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Francisco López
Lunes, 25 de Enero de 2016 Tiempo de lectura:

Convergencia: el tapado secesionista

[Img #7973]Sería estúpido negar el carácter hegemónico del secesionismo en Catuluña. Cerca del 50% del electorado, una capacidad de movilización que sigue siendo impresionante, dominio casi completo en las instituciones, clases medias y altas entregadas a la causa, medios controlados férreamente, el mundo cultural rendido o silenciado, en definitiva, un poder tan absoluto que asombra que todavía los catalanes estén resistiendo a tan asfixiante presión.

 

La explicación "oficial" y que es repetida machaconamente por la Brunete Mediática secesionista es que ante las injusticias que sufre el noble pueblo catalán, éste ha alzado su voz exigiendo a los políticos que hicieran algo para acabar con esto y la única salida sólo podía ser la secesión. Es decir, que los partidos han sido “obligados” por el pueblo a reaccionar y encabezar lo que irónicamente muchos llamamos el pruses.

 

Como suele ser habitual, y más en un territorio como Cataluña donde la manipulación política y periodística ha llegado al paroxismo, la realidad es muy diferente. Desde 2010 hemos asistido a la culminación de un largo proceso, que fue diseñado y ejecutado de un modo admirable por Jordi Pujol Soley. Todo realizado con paciencia oriental, midiendo los tiempos durante décadas, tanteando al adversario para ver sus puntos débiles y respecto a sus mayores enemigos, comprándolos, buscando su neutralidad y cuando fuera necesario, hundiéndolos.

 

Jugó a todas las barajas, pero siempre con un objetivo: dinamitar España. Josep Rull en un artículo publicado el 16 de noviembre de 2014 en La Vanguardia con motivo del 40 aniversario explicaba, entre líneas, ese objetivo:

 

Convergència ha sido un partido posibilista, pragmático, que buscaba avanzar en el terreno nacional y en el social a través de pactos y acuerdos posibles, sin enrocarse en posiciones puristas pero impracticables. Durante unos cuantos decenios, la sociedad catalana bendecía este estilo político. La maduración del país, sin embargo, nos sitúa en una nueva perspectiva: ya no se trata de hacer aquello que es posible sino de hacer posible aquello a lo que aspiramos

 

Antes, aquello a lo que aspiraban quedaba en segundo plano porque era impracticable. Ahora, que si pueden, actúan para lograr “lo que aspiramos”. Llaman “maduración” a una impresionante labor de ingeniería social cuyo inicio hay consenso en que se puede fijar en el documento titulado "La estrategia de recatalanización", de otoño de 1990, donde con claridad meridiana se exponían las líneas maestras para lograr el asalto y secuestro de la hasta entonces vigorosa e independiente sociedad civil catalana. (Consultar PDF de “El Periódico” al final de este artículo)

 

Está pendiente hacer una revisión crítica de las posiciones de Convergència durante los años setenta y ochenta del pasado siglo, ahora que sabemos cúal era su objetivo último, pero lo cierto es que ya hubo avisos de que por debajo de la cara amable y de “responsabilidad de Estado” que vendía el señor Pujol, se estaba incubando el huevo de la serpiente. Avisos que fueron desoídos por la clase política, económica, sindical, cultural y, sobre todo, periodística.

 

El hecho más significativo durante la década de los ochenta, tuvo lugar el 20 de julio de 1986 y hasta ahora ha pasado desapercibido. Aquel día, los grupos independentistas celebraban la que entonces era su principal fiesta, el "Pi dels tres Braques", en el Pla de Campllong, Berga (Barcelona). En aquel momento Terra Lliure estaba en su apogeo y los grupos que apoyaban a la banda terrorista (Crida, PSAN, MDT, etc.), pugnaban por conseguir relevancia y eco. Aquel día los ultranacionalistas presentes se quedaron de piedra al asistir al desembarco del organizador y alcalde convergente Jaume Fargell, varios diputados autonómicos y sobre todo un alto cargo, Don Antoni Calzada i Salavedra.

 

El señor Calzada no era un cualquiera. Miembro del Consell Nacional de CDC, había presidido la Diputación Provincial de Gerona, fue alcalde de Olot, presidente de la Asociación Catalana de Municipios y Comarcas y ahora era  vicepresidente CiU en el Parlament. En definitiva, una personalidad convergente que acude acompañado de otros electos, mostrando por la vía de los hechos que no iba a título individual sino en representación a su partido. Desde el estrado dirigió unas palabras a unos estupefactos asistentes, que le habían recibido con silbidos y gritos a favor de Terra Lliure. Con claridad proclamó “aquí estamos personas que sentimos lo mismo, y aunque tenemos estrategias diferentes, vamos hacia un fin común”. Más claro imposible.

 

Ante tan cruda y descarnada proclama ideológica, que sólo había podido tener lugar con la autorización de la dirección, o sea, el señor Pujol Soley, no pasó nada. Absolutamente nada. Por un lado, el señor Calzada siguió su carrera política con normalidad. Por parte de los no nacionalistas, un espectro entonces mucho más amplio que el actual, no hubo protestas ni denuncias por este pronunciamiento oficial del partido de gobierno en el Principado. Ni tan siquiera les criticaron por compartir escenario con los habían realizado un constante enaltecimiento y apología del terrorismo. De esta manera, Convergencia supo que no estaba sometida a un férreo marcaje en este tema. Que mientras mantuvieran en Madrid y Barcelona una cuidada ambigüedad y un discurso con doble o triple lectura, tenían las manos libres para conquistar para el secesionismo en una primera fase, la Cataluña rural. En definitiva, mientras Terra Lliure seguía poniendo bombas, ellos podrían trabajar de un modo más abierto en las comarcas, por ese "fin común". Una vez que el melón estaba catado, con la excusa de los silbidos recibidos, se hicieron los ofendidos y en los siguientes años, la presencia convergente se limitará a ediles que sí acudían a título individual.

 

Ese 20 de julio de 1986 quedó fijado el marco en el cual se iba a desarrollar la estrategia de asalto del nacionalismo a la sociedad civil catalana. La desidia de Madrit, abandonando a los suyos en el Principado, dio vía libre al inicio del pruses.

 

Finalmente les dejo un anuncio de Catalunya Radio, emisora rígidamente controlada por la Generalitat. Es de 13 de septiembre de 1987, una época en la que se supone que CiU era sensata, oficialmente no utilizaba la estelada, también denominada cubana, y se suponía su plena implicación en la gobernabilidad de España. Fue publicado al menos en el diario Avui, con el lema “Siempre estamos” y una foto que lo dice todo. (Consultar PDF -Diario Avui-)

 

Siempre han sido los mismos y siempre han estado en el mismo sitio.

 

¿Por qué nadie quiso verlo y tomar medidas?

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