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David R
Lunes, 22 de Junio de 2015 Tiempo de lectura:

De la autovía de Navarra al tren de alta velocidad

Incoherencia. Según la RAE es la falta de coherencia y en segunda acepción: cosa que carece de la debida relación lógica con otra. Esto es aplicable a los miembros de la autodenominada Izquierda Abertzale.

 

La autovía de Navarra, más conocida como la de Leizaran en referencia al precioso valle por el que transcurre ha cumplido 20 años desde que se inauguró el 5 de mayo de 1995, tras una intervención de la autodenominada Izquierda Abertzale (IA) y de ETA que dejó por el camino cuatro muertos y más de 200 sabotajes y atentados.

 

Cabe recordar cómo empezó todo y la frontal oposición de la IA y ETA al proyecto, manteniendo una postura completamente contraria al mismo, que tras la implicación de ETA llevo a la creación de la inefable estructura Lurraldea, dirigida por el no menos inefable Jonan Fernández, que en aquella época era un locuaz concejal de Herri Batasuna en Tolosa.

 

Con todas sus ilegales y delictivas actuaciones consiguieron que se cambiara el trazado inicial y a su vez construir la autovía más cara de Europa, por supuesto con el dinero de los contribuyentes que la demandaban. El costo real de la obra es incalculable, pues habría que sumar los de ingeniería, geología, logística, construcción, todos ellos por lo menos triplicados, y los de seguridad, sabotajes en maquinarias, etc, amén del tiempo perdido (que también implica costos).

 

La realidad es que desde el día que se inauguró esa autovía es un éxito total y la usa todo el mundo para ir o venir de Pamplona, su impacto ecológico es mínimo, pero no como consecuencia de haber modificado el trazado original, que era muy respetuoso con el medio-ambiente. Ya nadie va por el puerto de montaña de Azpiroz, y cuando digo nadie incluyo a los miembros de la IA que originariamente se negaban a su construcción; hay que hacer memoria y recordar que esa fue su postura inicial, desde una posición minoritaria y con el apoyo del terror que generaba la siempre macabra actuación de ETA; pandilla de incoherentes y sinvergüenzas.

 

Ahora, mientras utilizan la autovía con normalidad, estamos a vueltas con el Tren de Alta Velocidad, una infraestructura que "ellos" no quieren, pero que la mayoría de los ciudadanos sí quiere. Les conmino a que pregunten a cualquier ciudadano de cualquier localidad donde para el TAV, en cualquier punto de España, qué opinan de ese sistema de transporte, que compite con el avión en tiempo, en comodidad y en precio.

 

Tras el batacazo electoral del pasado día 24 de mayo, como había pronosticado y escrito en esta columna, se han reactivado las actividades contra el TAV en forma de inundación de carteles y de manifestaciones, con la diferencia  de que como ETA ha sido derrotada en esta ocasión no tendremos que acudir a los cementerios. Estamos en las mismas, se oponen a un infraestructura que cuando esté concluida utilizarán, porque son incoherentes, pero no tontos, y saben que no es lo mismo llegar a una ínter-modal en el centro de Madrid en TAV, que ir en coche o en avión. Qué poca vergüenza.

 

¿O es que no salen de la Comunidad Autónoma Vasca? Podría ser el caso, desde luego, que estos incoherentes no salgan nunca de su mítica burbuja, lo cual es difícil de creer, tanto en el caso de la autovía como en el del TAV, y además sería triste y patético.

 

Los demócratas deberíamos articular medidas correctoras de estas disfunciones que tanto cuestan al conjunto de la población, por ejemplo, desarrollar un censo de firmas opositoras al TAV, por supuesto voluntariamente,  de tal manera que el que tenga lo que hay que tener para firmar en contra del proyecto lo deje negro sobre blanco, y automáticamente conste en un listado de personas que tienen prohibido utilizarlo.

 

Si lo hubiésemos hecho con la autovía de Leizarán, otro gallo habría cantado, porque ahora todos "ellos" la usan, exactamente igual que todos "ellos" usarán el TAV; quizá se hubiesen salvado vidas y nos hubiésemos ahorrado muchos millones de euros.

 

No sé si para "ellos" estas cuestiones son instrumento de tensionamiento político o se trata de evitar el progreso, de permanecer en una supuesta arcadia idílica y retrograda que solo existe en su imaginario.

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