Incompatible y compatible
Es incompatible pedir perdón a las víctimas de ETA y aceptar los votos de quienes al menos la jalearon y la mantienen. Es también incomprensible, pero nada extraño en Urkullu y en los jeltzales. Antes ya pidieron los votos a los etarras para excluir y mantenerse en el poder; ahora los han pedido a los Bildu para arrebatárselos al ex alcalde.
Urtaran con el peor resultado del PNV, sacó 18 o 20.000 sufragios menos que el vencedor. Sumó cuatro representantes para jugar al mus, más uno por si algún titular faltaba para echar la partida. Con los cinco en la corporación y respaldado por 14 votos sobre 27, Urtaran ha recuperado la makila del ayuntamiento vitoriano. Es evidente que lo que no ha logrado en las urnas, lo ha conseguido corriendo entre despachos.
En la comedia bufa, con la fanfarre Batasunat, han entrado también los actores del PSE. “Si entramos en el Gobierno, lo haremos “para darle estabilidad” y “con programa acordado”. Pero antes, ¿no estaba acordado expulsar de la alcaldía a Maroto para gobernar en coalición, como lo anunció Xavier Agirre?
Como figura estelar del drama, Ortuzar, discreto, conciliador y compungido, no ha podido dormir por lo sucedido en la alcaldía de Andoain, pero ha estado genial asegurando que confía en “reconducir el pacto”, pese a los desencuentros.
Los ciudadanos elegimos al alcalde y consecuentemente a los ediles, pero los jerarcas democráticamente y honradamente, se las han apañado para elegir al más bueno y mejor chico de la clase. Evidentemente, la reciente historia de la expulsión de Maroto de la alcaldía, ha sido tan rocambolesca que si no fuera por ser tan ruin, daba para montar una comedia y pasarlo chupi.
Compatible y comprensible que el ex regidor de Vitoria quiera “canalizar el desencanto”, sin barcos pero con honra; “con orgullo y valor”, por los votos y apoyos de quienes estuvieron y no pudimos estar en la plaza España, a pesar de los gritos de quienes pretenden seguir imponiendo y amedrentando.
Es incompatible pedir perdón a las víctimas de ETA y aceptar los votos de quienes al menos la jalearon y la mantienen. Es también incomprensible, pero nada extraño en Urkullu y en los jeltzales. Antes ya pidieron los votos a los etarras para excluir y mantenerse en el poder; ahora los han pedido a los Bildu para arrebatárselos al ex alcalde.
Urtaran con el peor resultado del PNV, sacó 18 o 20.000 sufragios menos que el vencedor. Sumó cuatro representantes para jugar al mus, más uno por si algún titular faltaba para echar la partida. Con los cinco en la corporación y respaldado por 14 votos sobre 27, Urtaran ha recuperado la makila del ayuntamiento vitoriano. Es evidente que lo que no ha logrado en las urnas, lo ha conseguido corriendo entre despachos.
En la comedia bufa, con la fanfarre Batasunat, han entrado también los actores del PSE. “Si entramos en el Gobierno, lo haremos “para darle estabilidad” y “con programa acordado”. Pero antes, ¿no estaba acordado expulsar de la alcaldía a Maroto para gobernar en coalición, como lo anunció Xavier Agirre?
Como figura estelar del drama, Ortuzar, discreto, conciliador y compungido, no ha podido dormir por lo sucedido en la alcaldía de Andoain, pero ha estado genial asegurando que confía en “reconducir el pacto”, pese a los desencuentros.
Los ciudadanos elegimos al alcalde y consecuentemente a los ediles, pero los jerarcas democráticamente y honradamente, se las han apañado para elegir al más bueno y mejor chico de la clase. Evidentemente, la reciente historia de la expulsión de Maroto de la alcaldía, ha sido tan rocambolesca que si no fuera por ser tan ruin, daba para montar una comedia y pasarlo chupi.
Compatible y comprensible que el ex regidor de Vitoria quiera “canalizar el desencanto”, sin barcos pero con honra; “con orgullo y valor”, por los votos y apoyos de quienes estuvieron y no pudimos estar en la plaza España, a pesar de los gritos de quienes pretenden seguir imponiendo y amedrentando.