Mirando bajo las máscaras negras del autodenominado Estado Islámico
Periodistas en Siria: entre el heroísmo y la tragedia
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A primera vista, el hombre sirio joven mira como cualquier otro, con su pelo engominado y dando un fuerte apretón de manos de bienvenida. Pero Hasan traga saliva cuando se le pregunta sobre cómo es ser un periodista en la ciudad norteña de Alepo (Siria). En uno de los frentes más terribles en la guerra de este país.
Las escenas dantescas son el pan de cada día en una guerra que se ha cobrado al menos 220.000 vidas. Pero la única razón por la que el resto del mundo ve la destrucción de Siria se debe a que periodistas locales como Hasan demuestran todos los días su propia capacidad de resistencia tenaz para documentar la destrucción causada por todo el mundo, desde el régimen de Bashar al-Assad a los yihadistas del autodenominado Estado islámico, pasando por otras facciones rebeldes. Y, sin embargo, para estos periodistas que se encuentran en la primera línea de la guerra siria, existe otro peligro: dejar de ser sensibles a la violencia.
"Después de estar un año trabajando en estas condiciones, te vuelves frío y profundamente distante de la realidad", dice Hasan, que es gerente de producción en el Media Center de Alepo. Hasan habla de este modo mientras asiste a un curso de capacitación de medios en Turquía. Unas clases de formación que tienen como objetivo mejorar los niveles profesionales de los periodistas sirios.
"Lo peor es ver cosas horribles, pero no sentir nada, estar totalmente deshumanizado”, dice Hasan, y señala que ese mecanismo de protección psicológica puede afectar a las decisiones periodísticas. Él utiliza el ejemplo de un niño que cruza delante de un francotirador, frente a una muerte segura. "Si esto no te conmueve, no te hace sentir nada, significa que puedes perder una historia", dice Hasan. "Vivir constantemente en el interior de Siria afecta el proceso de selección informativa, a lo que decides contar y lo que no. A veces, te gustaría tener nuevamente los sentimientos del principio, pero no puedes”.
Casi medio centenar de periodistas, que podría ser más de un centenar contando blogueros y activistas de los medios, han sido asesinados, cuando ya van cinco años de guerra en Siria. Pero muchos periodistas sirios se sienten obligados a informar sobre "su" guerra, sobre todo porque el riesgo de secuestro y decapitación ha hecho que esta tarea sea demasiado peligrosa para la mayoría de los corresponsales occidentales.
"Tenemos jóvenes héroes aquí", dice Nour Hemici, gerente de una Incubadora de Medios siria, un proyecto de la CFI, la agencia de cooperación del Ministerio de Relaciones Exteriores francés, que lleva a cabo 10 sesiones de entrenamiento de dos semanas cada año para los periodistas sirios en Gaziantep (Turquía).
En los últimos días, el curso incluye cómo utilizar iPhones para trabajos de bajo perfil, para la creación de noticias sin necesidad de utilizar caros equipos de cámaras y sonido. En un intento de profesionalizar los medios de comunicación sirios, las sesiones proporcionan conocimientos sobre estrategias de cine documental y sobre la difusión de noticias dentro de Siria, y sobre cómo proporcionar noticias a los medios de comunicación internacionales con la calidad necesaria.
"Para nosotros, es preparar el futuro", dice Hemici de los 150 periodistas que han recibido formación hasta el momento. "Si conseguimos formar un pequeño grupo de profesionales que escriba con calidad, informando bien sobre los hechos, y objetivamente, habremos hecho nuestro trabajo".
Tres de los periodistas que han realizado este curso ya han muerto en Siria. Hemici explica que, para ella, como responsable del curso, lo más importante es la vida de quienes define como activistas de los medios de comunicación -profesionales que ven el periodismo como una herramienta a favor de la revolución, en lugar de una profesión-.
Sorprendentemente, el primer día de cada sesión formativa en Turquía se dedica a proporcionar apoyo psicológico a los periodistas, con un terapeuta ayudando en la resolución de los problemas. “Estas personas están siguiendo una guerra especialmente cruel e informan diariamente sobre la vida cotidiana de otras personas”, explica Nour Hemici. "Cuando salen de Siria están traumatizadas".
