Viernes, 31 de Octubre de 2025

Actualizada Jueves, 30 de Octubre de 2025 a las 16:49:22 horas

Tienes activado un bloqueador de publicidad

Intentamos presentarte publicidad respectuosa con el lector, que además ayuda a mantener este medio de comunicación y ofrecerte información de calidad.

Por eso te pedimos que nos apoyes y desactives el bloqueador de anuncios. Gracias.

Continuar...

Enrique Arias Vega
Jueves, 17 de Diciembre de 2015 Tiempo de lectura:

Aplaudidores de la violencia

[Img #7695]Me preocupa menos el descerebrado que ha golpeado a Mariano Rajoy que quienes han jaleado o aplaudido el ataque perpetrado contra él.

 

La turbia y desafortunada biografía del culpable lo sitúa entre esos adolescentes psicóticos y desarraigados que muestran programas televisivos de éxito, como Hermano Mayor. Al fin y al cabo, la patología criminal, a mayor o menor escala, es un hecho clínico que hay que tratar con terapias y correcciones individuales de diversos grados.

 

Pero, ¿qué decir de esos otros individuos que se complacen con la agresión en el mismo lugar de los hechos o en ese otro territorio de impunidad que son hoy día las redes sociales?

 

Ellos personifican una patología social de odio al contrario, es decir, a quien piensa de diferente manera que uno, y que justifica cualquier tipo de violencia contra él, desde las amenazas verbales al ataque físico, pasando por la intimidación personal y familiar.

 

Lo preocupante, digo, es que en esos casos no se trata muchas veces de seres marginados, con tristes y desafortunadas biografías, sino de personajes públicos, incluso, que creen erróneamente estar en posesión de unos valores morales que pisotean cada día. Recuerdo, por ejemplo, a aquella famosa escritora que hace pocos años se desayunó diciendo: “Cada mañana fusilaría dos o tres voces de la derecha”, refiriéndose brutalmente a aquellos contertulios radiofónicos o televisivos contrarios a sus ideas, por muy montaraces que fueran sus intervenciones.

 

En esas estamos: en la ascensión peldaño a peldaño de un clima contra la convivencia que hay que saber pararlo ya. Eso va desde la conversión del deporte en un escenario para ensayar la violencia, hasta la aceptación impune de la intimidación y agresión verbales. De no frenarse a tiempo, nadie sabe cómo podría acabar.

Portada

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.