El sentimentalismo, el ternurismo, el buenismo, son emociones que crean y explotan los chamanes populistas que quieren desangrarnos fiscalmente, y que con su verborrea justiciera nos impiden analizar la realidad con ojos críticos.

El gran ejemplo de esta situación que puede provocarle un irracional complejo de culpa a grandes masas de españoles es la propuesta estrella de Podemos, que exige que los partidos aprueben su “Ley de Emergencia Social” porque afirma que la población está en una situación catastrófica.

¡Emergencia, emergencia! Como si esto fuera Biafra, Somalia, no hay techo, ni calor, ni luz, ni agua, los niños no tienen escuela, mendigan descalzos, y mueren tuberculosos por las calles.

“Ley de Emergencia Social” como si este país no fuera uno de los más igualitarios y con excelentes servicios, al menos entre los países desarrollados.

Hay bolsas de pobreza, y la mayoría suelen ser grupos étnicos endogámicos, una forma más del aldeanismo pequeñonacionalista, u okupas que han decidido no integrarse, que viven de y en la marginalidad, y que mantienen en ella a sus niños.

Pero la sociedad española les proporciona con nuestros impuestos alimentos y medios para sobrevivir, aunque sus caciques y patriarcas sean hostiles a las presencias ajenas que los vigilan: quieren administrar negocios ilícitos, y las ayudas, venderlas.

La democracia ha creado un sistema de servicios muy avanzado. Pese a la crisis, nadie se queda sin techo, luz, sin gas, sin ingresos de supervivencia, si hace un mínimo esfuerzo para conseguirlos en ayuntamientos y ONGs.

Podemos tiene cientos de miles de votantes voluntariamente improductivos. Los perroflautas, okupas y similares existen. Usted conoce algunos.

Quiere contratarlos como funcionarios-burócratas, parásitos en nómina como en Venezuela, para que sustituyan a los voluntarios gratuitos de las ONGs.

Estamos ante una gigantesca estafa fiscal-moral, y la mayoría no se da cuenta.