Navarra a hostias
La situación política actual en Navarra es de desmembramiento y desnaturalización, gracias a los errores de la Transición, aunque nace de la misma fuente: “el odio hacia el Occidente conocido, edificado y fundamentado en los valores de la cristiandad”.
El miserable se llama Abel Azcona, dice ser artista y es homosexual. El figura tiene una exposición en la ciudad de Pamplona, gobernada por los marxistas de EH-BILDU. La exposición no podía tener mejor nombre: “Desenterrados”. Azcona lleva varios meses asistiendo a misa, no por devoción, sino para robar y profanar la eucaristía, con la que construir en una de sus obras la palabra “Pederasta”.
Lo cuenta él mismo en su cuenta de Twitter: “Asistí a 242 eucaristías y con las hostias consagradas guardadas formé la palabra #Pederastia. #PerformanceArt”. Como no podía ser de otro modo, ya tiene varias demandas.
Que busca notoriedad es evidente, pues de preocuparle dicho crimen debería mirar y señalar a los suyos, líderes en todas las estadísticas. Frente a los vergonzantes casos de pederastia aparecidos en la Iglesia, hay que recordar que también hay casos de pedarastia entre el colectivo homosexual o en el Islam (recuerden: Mahoma casó con niña de ocho años, y aun hoy es legal), lo que evidencia que esto solo obedece a otro ataque más de cristianofobia por quienes nos hablan de respeto, progresismo y tolerancia, esa izmierda cainita y resentida, agrupada bajo el #LGTB, antisemita y proislam.
La vergonzante exposición sirve como botón de muestra de lo que empezamos a contemplar: una campaña de demolición de la cultura navarra (si los navarros lo permiten) en todos los frentes, y va a ser metódica. Lengua, historia, cultura y tradiciones. Esta exposición es solo una parte de un todo.
Alojada en dependencias del Ayuntamiento de Pamplona gracias a Maider Beloki, concejal de cultura, y su alcalde José Asiron (Joseba, en vascuence batua) ambos de los partidos políticos cercanos a la banda terrorista ETA, marxistas y separatistas, pretende atacar una institución esencial de Navarra: la Iglesia. Y, a través de ella, las creencias y valores de los navarros abocados al promulgado ateísmo desde sus instituciones, y la multiculturalidad que fomenta la izquierda marxista.
Las banderas ikurriñas que pintó Sabino Arana para su partido, el PNV (más tarde impuestas como bandera de todos los vascos, nacionalistas o no nacionalistas) ya lucen sin pudor en instituciones del antiguo reino navarro. La educación es el otro objetivo irrenunciable y las “madrasas” aranistas, o “ikastolas” surgen por doquier. Mientras, la presidenta de Navarra, Uxue Barcos, de hipócrita y dialogante talante, se prepara para exigir a quien quiera optar a un empleo público saber perfectamente el vascuence.
Paralelamente, ya se preparan mociones para exigir el derecho a decidir (inventado por el jurista nazi Carl Schmitt y la anexion de los Sudetes) pensando en la “transitoria”, esa falaz estafa constitucional, la ultima cesion apaciguadora que Arzalluz logró incrustar a cambio de votar Sí a la constitución de la reconciliacion, para, en la primera de sus traiciones, abstenerse. De ahí hacia la anexión de Navarra a esa Euskadi soñada por la joven víctima de "la enfermedad del bronce", Arana, de temprana muerte.
Poco queda por decir. Ya no matan, así es, tras más de 50 años de pistolas y casi mil inocentes inmolados. Hoy se trata de destruir la historia, modificarla, retorcerla, reescribirla y adaptarla; intimidando y atacando hasta lo sagrado, el asesino es héroe, y la víctima, otro daño colateral. Pero no se equivoquen: son totalitarios, y como tales, el miedo, la coacción y la intimidación presiden sus actos. Aunque ya no maten. 150.000 vascos refugiados en otros territorios españoles dan fe. Vayan si no a Hernani con una bandera de España, y verán. Son la diáspora vasca, cuyos familiares asesinados fueron enterrados por la puerta de atrás, hoy oficialmente olvidados. “Algo habrán hecho”.
Asistimos a lo imposible. Los herederos de las cadenas que Sancho VII “el Fuerte” trajo de las Navas de Tolosa hoy rendidos por una teoría nacionalista de apenas 100 años van a ser saqueados. No respetarán nada.
