Territorio Bildu en Navarra
Acabo de volver de unas jornadas organizadas por la Fundación Leyre sobre “Navarra foral y española”.
Trasladé a ese auditorio una ponencia sobre la cuestión clave del adoctrinamiento en la escuela, sobre la formación del espíritu nacionalista. Por causa de la omisión de quienes debieran haber difundido las ideas de españolidad enorgulleciéndose de ellas, se ha dejado el campo libre a los secesionistas de uno u otro pelaje (todos son de la misma familia). Estos han actuado a sus anchas en el sector educativo para abrir campo en el “proceso” de convertir la cosmovisión de la sociedad navarra, con el objetivo de que dejen de sentirse navarros y pasen al enfoque de la Euskal Herria de Krutwig.
Un problema con mi vetusto ordenador me impidió proyectar algunas de las diapositivas que tenía preparadas y se me ha ocurrido que no estaría mal escribir sobre ellas.
Lo que ahora sucede en Navarra, con el acceso de Bildu al control del Ayuntamiento de Pamplona y del bloque nacionalista en el Gobierno foral -¿lo seguirá siendo?- ya lo hemos experimentado los alaveses, en la transformación de nuestra cultura.
Mi paso por la Delegación Territorial de Educación de Alava fue un observatorio privilegiado de la conspiración nacionalista para bloquear cualquier intento de normalizar la educación alavesa, entendiendo por normalización la sujeción al marco jurídico y el cambio de unas políticas orientadas a sustituir la escuela transferida, es decir lo que llamábamos en aquel momento “la estatal” o “la pública”, por un sistema de ikastolas que en el ideario del nacionalismo vasco sería “la escuela vasca”. Ello implicaba la euskaldunización total del sistema, la sustitución del profesorado entonces existente por otro afín a las ideas nacionalistas, y la progresiva extinción de una educación exenta de contaminaciones políticas para conformar la escuela nacional vasca. No hay que decir que perdí la batalla. Estaba demasiado solo y recibiendo un acoso en todos los frentes. Acoso teñido en demasiados casos de violencia y exacerbación nacionalista. Muchas veces tuve que aguantar frente a mi casa manifestaciones en las que unos fundamentalistas iban acompañados de sus hijos para lanzarme todo tipo de imprecaciones e insultos.
Yo estuve en dicha responsabilidad durante la consejería regida por Recalde, al que ETA intentó eliminar más tarde dejándole parte de la boca destrozada por un balazo. Le sucedió en la Consejería Fernando Buesa, en una nueva edición de los gobiernos de Ardanza. A Fernando Buesa también le acosaron, siendo en aquel tiempo Consejero de Educación y Vicelehendakari. El empeño de Buesa fue lograr un pacto educativo que lograra unificar las tres redes, incorporando a las ikastolas a la red pública o a la concertada, e impidiendo la estrategia nacionalista de que fueran el eje de construcción de la escuela vasca. Lo logró, pero a cambio tuvo que tragar con la ikastolización de todo el sistema. No sé si para ese viaje se necesitaban tales alforjas. El objetivo era loable, el resultado… está a la vista.
Uno de los conglomerados más beligerantes fue, en Alava, unas ikastolas creadas por la Diputación alavesa, sin tener competencia para ello. Once ikastolas fueron puestas en funcionamiento por la Diputación y luego pasadas al Gobierno Vasco. Estas intentaron por todos los medios a su alcance hacerse con la preponderancia de la educación en Vitoria, en una dinámica sumamente radical bajo el signo abertzale. Por otra parte la Federación de Ikastolas desarrolló una estrategia para crear centros en zonas rurales que sustituyeran a las escuelas implantadas en ellas. Había con ello en muchos pueblos dos centros para pocos niños pues la natalidad estaba en franca decadencia, por lo que mi intención fue parar esa proliferación de ofertas que no tenía otro interés que controlar el sector y adoctrinar a los alumnos. No tuve demasiado apoyo en esta resistencia por parte del Departamento en el que se insertaba mi actuación.
Una de esas ikastolas, cuyo nombre no voy a citar para evitarme problemas, publicó en el periódico EGIN, correa de transmisión del mundo abertzale, esta foto donde se ve la imagen de Buesa apedreada por unos niños.
![[Img #7242]](upload/img/periodico/img_7242.jpg)
Si en cualquier sociedad civilizada es censurable y la pedagogía del odio es una aberración, el inducir a niños a la violencia, a la falta de respeto a sus semejantes, a la subversión contra las instituciones (Consejería de Educación del Gobierno Vasco) es deleznable. Esta imagen lo dice todo y no hay mucho que comentar.
Pasemos a la siguiente, pura alegoría del abertzalismo coercitivo que atenazó a la sociedad vasca.
![[Img #7243]](upload/img/periodico/img_7243.jpg)
En esta imagen se invita a Fernando Buesa a marcharse, y si lo hubiese hecho sería uno más de los doscientos mil vascos que se fueron de su tierra por el fascismo al que ahora quieren lavar la cara en un proceso de deconstrucción de la memoria.
Y por fin acabo con otra pegatina, para dejar testimonio de la violencia verbal desatada en aquellos momentos por aquellos que consideraban enemigos a todos los que no compartían su ideario anticonstitucional e ilegítimo.
![[Img #7244]](upload/img/periodico/img_7244.jpg)
Lograron su objetivo. Asesinaron a Fernando Buesa en Febrero del año 2000, año en el que se inauguraba un nuevo siglo como presagio de lo que podría ocurrir unos lustros más tarde.