Esta ansiedad se comprueba en los frecuentes descansos del curso, en los que la mayoría de los asistentes sale a fumar. Los almuerzos y las cenas, que se realizan en un restaurante sirio, se nublan por el humo del tabaco. Las historias que cuentan los reporteros son desgarradoras, pero estas mismas historias inspiran a los periodistas a seguir trabajando, a pesar de los muchos riesgos.
Fouad, un activista de los medios de comunicación con una barba recortada y una camisa de franela que ha trabajado cuatro años en Alepo responde a la pregunta que flota en el aire: “¿Por qué no abandonan?”. “Porque es nuestra causa. No es una guerra civil, es una revolución, y no somos terroristas ", dice. "Hemos perdido a muchos amigos y familiares, y esto nos obliga a quedarnos. Si nos vamos, el régimen sirio o los yihadistas, se harán cargo de la información".
Azouz, otro activista de los medios de Alepo, sabe de lo que habla. Fue detenido por filmar una manifestación a principios de la revolución, y fue capturado en Raqqa por una patrulla del Ejército sirio con un ordenador y una cámara en su bolsa. Fue puesto en libertad 20 días después, cuando la oposición anti-Assad se apoderó de la ciudad. Estuvo en Raqqa hasta principios de 2014, cuando la urbe se convirtió en la capital oficial del autodenominado Estado Islámico (EI) en Siria. Entonces, se fue. "Secuestraron a algunos de los nuestros, y mataron a casi todos ellos" dice Azouz sobre cómo trata el EI a los periodistas locales.
Abu Mohamed siente lo mismo. Creador del sitio web “Raqqa is Being Slaughtered Silently” ("Raqqa está siendo sacrificado en silencio"), que es alimentado por una compleja red de fuentes en la ciudad, ha estado fuera de la ciudad durante siete meses, después de que uno de sus colegas fuera capturado y ejecutado. “Nuestro trabajo consiste en mirar bajo las máscaras negras del autodenominado Estado Islámico y conseguir información”.
A primera vista, el hombre sirio joven mira como cualquier otro, con su pelo engominado y dando un fuerte apretón de manos de bienvenida. Pero Hasan traga saliva cuando se le pregunta sobre cómo es ser un periodista en la ciudad norteña de Alepo (Siria). En uno de los frentes más terribles en la guerra de este país.
Las escenas dantescas son el pan de cada día en una guerra que se ha cobrado al menos 220.000 vidas. Pero la única razón por la que el resto del mundo ve la destrucción de Siria se debe a que periodistas locales como Hasan demuestran todos los días su propia capacidad de resistencia tenaz para documentar la destrucción causada por todo el mundo, desde el régimen de Bashar al-Assad a los yihadistas del autodenominado Estado islámico, pasando por otras facciones rebeldes. Y, sin embargo, para estos periodistas que se encuentran en la primera línea de la guerra siria, existe otro peligro: dejar de ser sensibles a la violencia.
"Después de estar un año trabajando en estas condiciones, te vuelves frío y profundamente distante de la realidad", dice Hasan, que es gerente de producción en el Media Center de Alepo. Hasan habla de este modo mientras asiste a un curso de capacitación de medios en Turquía. Unas clases de formación que tienen como objetivo mejorar los niveles profesionales de los periodistas sirios.
"Lo peor es ver cosas horribles, pero no sentir nada, estar totalmente deshumanizado”, dice Hasan, y señala que ese mecanismo de protección psicológica puede afectar a las decisiones periodísticas. Él utiliza el ejemplo de un niño que cruza delante de un francotirador, frente a una muerte segura. "Si esto no te conmueve, no te hace sentir nada, significa que puedes perder una historia", dice Hasan. "Vivir constantemente en el interior de Siria afecta el proceso de selección informativa, a lo que decides contar y lo que no. A veces, te gustaría tener nuevamente los sentimientos del principio, pero no puedes”.
