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Ernesto Ladrón de Guevara
Miércoles, 05 de Agosto de 2015 Tiempo de lectura:

La hipocresía de los nacionalistas

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Escribir a favor de la lengua materna en la enseñanza y rechazar la obligatoriedad de la inmersión lingüística es nadar contra corriente, pero eso no me preocupa. Lo único que me motiva es luchar por la verdad de las cosas, aunque ello implique quedar en el ostracismo. La verdad siempre triunfa. Y vivir conviviendo con la mentira es malversar la existencia, ser esclavo de la incoherencia.

 

En este artículo voy a demostrar cómo los nacionalistas están haciendo justamente lo contrario de lo que durante su recorrido histórico han predicado.

 

Hoy, nadie espera que un nacionalista abogue por la lengua materna en el sistema educativo. Todos presuponemos que el modelo que auspician es el de la inmersión en la mal llamada “lengua propia”.

 

Pues bien. A lo largo de la historia han hecho apología de la lengua materna. Y me dirán ustedes que cómo es posible esto…

 

Naturalmente lo hacían para convencer sobre la necesidad de que los niños vascohablantes aprendieran en su lengua natural, la familiar. Y yo digo, evidentemente. Eso es postular por encima de todas las cosas el derecho del niño o de la niña, cuya lengua original era el euskera, o el catalán, o la que fuera.  Eso es lo natural. Por eso yo estoy a favor de la posición tradicional de los nacionalistas, no con la actual. 

 

Lo que ocurre es que logrado su objetivo de introducir la lengua vascongada en el sistema educativo, como lengua vehicular, acto seguido, se olvidaron de que otros alumnos tenían como lengua materna el castellano, y, por tanto, continuando con la lógica propositiva también los alumnos castellanohablantes tenían el mismo derecho. ¡Cómo no…! Pues nada…, sorprendentemente –¿o acaso no tan sorprendente?- eso no valía para los castellanohablantes que habrían de estudiar en la lengua impuesta. 

 

Realmente, en el debate de la Ley de Normalización del Uso del Euskera, eso quedaba claro, y por ello, derivado de aquella ley se decretaron los tres modelos lingüísticos A, B y D, es decir modelos que se adaptaran a las diferentes realidades lingüísticas, la castellana, la mixta y la euskaldun. Así se cumplía el artículo 16 de dicha Ley que prescribía que las políticas lingüísticas se acomodarían a la realidad social y cultural de cada zona y al deseo de los padres en cada caso, pero siempre poniendo por delante dicha realidad. Pues bien… no se cumple, ni nadie la hace cumplir.

 

Pero vayamos a la historia.

 

Solamente voy a poner algunos ejemplos, pues de lo contrario se alargaría en exceso este artículo:

 

En 1920, coincidiendo con el III Congreso de Estudios Vascos, un nacionalista, Landeta, presentó un “Proyecto de Escuela Primaria Elemental”.  Reseño esta cita:

 

            “Enseñanza en la lengua materna de los niños y el aprendizaje progresivo de la segunda lengua, método activo, formación cristiana y patriotismo, currículo vasco (historia, geografía, literatura y cultura vasca) […]”

 

         Este mismo autor, se refería a la Escuela Vasca en los siguientes términos:

[…] Abogo porque la enseñanza se difunda en esa escuela en la lengua materna, es decir, vasca, si vasca es la lengua de los alumnos; castellana si ésta es la lengua de los asistentes;  pero sin que en ambos casos el aprendizaje del euskera o del castellano sea desterrado de ellas”

 

En el mismo contexto, un tal Oyarbide planteó en la prensa este problema:

 

“Qué ha de ser la escuela vasca?  Y en aquel entonces habré de exponer mi pensamiento acerca de este particular, y recuerdo que, refiriéndome a la lengua en que debía instruirse en la escuela vasca, decía que si la lengua maternal del niño era la vasca, en euskera debía recibir su instrucción primaria y ser educado, sin que, por eso,  y a su tiempo, se dejara de enseñarle la lengua castellana;  así como también decía que, si la lengua maternal de un niño era la castellana, en castellano debía instruírsele y educarle; pero que la escuela vasca haría funcionar diariamente una clase de euskera, para que, poco a poco, sin prisa alguna, fuera el niño iniciándose en ella”