La pregunta es… ¿están logrando sus propósitos?…
Acabo de volver de unas jornadas organizadas por la Fundación Leyre sobre “Navarra foral y española”.
Trasladé a ese auditorio una ponencia sobre la cuestión clave del adoctrinamiento en la escuela, sobre la formación del espíritu nacionalista. Por causa de la omisión de quienes debieran haber difundido las ideas de españolidad enorgulleciéndose de ellas, se ha dejado el campo libre a los secesionistas de uno u otro pelaje (todos son de la misma familia). Estos han actuado a sus anchas en el sector educativo para abrir campo en el “proceso” de convertir la cosmovisión de la sociedad navarra, con el objetivo de que dejen de sentirse navarros y pasen al enfoque de la Euskal Herria de Krutwig.
Un problema con mi vetusto ordenador me impidió proyectar algunas de las diapositivas que tenía preparadas y se me ha ocurrido que no estaría mal escribir sobre ellas.
Lo que ahora sucede en Navarra, con el acceso de Bildu al control del Ayuntamiento de Pamplona y del bloque nacionalista en el Gobierno foral -¿lo seguirá siendo?- ya lo hemos experimentado los alaveses, en la transformación de nuestra cultura.
Mi paso por la Delegación Territorial de Educación de Alava fue un observatorio privilegiado de la conspiración nacionalista para bloquear cualquier intento de normalizar la educación alavesa, entendiendo por normalización la sujeción al marco jurídico y el cambio de unas políticas orientadas a sustituir la escuela transferida, es decir lo que llamábamos en aquel momento “la estatal” o “la pública”, por un sistema de ikastolas que en el ideario del nacionalismo vasco sería “la escuela vasca”. Ello implicaba la euskaldunización total del sistema, la sustitución del profesorado entonces existente por otro afín a las ideas nacionalistas, y la progresiva extinción de una educación exenta de contaminaciones políticas para conformar la escuela nacional vasca. No hay que decir que perdí la batalla. Estaba demasiado solo y recibiendo un acoso en todos los frentes. Acoso teñido en demasiados casos de violencia y exacerbación nacionalista. Muchas veces tuve que aguantar frente a mi casa manifestaciones en las que unos fundamentalistas iban acompañados de sus hijos para lanzarme todo tipo de imprecaciones e insultos.
Yo estuve en dicha responsabilidad durante la consejería regida por Recalde, al que ETA intentó eliminar más tarde dejándole parte de la boca destrozada por un balazo. Le sucedió en la Consejería Fernando Buesa, en una nueva edición de los gobiernos de Ardanza. A Fernando Buesa también le acosaron, siendo en aquel tiempo Consejero de Educación y Vicelehendakari. El empeño de Buesa fue lograr un pacto educativo que lograra unificar las tres redes, incorporando a las ikastolas a la red pública o a la concertada, e impidiendo la estrategia nacionalista de que fueran el eje de construcción de la escuela vasca. Lo logró, pero a cambio tuvo que tragar con la ikastolización de todo el sistema. No sé si para ese viaje se necesitaban tales alforjas. El objetivo era loable, el resultado… está a la vista.
Uno de los conglomerados más beligerantes fue, en Alava, unas ikastolas creadas por la Diputación alavesa, sin tener competencia para ello. Once ikastolas fueron puestas en funcionamiento por la Diputación y luego pasadas al Gobierno Vasco. Estas intentaron por todos los medios a su alcance hacerse con la preponderancia de la educación en Vitoria, en una dinámica sumamente radical bajo el signo abertzale. Por otra parte la Federación de Ikastolas desarrolló una estrategia para crear centros en zonas rurales que sustituyeran a las escuelas implantadas en ellas. Había con ello en muchos pueblos dos centros para pocos niños pues la natalidad estaba en franca decadencia, por lo que mi intención fue parar esa proliferación de ofertas que no tenía otro interés que controlar el sector y adoctrinar a los alumnos. No tuve demasiado apoyo en esta resistencia por parte del Departamento en el que se insertaba mi actuación.
Una de esas ikastolas, cuyo nombre no voy a citar para evitarme problemas, publicó en el periódico EGIN, correa de transmisión del mundo abertzale, esta foto donde se ve la imagen de Buesa apedreada por unos niños.
Si en cualquier sociedad civilizada es censurable y la pedagogía del odio es una aberración, el inducir a niños a la violencia, a la falta de respeto a sus semejantes, a la subversión contra las instituciones (Consejería de Educación del Gobierno Vasco) es deleznable. Esta imagen lo dice todo y no hay mucho que comentar.
Pasemos a la siguiente, pura alegoría del abertzalismo coercitivo que atenazó a la sociedad vasca.
En esta imagen se invita a Fernando Buesa a marcharse, y si lo hubiese hecho sería uno más de los doscientos mil vascos que se fueron de su tierra por el fascismo al que ahora quieren lavar la cara en un proceso de deconstrucción de la memoria.
Y por fin acabo con otra pegatina, para dejar testimonio de la violencia verbal desatada en aquellos momentos por aquellos que consideraban enemigos a todos los que no compartían su ideario anticonstitucional e ilegítimo.
Lograron su objetivo. Asesinaron a Fernando Buesa en Febrero del año 2000, año en el que se inauguraba un nuevo siglo como presagio de lo que podría ocurrir unos lustros más tarde.
La pregunta es… ¿están logrando sus propósitos?…