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Lunes, 18 de Enero de 2016 Tiempo de lectura:
El espantajo totalitario que apunta en el horizonte

La posible alianza del PSOE con la extrema izquierda se convierte en una amenaza histórica para España

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Tal y como están las cosas, España puede quedar próximamente en manos de una alianza de formaciones nacionalistas y de extrema izquierda, lideradas por el PSOE disminuido, desnortado y fanatizado de Pedro Sánchez, que por su abierto desafío a las leyes constitucionales supone una grave amenaza totalitaria para el futuro de nuestra democracia y de nuestro sistema de valores.  

 

Esta izquierda radical, alimentada por un sistema educativo que durante décadas se ha dejado en manos de los más extremistas y radicales, y en parte financiada económicamente por totalitarismos comunistas (Venezuela) e islamistas (Irán), ha alumbrado un territorio infame en el que cualquiera puede defender sin sonrojo una causa y su contraria al mismo tiempo. Un territorio que rápidamente se ha convertido, como no podía ser de otro modo, en un desierto doctrinal remiso a la aplicación de las leyes, salvo cuando éstas se utilizan, como ocurre en los regímenes totalitarios, para impulsar potentes decisiones intervencionistas de todo tipo que siempre perjudican a las libertades individuales de los ciudadanos.

 

A lo largo de los años, esta paulatina caída del PSOE en el pozo de la radicalidad se ha visto reforzada por la inacción y el mirar hacia otro lado de un centro-derecha históricamente acomplejado y lacio, desarbolado por la “corrección política” impuesta por la extrema izquierda y absolutamente carente de ganas, ideas e iniciativas para transmitir un claro y sólido discurso defensor de los valores éticos asociados a la tradición occidental y protector de los principios más elementales de nuestro sistema de convivencia.

 

En estos momentos, la extrema izquierda española, incluyendo en ella al PSOE indigente de Pedro Sánchez, se encuentra agrupando sus fuerzas, revisando sus recursos y diseñando múltiples y desafiantes estrategias de acción de cara a lo que consideran su gran batalla inmediata: la toma de La Moncloa y la conquista del poder empleando todos los medios posibles para expulsar al Partido Popular del mismo.  

 

Y aquí tenemos un problema grave, de dimensiones históricas, ya que una parte importante de estos actores políticos, representados por un numeroso elenco de formaciones, asociaciones, agrupaciones, foros, movimientos y mareas que se sitúan en el ámbito ideológico del comunismo, del anarquismo, del independentismo y del terrorismo (de ETA y Resistencia Galega, fundamentalmente), plantean como su principal objetivo no solamente la alternancia en el Gobierno de las instituciones sino, sobre todo, la superación del actual marco democrático. ¿Con qué fin? Para caminar hacia un nuevo régimen, todavía difuso y poco concreto en su configuración, pero demasiado parecido a los modelos “populares” representados por Nicolás Maduro en Venezuela o por los ayatolás iraníes.

 

Para el PSOE de Pedro Sánchez, para la extrema izquierda, para los nacionalistas y para los independentistas, sean éstos proetarras o no, la expulsión del Partido Popular del control de las instituciones democráticas solamente es una primera batalla a ganar, importante, pero no definitiva, en el marco de la gran guerra que mantienen contra la democracia parlamentaria como marco político de convivencia, contra el capitalismo como disciplina económica, contra el liberalismo como doctrina social y contra las libertades individuales como base sociológica de nuestras colectividades.  

 

Para ello, y apoyándose en el silencio cómplice de algunos de los medios de comunicación más sumisos y subvencionados de Europa, socialistas, radicales de izquierda y nacionalistas manipulan nuestra más reciente historia y la convierten en un guiñapo banderizo con el que despertar el fantasma de las “dos Españas”; disgregan el valor del idioma español como elemento de cohesión democrática mientras elevan cualquier jerga regional a la categoría de lengua imprescindible o apelan a la puesta en marcha de movimientos de masas incendiarios, desde el 15M hasta las “acciones” “Rodea el Congreso”, pasando por acampadas populares, marchas sindicales, huelgas sectoriales o convocatorias de protesta “espontáneas” a través de las redes sociales.  Pero, sobre todo, y como puede contemplarse ya en los ayuntamientos de Madrid, Barcelona, Cádiz, Santiago de Compostela o Pamplona, bildutarras, socialistas,  radicales de izquierda y nacionalistas colocan en puestos institucionales claves a los personajes más sectarios y excluyentes, siempre prestos a servir a los proyectos ideológicos más reaccionarios, populistas y totalitarios.  

 

Por todo esto, tenemos que estar alerta. Si no logramos hacer frente a quienes demagógicamente abogan por suprimir la libertad en aras de una siempre inexistente igualdad, si no conseguimos vencer a quienes desean imponer nuevas y ficticias fronteras dentro de las que levantar nuevos territorios que mangonear a su gusto, si no somos capaces de que miserables a sueldo de países totalitarios como Venezuela o Irán dejen de mancillar nuestras instituciones o si no alcanzamos pactos y acuerdos efectivos que logren detener esta humillante y peligrosísima escalada de la chusma éticamente despreciable y radical a nuestros principales órganos de poder, las consecuencias serán crueles y dramáticas para todos. 

 

Y por varias generaciones.

 

 

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