Casi medio centenar de periodistas, que podría ser más de un centenar contando blogueros y activistas de los medios, han sido asesinados, cuando ya van cinco años de guerra en Siria. Pero muchos periodistas sirios se sienten obligados a informar sobre "su" guerra, sobre todo porque el riesgo de secuestro y decapitación ha hecho que esta tarea sea demasiado peligrosa para la mayoría de los corresponsales occidentales.
"Tenemos jóvenes héroes aquí", dice Nour Hemici, gerente de una Incubadora de Medios siria, un proyecto de la CFI, la agencia de cooperación del Ministerio de Relaciones Exteriores francés, que lleva a cabo 10 sesiones de entrenamiento de dos semanas cada año para los periodistas sirios en Gaziantep (Turquía).
En los últimos días, el curso incluye cómo utilizar iPhones para trabajos de bajo perfil, para la creación de noticias sin necesidad de utilizar caros equipos de cámaras y sonido. En un intento de profesionalizar los medios de comunicación sirios, las sesiones proporcionan conocimientos sobre estrategias de cine documental y sobre la difusión de noticias dentro de Siria, y sobre cómo proporcionar noticias a los medios de comunicación internacionales con la calidad necesaria.
"Para nosotros, es preparar el futuro", dice Hemici de los 150 periodistas que han recibido formación hasta el momento. "Si conseguimos formar un pequeño grupo de profesionales que escriba con calidad, informando bien sobre los hechos, y objetivamente, habremos hecho nuestro trabajo".
Tres de los periodistas que han realizado este curso ya han muerto en Siria. Hemici explica que, para ella, como responsable del curso, lo más importante es la vida de quienes define como activistas de los medios de comunicación -profesionales que ven el periodismo como una herramienta a favor de la revolución, en lugar de una profesión-.
Sorprendentemente, el primer día de cada sesión formativa en Turquía se dedica a proporcionar apoyo psicológico a los periodistas, con un terapeuta ayudando en la resolución de los problemas. “Estas personas están siguiendo una guerra especialmente cruel e informan diariamente sobre la vida cotidiana de otras personas”, explica Nour Hemici. "Cuando salen de Siria están traumatizadas".
Esta ansiedad se comprueba en los frecuentes descansos del curso, en los que la mayoría de los asistentes sale a fumar. Los almuerzos y las cenas, que se realizan en un restaurante sirio, se nublan por el humo del tabaco. Las historias que cuentan los reporteros son desgarradoras, pero estas mismas historias inspiran a los periodistas a seguir trabajando, a pesar de los muchos riesgos.
Fouad, un activista de los medios de comunicación con una barba recortada y una camisa de franela que ha trabajado cuatro años en Alepo responde a la pregunta que flota en el aire: “¿Por qué no abandonan?”. “Porque es nuestra causa. No es una guerra civil, es una revolución, y no somos terroristas ", dice. "Hemos perdido a muchos amigos y familiares, y esto nos obliga a quedarnos. Si nos vamos, el régimen sirio o los yihadistas, se harán cargo de la información".
Azouz, otro activista de los medios de Alepo, sabe de lo que habla. Fue detenido por filmar una manifestación a principios de la revolución, y fue capturado en Raqqa por una patrulla del Ejército sirio con un ordenador y una cámara en su bolsa. Fue puesto en libertad 20 días después, cuando la oposición anti-Assad se apoderó de la ciudad. Estuvo en Raqqa hasta principios de 2014, cuando la urbe se convirtió en la capital oficial del autodenominado Estado Islámico (EI) en Siria. Entonces, se fue. "Secuestraron a algunos de los nuestros, y mataron a casi todos ellos" dice Azouz sobre cómo trata el EI a los periodistas locales.
Abu Mohamed siente lo mismo. Creador del sitio web “Raqqa is Being Slaughtered Silently” ("Raqqa está siendo sacrificado en silencio"), que es alimentado por una compleja red de fuentes en la ciudad, ha estado fuera de la ciudad durante siete meses, después de que uno de sus colegas fuera capturado y ejecutado. “Nuestro trabajo consiste en mirar bajo las máscaras negras del autodenominado Estado Islámico y conseguir información”.