 

Y en otro apartado, afirmaba…

 

   “Al maestro más inteligente y abnegado, pero que ignora la lengua de los niños, no le es posible disipar la atmósfera de aburrimiento y de indiferencia que le rodea y, en cambio, en cuanto se les habla su lengua maternal, parece que se despierta el espíritu de esos niños y que la clase se abre a la vida[…]”

 

Y sigue…

 

   “Lo que nosotros podemos afirmar por haberlo prácticamente comprobado, es que, en general, el niño vasco que entra en la escuela de su aldea sin hablar (que es distinto que conocer) que el suyo maternal, sale de esa escuela sin haber aprendido, cual es debido, su propia lengua, y por ende sin conocer ni comprender  tampoco el castellano que le hablaba el maestro, lo cual le coloca en un plano de inferioridad notoria respecto de aquellos otros niños que han sido educados e instruidos en su propia lengua[…]”

 

Podríamos hacer muchas citas más de próceres nacionalistas, pero para no alargarme me voy a referir  a un estudio que realizó la Sociedad de Estudios Vascos en 1931, y que dirigió a las Diputaciones forales a  fin de la elaboración del proyecto de Estatuto de Autonomía Vasca  llevado a Estella. En aquella propuesta de dicha Sociedad que estaba animada por  el entusiasmo nacionalista, se decía lo siguiente…

 

“Pero siempre sentado el principio fundamental de que el niño ha de adquirir los conocimientos o recibir la enseñanza en el idioma materno. Es también reconocido en dichos congresos y comprobado particularmente por maestros que han aplicado el sistema que preconizamos, que el conocimiento del idioma oficial del Estado adquirido por el niño desde su idioma natural es mucho más perfecto, más sólido, que cuando solo lo utiliza mecánicamente en el aprendizaje de asignaturas.”

 

Y por ello abogaba por lo siguiente:

 

   “Deben las escuelas rurales vascas clasificarse en dos grupos:

 

  1. Aquellos en donde toda la enseñanza ha de darse en idioma vasco y,
  2. Aquellas en donde procede usar el castellano como idioma general de enseñanza.

 

Fundados en la realidad del problema, podemos asegurar que no existe ningún caso que justifique la existencia de un tercer grupo bilingüe.

 

En el grupo (a) debe constituir el estudio de la lengua castellana materia obligatoria en todos los grados y cursos.

En el grupo (b) debe constituir el estudio de la lengua vasca materia también obligatoria en todos los grados.[…]”

 

Como es bien conocido, aquella propuesta de Estatuto no llegó a ninguna parte pues el Gobierno Republicano lo abortó, ya que  el artículo 4º de la Constitución republicana decía literalmente: “a nadie se le podrá exigir el conocimiento ni el uso de una lengua regional”, y el artículo 50º  estipulaba la obligatoriedad de “el estudio de la lengua castellana, y ésta se utilizará también como instrumento de enseñanza en todos los centros de instrucción primaria y secundaria de las regiones autónomas”.

 

Lo que va a ocurrir en Navarra lo hemos conocido bien los alaveses que tenemos edad sexagenaria. Van a seguir un ritmo, como decía Ibarretxe, a paso de buey pero constante, en el proceso de colonización y aculturación, para cambiar la cosmovisión de la sociedad navarra, empezando por las jóvenes generaciones. Para cuando se den cuenta, como en el caso de la rana que se murió sin enterarse mientras se iba cocinando, ya no habrá vuelta atrás.  Bueno… más bien ese proceso ya se inició hace tiempo, con la inepcia o la estupidez de los upenes de turno, que o no se enteraban o les daba igual con tal de mojar el churro.

 

En fin… las cosas son como son. Otra cuestión es que se quieran cambiar. Pero en tal caso, sería exigible y razonable que se hiciera sin mediar mentiras y engaños. Y los nacionalistas son maestros  en la manipulación de las realidades y en el cinismo. Pero en esto tiene gran culpa el electorado.  En este caso se incumple el aserto de que “pueden engañarte una, dos, tres veces, pero no siempre”. Parece que quien escribió esta sentencia no conocía bien a los vascos.

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