Quienes hayan visto la serie “Isabel” entenderán mi columna. Crecido entre cristianos y educado en la fe de Jesús, viví y escuché en mi niñez cómo el término judío se usaba de modo peyorativo. “Escupir es de judíos” o el término “ladino” se empleaban para denostar o señalar a alguien maligno o interesado, del modo menos cristiano. Es una herencia que caló en los españoles durante siglos. “El ladino” no es otra cosa que el castellano que en el aciago año de 1492, tras el edicto de Granada, nuestros compatriotas sefardíes se llevaron y conservaron, obligados si no abjuraban de su fe hebrea. Bien hicieron en marchar. 

Ayer, los únicos ladinos, los españoles, reparamos uno de los mayores desafueros históricos. Su Majestad el Rey firmó la "Ley 12/2015 en materia de concesión de nacionalidad española a los sefardíes originarios de España", como ciudadanos españoles de pleno derecho, en un acto solemne celebrado en el Palacio Real de Madrid.

Quienes en 1492 abjuraron y se quedaron como nuevos cristianos nunca fueron aceptados. “Los conversos” acabaron en manos del “Santo Oficio”, torturados por Torquemada o señalados socialmente. Las matanzas ocurridas en 1321 en Navarra y las posteriores de 1391 en todo el reino de Aragón y de Castilla eran el preludio de lo que más tarde acontecería. En aquellos convulsos tiempos, Isabel de Castilla los valora y aprecia por su ciencia y saber, capacidad política y fidelidad a su reinado, que financian. El texto que redacta el 7 de julio de 1477 tras los incidentes en la aljama de Trujillo no deja dudas:

“Todos los judíos de mis reinos son míos y están so mi protección y amparo y a mí pertenece de los defender y amparar y mantener en justicia”

Con posterioridad, y ante los incidentes contra los conversos en Sevilla, el 6 de septiembre de 1477 escribe:

“Tomo bajo mi protección a los judíos de las aljamas en general y a cada uno en particular, así como a sus personas y sus bienes; les protejo contra cualquier ataque, sea de la naturaleza que sea…; prohíbo que se les ataque, mate o hiera; prohíbo asimismo que se adopte una actitud pasiva si se les ataca, mata o hiere.”

Isabel es devota cristiana y cumplidora de la Biblia. Defiende a los judíos ante Roma y ante el clero español, donde la envidia y la maledicencia hallan campo abonado. Los celos por su capacidad intelectual y su oro estallan transformados en continuos conflictos. La eterna España cainita. Finalmente, se les aparta y señala. En las Cortes de Toledo de 1480 se promulga la primera traición, obligándolos a vivir en barrios separados (aljamas) y a llevar un distintivo carmesí. Tras la expulsión de Andalucía, viene el decreto de 31 de marzo de 1492. Las condiciones de la expulsión son, además de un desafuero e injustas, durísimas. Copio el texto:

"Acordamos de mandar salir todos los judíos y judías de nuestros reinos y que jamás tornen ni vuelvan a ellos ni alguno de ellos. Se da plazo de 4 meses para abandonar los dominios de los reyes. Quienes no lo hicieran en plazo o volvieran serían castigados con la pena de muerte y confiscación de sus bienes. Quienes auxiliaran a judíos o los ocultaran perderían sus bienes, vasallos y fortalezas y otros heredamientos. En el plazo fijado de 4 meses los judíos podrían vender sus bienes inmuebles y llevarse el producto de la venta en forma de letras de cambio (no en moneda acuñada o en oro y plata porque su salida estaba prohibida por la ley) o de mercaderías siempre que no fueran armas o caballos, cuya exportación también estaba prohibida"

Seis millones de españoles ven cómo 200.000 de ellos han de exiliarse. Con ellos pierden a sus más abnegados y prósperos mercaderes, ilustres médicos (el de la misma reina Isabel), escribas, científicos y lo más granado de la administración del Estado, pero también resquebraja el sistema financiero, los prestamistas judíos. Años después Solimán el Magnífico exclama al embajador enviado por Carlos V "que se maravillaba que hubiesen echado los judíos de Castilla, pues era echar la riqueza".

Los sefardíes apenas se llevan de España las llaves de sus casas y su lengua, el castellano. 523 años más tarde, la intemporal capacidad de memoria y fidelidad a sus raíces del pueblo hebreo ha conservado aquel castellano, intacto tras el paso del tiempo, y la memoria de la patria perdida, regando la historia occidental de "españoles expatriados" ilustres, y creando comunidades sefardíes en todo Cccidente.

España, en buena hora, reconoció esta fidelidad en 1990, con la entrega del “premio Príncipe de Asturias a la concordia” a las comunidades sefardíes, en la persona de Solomon Gaón, quien nos regaló un poema del Sefardí Bosnio Abraham Kappon que a mí me pone los pelos de punta y os traigo aquí:

A tí, España bienquerida,

Nosotros “madre” te llamamos

Y, mientras toda nuestra vida,

Tu dulce lengua no dejamos.

Aunque tú nos desterraste

Como madrastra de tu seno,

No estancamos de amarte

Como santísimo terreno

En que dejaron nuestros padres

A sus parientes enterrados

Y las cenizas de millares

De tormentados y quemados.

Por tí nosotros conservamos

Amor filial, país glorioso,

Por consiguiente te mandamos

Nuestro saludo glorioso

Hoy, los judios vuelven a sufrir otro acoso, de la mano de quienes odian a España, desprecian su cultura, tergiversan su historia, niegan tradiciones, ofenden la bandera y se burlan del himno.  Hablo del marxismo, criminal e intolerante ideología, amiga del terrorismo y del crimen de Estado, que aún pervive en la mentira y el saqueo al prójimo.

Les señalan de nuevo bajo una infame campaña #BDS. Son los amigos del Islam, religión de la intolerancia con los derechos humanos de todos, especialmente de gais y mujeres, quienes hoy pretenden conseguir adhesiones institucionales en ayuntamientos gobernados por Podemos, denunciando que los judíos tengan derecho a defenderse en su legítima tierra, Israel, ante las reiteradas agresiones terroristas del Islam, que duran desde 1922. 

El mundo ha de recordar que fue el Islam quien invadió todo el orbe conocido, invadió a Israel el mismo día de su constitución, y hoy de nuevo. promete volver, también a Al-Andalus, en proclamas del DAESH o campañas antisemitas de la mano de marxistas. 

Occidente se edificó en los valores y el derecho romano / judeo-cristiano, esos que nos dieron libertad y democracia y que algunos insisten en demoler.

Yo estoy con ellos… Espero que vosotros también. 

Han vuelto. 

Que no se vayan jamás.

Shalom