Sábado, 13 de Septiembre de 2025

Actualizada Viernes, 12 de Septiembre de 2025 a las 17:40:32 horas

Tienes activado un bloqueador de publicidad

Intentamos presentarte publicidad respectuosa con el lector, que además ayuda a mantener este medio de comunicación y ofrecerte información de calidad.

Por eso te pedimos que nos apoyes y desactives el bloqueador de anuncios. Gracias.

Continuar...

Raúl González Zorrilla, director de La Tribuna del País Vasco
Domingo, 11 de Octubre de 2015 Tiempo de lectura:

Sobre la valentía de los vascos

[Img #7157]Leo en un comunicado de una agencia de noticias que el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, ha retado a Susana Díaz, responsable del Gobierno andaluz, a asumir el Concierto vasco (una privilegiada relación económica entre una autonomía y el Estado central que solamente mantiene el País Vasco) en vez de intentar modificarlo. Pero lo que más me ha llamado la atención de las palabras de Ortuzar es la coletilla con la que ha terminado su declaración: “los vascos no somos unos privilegiados, sino unos valientes”, ha dicho el máximo responsable el PNV. Y nadie ha dicho nada.

 

Ciertamente, la verdad es que tampoco me sorprende demasiado esta ególatra declaración  sobre el presunto valor de “los vascos”. He nacido en esta tierra y sé que, en materia de creernos los mejores del mundo, no hay quien nos gane. El sentir independentista que, por las buenas o por las malas, predomina en estos lares tocó corneta hace varias décadas y, desde entonces, cualquier estudio social siempre deja al descubierto que los vascos somos los mejores, los más esforzados, los más guapos,  los más antiguos, los más más de todo, especialmente en todos aquellos aspectos en los que nuestro posicionamiento supera con creces al de quienes los abanderados de la patria vasca consideran sus más directos enemigos: el resto de los españoles.

 

Carece de importancia que, en demasiadas ocasiones, una humilde mirada a la realidad deje al descubierto conclusiones mucho más patéticas y negativas. Lo sustancial es proporcionar titulares bravíos que luego recogerán con aspavientos de todo tipo los medios de comunicación amigos y bien subvencionados (prácticamente todos). La directriz a seguir es sencilla: somos los mejores, somos los más importantes, somos los que más cosas hacemos, somos quienes las hacemos más rápido y somos, por supuesto, quienes no tenemos miedo a nada.

 

El etnocentrismo más ridículo, el patriotismo más grotesco, la cerrazón más absoluta y la petulancia más cerril y falsaria han llevado a muchos vascos a considerarse a sí mismos, a los suyos y a su presunta nación, como entes privilegiados en un mundo plagado de indignos y mediocres, especialmente cuando se hace referencia al resto de los españoles. Cualquier acontecimiento que suceda en el universo ha de girar sobre la gran construcción nacional vasca y, por ello, hasta en los aspectos sentimentales, estéticos y comportamentales más frívolos siempre destaca una raza que, según nacionalistas, independentistas y proetarras nos recuerdan periódicamente, además de tener un perímetro craneal determinado, un dibujo genético característico y un factor sanguíneo predominante (RH negativo), también tiene unos orígenes muy particulares, tanto que, hasta el momento, resultan desconocidos.

 

Como les contaba antes, soy nacido en un pequeño pueblo de Guipúzcoa, he vivido y trabajado toda mi vida en Euskadi y, de verdad, creo que podría contarles algunas cosas sobre la valentía de muchos de nuestros conciudadanos.

 

Durante años he visto cómo la mayor parte de los vascos, tan valientes ellos, han mirado hacia otro lado mientras los terroristas de ETA sembraban nuestras calles de cadáveres; durante años he contemplado cómo no pocos vascos, tan bravos ellos, aullaban extasiados demandando a los criminales más sangre, más muerte, más amenazas y más horror; durante años he sido testigo de cómo muchos vascos, qué audaces ellos, seguían celebrando sus fiestas patronales, sus "poteos", sus juergas y sus reuniones culinarias en las sociedades gastronómicas apenas unos minutos después de que el  “Txapote” de turno hubiera asesinado cobardemente a uno o varios de nuestros vecinos; durante décadas he contemplado cómo miles de vascos valerosos, muchos de ellos del PNV, negaban y ocultaban que miles de sus vecinos, de sus compañeros y sus amigos estaban abandonando Euskadi por la violencia, las amenazas, la extorsión y el miedo; durante años he visto, en fin, cómo demasiados vascos, tan bizarros ellos, han despreciado, humillado y mancillado a las víctimas del terrorismo, han glorificado y han convertido a los verdugos en líderes de sus instituciones y de su futuro, y han convertido las libertades individuales de los ciudadanos no nacionalistas en una broma macabra pactada con los terroristas de ETA.       

 

Vascos valientes, sí. A veces, arrojos como el de Andoni Ortuzar producen náuseas.

Etiquetada en...

Portada

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.