La situación política actual en Navarra es de desmembramiento y desnaturalización, gracias a los errores de la Transición, aunque nace de la misma fuente: “el odio hacia el Occidente conocido, edificado y fundamentado en los valores de la cristiandad”.
El miserable se llama Abel Azcona, dice ser artista y es homosexual. El figura tiene una exposición en la ciudad de Pamplona, gobernada por los marxistas de EH-BILDU. La exposición no podía tener mejor nombre: “Desenterrados”. Azcona lleva varios meses asistiendo a misa, no por devoción, sino para robar y profanar la eucaristía, con la que construir en una de sus obras la palabra “Pederasta”.
Lo cuenta él mismo en su cuenta de Twitter: “Asistí a 242 eucaristías y con las hostias consagradas guardadas formé la palabra #Pederastia. #PerformanceArt”. Como no podía ser de otro modo, ya tiene varias demandas.
Que busca notoriedad es evidente, pues de preocuparle dicho crimen debería mirar y señalar a los suyos, líderes en todas las estadísticas. Frente a los vergonzantes casos de pederastia aparecidos en la Iglesia, hay que recordar que también hay casos de pedarastia entre el colectivo homosexual o en el Islam (recuerden: Mahoma casó con niña de ocho años, y aun hoy es legal), lo que evidencia que esto solo obedece a otro ataque más de cristianofobia por quienes nos hablan de respeto, progresismo y tolerancia, esa izmierda cainita y resentida, agrupada bajo el #LGTB, antisemita y proislam.
La vergonzante exposición sirve como botón de muestra de lo que empezamos a contemplar: una campaña de demolición de la cultura navarra (si los navarros lo permiten) en todos los frentes, y va a ser metódica. Lengua, historia, cultura y tradiciones. Esta exposición es solo una parte de un todo.
Alojada en dependencias del Ayuntamiento de Pamplona gracias a Maider Beloki, concejal de cultura, y su alcalde José Asiron (Joseba, en vascuence batua) ambos de los partidos políticos cercanos a la banda terrorista ETA, marxistas y separatistas, pretende atacar una institución esencial de Navarra: la Iglesia. Y, a través de ella, las creencias y valores de los navarros abocados al promulgado ateísmo desde sus instituciones, y la multiculturalidad que fomenta la izquierda marxista.
Las banderas ikurriñas que pintó Sabino Arana para su partido, el PNV (más tarde impuestas como bandera de todos los vascos, nacionalistas o no nacionalistas) ya lucen sin pudor en instituciones del antiguo reino navarro. La educación es el otro objetivo irrenunciable y las “madrasas” aranistas, o “ikastolas” surgen por doquier. Mientras, la presidenta de Navarra, Uxue Barcos, de hipócrita y dialogante talante, se prepara para exigir a quien quiera optar a un empleo público saber perfectamente el vascuence.
Paralelamente, ya se preparan mociones para exigir el derecho a decidir (inventado por el jurista nazi Carl Schmitt y la anexion de los Sudetes) pensando en la “transitoria”, esa falaz estafa constitucional, la ultima cesion apaciguadora que Arzalluz logró incrustar a cambio de votar Sí a la constitución de la reconciliacion, para, en la primera de sus traiciones, abstenerse. De ahí hacia la anexión de Navarra a esa Euskadi soñada por la joven víctima de "la enfermedad del bronce", Arana, de temprana muerte.
Poco queda por decir. Ya no matan, así es, tras más de 50 años de pistolas y casi mil inocentes inmolados. Hoy se trata de destruir la historia, modificarla, retorcerla, reescribirla y adaptarla; intimidando y atacando hasta lo sagrado, el asesino es héroe, y la víctima, otro daño colateral. Pero no se equivoquen: son totalitarios, y como tales, el miedo, la coacción y la intimidación presiden sus actos. Aunque ya no maten. 150.000 vascos refugiados en otros territorios españoles dan fe. Vayan si no a Hernani con una bandera de España, y verán. Son la diáspora vasca, cuyos familiares asesinados fueron enterrados por la puerta de atrás, hoy oficialmente olvidados. “Algo habrán hecho”.
Asistimos a lo imposible. Los herederos de las cadenas que Sancho VII “el Fuerte” trajo de las Navas de Tolosa hoy rendidos por una teoría nacionalista de apenas 100 años van a ser saqueados. No respetarán nada.