“Es discriminatorio para el recién nacido”
Fernando Savater: “Querer ser padre sin madre o madre sin padre puede ser aceptado por un juez, pero no por la reflexión ética”
En una reciente columna de opinión publicada en “El País”, y comentando una reciente sentencia judicial “pionera en España” que condena por “discriminatoria” la disposición del Ministerio de Sanidad que sólo permitía la fecundación artificial a las mujeres que hayan fracasado más de un año en los intentos por coito vaginal, el filósofo Fernando Savater, uno de los más prestigiosos del mundo, explica las razones por las que, en su opinión, la norma del Ministerio de Salud no discriminaba a las mujeres lesbianas ni a las solteras que se negaban a mantener relaciones procreativas.
En su texto, el autor de “El valor de educar” señala lo siguiente: “Que una mujer sana procree un hijo artificialmente para abolir al varón (o que uno o dos hombres utilicen un vientre de alquiler para un fin semejante, pero inverso) es realmente discriminatorio para el recién nacido, huérfano programado y privado de una de las dos líneas de filiación que pertenecen a la condición humana”.
Y añade el también autor de libros como “Ética de urgencia” o “La aventura de pensar”: “Es lícito querer ser padre o madre, pero querer ser padre sin madre o madre sin padre puede ser aceptado por un juez, pero no por la reflexión ética, ya que hurta a un tercero una parte esencial de su aventura personal. Cualquiera puede criar a un niño, sean cuales fueren sus gustos eróticos, pero nadie participa en la paternidad como pareja de una probeta”.
Cinco días después del artículo de Savater, y en una carta al director publicada en el mismo periódico, le respondía Mercedes Navío, quien firmaba como psiquiatra, profesora de psicología y máster en bioética, y que se confesaba lesbiana. Ésta, además, tras rechazar que hubiera discriminación a un tercero por el hecho de no tener padre o madre, negaba que sea imprescindible tenerlos. “Desde cuándo nuestra condición humana está sujeta a la falacia naturalista en que se basan determinadas cosmovisiones excluyentes, desde cuándo han vuelto a fundirse el orden natural y el orden moral de las cosas que discriminaron antaño por razón de raza o sexo en virtud de supuestas inferioridades, y provocaron auténticos holocaustos (…) A qué psicología apela para afirmar que es necesario, imprescindible, tener un padre y una madre”. Y concluía: “Artículos como el que usted ha escrito hacen este mundo menos habitable para él y son impropios de una ‘autoritas’ ética como la suya”.
Unos días más tarde, y en otra carta al director, tan escueta como irónica, Fernando Savater respondía a Mercedes Navío. “Ahora que lo pienso, veo que tiene razón la doctora Navío Acosta. ¿De dónde me habré sacado yo que es necesario, imprescindible, tener un padre y una madre? La verdad es que creo recordar que lo he leído en Wikipedia”.
En una reciente columna de opinión publicada en “El País”, y comentando una reciente sentencia judicial “pionera en España” que condena por “discriminatoria” la disposición del Ministerio de Sanidad que sólo permitía la fecundación artificial a las mujeres que hayan fracasado más de un año en los intentos por coito vaginal, el filósofo Fernando Savater, uno de los más prestigiosos del mundo, explica las razones por las que, en su opinión, la norma del Ministerio de Salud no discriminaba a las mujeres lesbianas ni a las solteras que se negaban a mantener relaciones procreativas.
En su texto, el autor de “El valor de educar” señala lo siguiente: “Que una mujer sana procree un hijo artificialmente para abolir al varón (o que uno o dos hombres utilicen un vientre de alquiler para un fin semejante, pero inverso) es realmente discriminatorio para el recién nacido, huérfano programado y privado de una de las dos líneas de filiación que pertenecen a la condición humana”.
Y añade el también autor de libros como “Ética de urgencia” o “La aventura de pensar”: “Es lícito querer ser padre o madre, pero querer ser padre sin madre o madre sin padre puede ser aceptado por un juez, pero no por la reflexión ética, ya que hurta a un tercero una parte esencial de su aventura personal. Cualquiera puede criar a un niño, sean cuales fueren sus gustos eróticos, pero nadie participa en la paternidad como pareja de una probeta”.
Cinco días después del artículo de Savater, y en una carta al director publicada en el mismo periódico, le respondía Mercedes Navío, quien firmaba como psiquiatra, profesora de psicología y máster en bioética, y que se confesaba lesbiana. Ésta, además, tras rechazar que hubiera discriminación a un tercero por el hecho de no tener padre o madre, negaba que sea imprescindible tenerlos. “Desde cuándo nuestra condición humana está sujeta a la falacia naturalista en que se basan determinadas cosmovisiones excluyentes, desde cuándo han vuelto a fundirse el orden natural y el orden moral de las cosas que discriminaron antaño por razón de raza o sexo en virtud de supuestas inferioridades, y provocaron auténticos holocaustos (…) A qué psicología apela para afirmar que es necesario, imprescindible, tener un padre y una madre”. Y concluía: “Artículos como el que usted ha escrito hacen este mundo menos habitable para él y son impropios de una ‘autoritas’ ética como la suya”.
Unos días más tarde, y en otra carta al director, tan escueta como irónica, Fernando Savater respondía a Mercedes Navío. “Ahora que lo pienso, veo que tiene razón la doctora Navío Acosta. ¿De dónde me habré sacado yo que es necesario, imprescindible, tener un padre y una madre? La verdad es que creo recordar que lo he leído en Wikipedia”.