permite acceder a otras realidades, confiar, hablar, acercarse y encontrarse desde identidades mucho más complejas y difusas que las (auto o socialmente) impuestas”.
El Instituto de Criminología de la UPV añade que “la memoria debe ser ilustrada por la historia y por los testimonios de las víctimas, para no ser manipulada”, aunque reconoce que “la memoria siempre será imperfecta y debe vincularse al presente desde los derechos humanos como parada sosegada de encuentro ante las urgencias de pasar página y avanzar por parte de un entendimiento interesado del concepto de eficiencia en las políticas”.
Los autores de la investigación, en la que han participado varias decenas de víctimas del terrorismo, explican que “las actividades de memoria restaurativa no pretenden ser únicas, sino complementarias de otras actividades de memoria y, por supuesto, de mecanismos de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición. Dentro de su marginalidad, debe garantizarse la igualdad en su acceso y procurar ser significativas en la cotidianidad de la vida de los afectados, con un potencial matizador y transformador. Para ello es necesario la colaboración de múltiples agentes públicos y privados y la formación de buenos facilitadores de estos procesos”.
Y añaden: “Desde una perspectiva flexible y creativa, toda práctica que implique la participación activa de las víctimas (en un sentido amplio) y la responsabilización de los victimarios mediante un encuentro orientado a la reparación –dentro de cuyo objetivo se encuentra la deslegitimación del terrorismo, con apoyo de la comunidad más cercana, incidiendo en las generaciones más jóvenes-, supondría una actividad de memoria restaurativa en un mayor o menor grado”.
En relación con ello, la investigación revela también que “algunas víctimas consideran que los actos de memoria resultan extemporáneos o incoherentes sin haber hecho antes más esfuerzos por la verdad, la justicia, la reparación y, en general, por el reconocimiento y apoyo social e institucional, particularmente en los municipios”.
Si quieres seguir leyendo más informaciones como esta, apoya a La Tribuna del País Vasco:
El lendakari Iñigo Urkullu se reúne estos días con diferentes asociaciones de víctimas del terrorismo y, durante estos encuentros, avalará con su presencia la publicación de un informe, que se entregará en mano a las víctimas presentes, elaborado por la Universidad del País Vasco y títulado “El derecho a la memoria de las víctimas del terrorismo”.
Las conclusiones de este informe, al que ha tenido acceso íntegro La Tribuna del País Vasco, revelan que “en las experiencias victimales, resulta muy difícil separar el concepto de memoria de los de justicia, verdad, reparación y garantías de no repetición, todos ellos conceptuados como derechos de las víctimas en la normativa internacional e interna sobre violaciones graves de derechos humanos, específicamente, en su modalidad de terrorismo”.
El trabajo de la Universidad del País Vasco explica que “el concepto de memoria –con sus aristas históricas, políticas, éticas y espirituales- desborda de forma abrumadora la dimensión jurídica por lo que cualquier pretensión de encapsularla en una categoría normativa (como derecho subjetivo o colectivo) conllevará multitud de problemas a la hora de interpretar las leyes y aplicarlas, amén de causar victimización secundaria al crear falsas expectativas con palabras grandilocuentes pero meramente simbólicas”.
Los autores del estudio explican que “el dolor de las víctimas, como negatividad, en una sociedad conminada a ser feliz y a tratar sólo los síntomas, permite, sin instalarse, detenerse en él, cuestionando e interrumpiendo el presente o cualquier plan que sólo admite su progresivo cumplimiento. El detenerse no significa necesariamente impotencia, sino otra forma de potencia que permite una pedagogía del mirar. A muchas víctimas les preocupa no sólo que se aprecie su mirada sobre la memoria, sino que la sociedad aprenda a mirarlas de otra forma. Les duelen las miradas reales de sus conciudadanos y también las miradas metafóricas a través de gestos de no reconocimiento, indiferencia, manipulación e, incluso, desprecio. Detenerse en la mirada cansada de las víctimas, no agotada, sino pausada, permite acceder a otras realidades, confiar, hablar, acercarse y encontrarse desde identidades mucho más complejas y difusas que las (auto o socialmente) impuestas”.
El Instituto de Criminología de la UPV añade que “la memoria debe ser ilustrada por la historia y por los testimonios de las víctimas, para no ser manipulada”, aunque reconoce que “la memoria siempre será imperfecta y debe vincularse al presente desde los derechos humanos como parada sosegada de encuentro ante las urgencias de pasar página y avanzar por parte de un entendimiento interesado del concepto de eficiencia en las políticas”.
Los autores de la investigación, en la que han participado varias decenas de víctimas del terrorismo, explican que “las actividades de memoria restaurativa no pretenden ser únicas, sino complementarias de otras actividades de memoria y, por supuesto, de mecanismos de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición. Dentro de su marginalidad, debe garantizarse la igualdad en su acceso y procurar ser significativas en la cotidianidad de la vida de los afectados, con un potencial matizador y transformador. Para ello es necesario la colaboración de múltiples agentes públicos y privados y la formación de buenos facilitadores de estos procesos”.
Y añaden: “Desde una perspectiva flexible y creativa, toda práctica que implique la participación activa de las víctimas (en un sentido amplio) y la responsabilización de los victimarios mediante un encuentro orientado a la reparación –dentro de cuyo objetivo se encuentra la deslegitimación del terrorismo, con apoyo de la comunidad más cercana, incidiendo en las generaciones más jóvenes-, supondría una actividad de memoria restaurativa en un mayor o menor grado”.
En relación con ello, la investigación revela también que “algunas víctimas consideran que los actos de memoria resultan extemporáneos o incoherentes sin haber hecho antes más esfuerzos por la verdad, la justicia, la reparación y, en general, por el reconocimiento y apoyo social e institucional, particularmente en los municipios”.
Si quieres seguir leyendo más informaciones como esta, apoya a La Tribuna del País Vasco:










