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Ernesto Ladrón de Guevara
Lunes, 14 de Diciembre de 2015 Tiempo de lectura:
La connivencia del PNV de Andoni Ortuzar con ETA

El nacionalismo, una lacra moral

[Img #7663]Decía en mi anterior artículo que me aburría a estas alturas de mi vida, tras treinta años indignado con el nacionalismo, seguir con la pesadez del monotema, pero semana tras semana se producen nuevas muestras de la aberración, que no dan tregua.

 

Esta semana no voy a seguir pegado al tema del Mas de lo más, me paso al asunto vasco, que no deja de producir asombro.

 

El señor Ortúzar, líder del PNV, en el contexto de la campaña electoral, ha manifestado que él no ha llevado escolta, para no agachar la cabeza ante ETA. En sentido contrario se puede interpretar que haber “disfrutado” de unos señores que te acompañaban a todas partes y condicionaban tu vida hasta el hastío más absoluto –y no era culpa de ellos, obviamente- era de cobardes, de los que agachábamos la cabeza ante ETA. Es decir, que era preferible, parece ser, y eso es interpretación mía de sus palabras, sacar pecho, ir de machote, y poner tu esbelto cuerpo a disposición de la banda terrorista ETA para que o te lo acribillaran o lo pulverizaran con alguno de los artefactos explosivos de los que solían acostumbrar en aquellos nada lejanos tiempos.

 

Por defender ante el Parlamento Europeo, junto a otros nueve compañeros del Foro Ermua, una Declaración denunciando el euskonazismo de ETA y los suyos, y de quienes recogían las nueces, me pusieron escolta. Al volver de Estrasburgo, los “camisas pardas” proetarras apedrearon la casa de nuestro compañero y amigo Agustín Ibarrola, y pocos días más tarde asesinaban a nuestro igualmente compañero y amigo del Foro Ermua José Luis López de Lacalle, que no había agachado la cabeza ante ETA pues no llevaba escolta, según la teoría filosófica de Ortúzar.

 

En aquella comparecencia ante los organismos del Parlamento Europeo y del Comisariado de Derechos Humanos del Parlamento Europeo decíamos muchas cosas, entre otras la siguiente: 

 

Los nacionalistas vascos contribuyeron a la elaboración del Estatuto, lo sancionaron dándole su apoyo en referéndum, y desde su entrada en vigor han ejercido el poder y la representación institucional en el País Vasco. Sin embargo, ahora han hecho suyo el programa de ETA e intentan obtener nuevas ventajas políticas ofreciendo a cambio el cese definitivo del terror. Para ello han suscrito un acuerdo al que denominan Declaración de Estella. Consiste en la propuesta de un trueque: soberanía nacional vasca a cambio de paz. Pero quien asume esta oferta no es ETA sino los partidos nacionalistas en su conjunto, incluidos los que gobiernan las instituciones. Es un proyecto estratégico nacionalista cuya verdadera naturaleza reside en el hecho de que ETA es la amenaza implícita que subyace en la propuesta, pues la no aceptación de los términos del ofrecimiento implica la reanudación de su terror.”

 

Y en las conclusiones de aquel documento de diez páginas decíamos, entre otras cosas, lo siguiente:

 

EL NACIONALISMO ES RESPONSABLE DEL DETERIORO DE LA DEMOCRACIA. Con el pacto de Estella el nacionalismo ha abandonado su tradicional ambigüedad hacia la violencia y se ha decantado por una alianza política con quienes la practican. El llamado nacionalismo democrático no sólo adopta los fines de ETA y de su brazo político, sino que acepta sus medios violentos y antidemocráticos. El PNV y EA no propugnan la violencia dentro de sus filas, pero la consienten en sus aliados. El nacionalismo en su conjunto ha contraído la terrible responsabilidad de apoyar y legitimar a un importante segmento de la sociedad vasca que aspira a la homogeneidad étnica, y cuyo recurso político más aspirado y coreado multitudinariamente es la violencia y el miedo.”

 

Es conveniente no olvidar aquella realidad, pues de lo contrario la vuelta a aquellos hechos de cooperación necesaria a los fines de ETA puede repetirse, tal como de alguna manera está sucediendo hoy en Navarra.

 

Al volver de aquella expedición, mi mujer, asustada y con lágrimas en los ojos,  me relató que un compañero de dirección política del señor Ortúzar muy amigo de los amigos de ETA lanzó diatribas en televisión contra aquellos representantes del Foro Ermua que tuvimos la “cobardía” de acudir a las instituciones europeas a denunciar las connivencias del nacionalismo con ETA. Sin equivocarse, mi mujer interpretó que eso tenía unas consecuencias que iban a ser letales para nuestra forma de vida.  

 

Esa es nuestra manera de agachar la cabeza, señor Ortúzar. Y por eso me pusieron a mí escoltas, que me acompañaron durante una década.

 

Veamos las barbaridades que hacen los valientes del nacionalismo:

 

El Gobierno Navarro dice estos últimos días que no sabía nada del atropello a los derechos de los niños y acto clarísimo de adoctrinamiento político de  una encuesta a escolares, sin el consentimiento ni información previa a sus padres o tutores, en la Mancomunidad de Sakana en Navarra. En esa encuesta se hace preguntas relacionadas con el lugar de origen de sus progenitores, si hablan o no euskera y su nivel de dominio, así como sus hermanos, la lengua de uso del alumno y en qué momentos utiliza el euskera como vehículo de comunicación, y si lo habla en casa, etc. Si el Gobierno Navarro desconocía esta llamada “Encuesta sociolingüística” mal, pues es un incompetente por desconocer lo que ocurre en los centros educativos que están bajo su dependencia, si lo conocían peor, pues mienten como bellacos y actúan de encubridores de este desatino.

 

El caso es que hacer preguntas de índole político a  púberes de 12 años es aberrante y una falta de respeto a los derechos del niño, además de un acto de claro sectarismo y una utilización de escuela como plataforma para el control social. Una muestra de la tendencia política de la encuesta es que se sustituye el término constitucional “España” por “Estado español” y se hacen preguntas como “¿Te sientes vasco?”  “¿Para sentirse vasco es necesario saber euskera?” o “¿Prefieres saber inglés o saber euskera?

 

Este tipo de cosas son las que definen al nacionalismo vasco en toda su diversidad. La falta de respeto a las personas como seres individuales; la ausencia de sensibilidad hacia los derechos del niño y rechazar el sentido genuino de lo que es la educación; el afán obsesivo por el control social y el adoctrinamiento político; son una constante de la actuación del bloque nacionalista, con la inestimable ayuda en ciertos momentos de  ingenuos patológicos, o lo que sería peor, de cómplices necesarios, como es una izquierda que ha perdido sus referentes genuinos y que da cobertura a estos aprendices de un fascismo de nuevo cuño.

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