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Ernesto Ladrón de Guevara
Lunes, 29 de Febrero de 2016 Tiempo de lectura:

La vuelta de tuerca del nacionalismo

[Img #8245]Hace ya por lo menos quince años que se viene produciendo un fenómeno que ha sido ignorado por los agentes educativos, tanto sindicatos, asociaciones de padres, Consejo Escolar de Euskadi, Gobierno vasco… Se trata de la concentración de inmigrantes extranjeros en determinados centros, todos ellos públicos, y -¡qué casualidad!- en los modelos A. Quienes, como yo, han sido mal pensados siempre hemos creído que había un plan para desprestigiar a ese modelo, que ha sido demoledor. A los resultados me remito.

 

Parece ser que en Vitoria, la ciudad más impregnada por la inmigración de las tres vascas, -igual tampoco es casualidad- tiene 19 centros, de los que solamente uno es concertado, con más de 30% de alumnado extranjero. Cuatro de ellos sobrepasan el 80% de este alumnado y tres alcanzan la mitad de su matrícula. Yo mismo trabajé en los últimos años de mi vida profesional en uno de esos centros.

 

Lo curioso, o más bien sospechoso del caso, es que hasta ahora nadie se había dado cuenta de ello, y ahora que están las instituciones alavesas en manos nacionalistas,  incluido el Ayuntamiento de Vitoria por el golpe de las minorías minoritarias contra el grupo político ganador de las últimas elecciones municipales, el PP,  se aperciben de este fenómeno y todo el mundo se lleva las manos a la cabeza.

 

Asociaciones de padres, conocidas por el control que durante décadas han ejercido sobre ellas los colectivos abertzales, reclaman, tras lustros sin que se preocuparan lo más mínimo de esta situación, que se resuelva este problema, aparentemente para ellos muy escandaloso. Y, ciertamente, lo es.

 

Lo que pasa es que no es correcto el enfoque que ellos dan al problema, pues lo que reivindican es que se generalice el modelo D, de inmersión lingüística en euskera, para que así no haya guetos. Beatífica intención ésta de que no haya sistemas de escolarización diferentes para evitar la segregación si no fuera porque ya están muy vistos y son muy conocidos en la estrategia de implantar una inmersión lingüística que afecte a “troche y moche”, es decir a todo tipo de alumnado, sin considerar sus orígenes, lengua materna, etc.

 

Imagínense ustedes qué problema se les puede suscitar a los pobres alumnos inmigrantes que dominan mal la lengua común de los españoles, sufren carencias socio-económicas y culturales, déficits de amplio espectro, etc, aprendiendo materias fundamentales para su formación en una lengua que no es ambiental y no habla más del 15% de los ciudadanos alaveses.

 

Trampa sibilina es la que nos preparan, como ya es conocido en anteriores maniobras para la supresión del modelo B y sobre todo el A.

 

Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, en otra estrategia saducea ahora que están controlando las instituciones con el aval de los sempiternos traidores socialistas, van a vestir el santo de la conversión de modelos, liquidando los pocos restos que quedan de enseñanza en lengua materna.

 

Resulta curioso que los nacionalistas antaño, cuando se cometía el error de generalizar la lengua de Cervantes allí, incluso, donde los niños hablaban de cuna otra lengua, reclamaran la lengua materna como vehículo de aprendizaje, siempre con razonamientos muy consistentes, los mismos que hoy podrían aplicarse pero que se han olvidado, pasando olímpicamente sobre esta exigencia del sentido común. Sobre las posiciones nacionalistas a favor de la lengua materna como vehículo de aprendizaje no voy a insistir en este artículo pues ya he escrito otros anteriores con citas extraídas de fuentes primarias que lo demuestran. Sí voy a referir algunas del excelente libro que estoy leyendo de mi admirado Antonio Robles, titulado “Historia de la Resistencia al      Nacionalismo en Cataluña” que en 700 páginas muestra el sortilegio de barbaridades cometidas en la escuela por los inventores del patriotismo lingüístico. 

 

Por ejemplo, en los años 60 y 70 se hicieron campañas  “persistentes y extensas” para usar el catalán allí donde fuera lengua materna, utilizando la referencia de autoridad de los pronunciamientos de la UNESCO que recomendaban la lengua materna como vehículo natural para la enseñanza-aprendizaje. El líder del PSUC, Josep Benet, en Combat per una Catalunya autónoma, decía en los primeros años de la Transición que “Se tortura a nuestros niños durante los primeros años de escuela aprendiendo en una lengua que no es la materna”   y para ello argumentaba, con razón, que “Los resultados analizados  [desde 1928  en  la Conferencia Internacional de Bilingüismo de Luxemburgo] mostraron que estos alumnos a los que se aplicaba un programa de cambio de lengua ‘casa-escuela’ presentaban en general peores resultados académicos y niveles más bajos de inteligencia que aquellos niños en los cuales la lengua de instrucción y la familiar coincidían. A partir de estos datos, la Oficina Internacional de Educación manifestó públicamente que la Primera enseñanza en lengua materna había de ser condición sine qua non para un pleno desarrollo académico y psicológico de los niños”

 

Trias Fargas, de CIU, portavoz de Minoría Catalana insistía en 1978 en el Congreso de los Diputados: “Creo que es justo decir también que el derecho  a la lengua materna es un derecho del hombre, un requisito pedagógico de la máxima importancia. Cambiar de lengua en la niñez dificulta extraordinariamente la capacidad del niño. Nosotros nunca vamos a obligar a ningún niño de ambiente familiar castellano a estudiar en Catalán”  ¡Qué cinismo!  Vean lo que ocurre ahora. Son mentirosos hasta el esperpento.

 

El responsable de inmersión en los veintitrés años de la hégira pujolista, Joaquim Arenas i Sampera, argumentaba así refiriéndose a las conclusiones de la Conferencia Internacional de Bilingüismo, haciendo un contorsionismo  de 360º:  “Los sabios allí reunidos, no pocos catalanes, elaboraron unas conclusiones que llevaron a la condena del bilingüismo como aprendizaje simultáneo de dos lenguas y a proclamar en consecuencia la lengua materna como único vehículo para los aprendizajes escolares […]   Se puede afirmar que tanto en la conferencia de Bilingüismo de 1929 como en la de la UNESCO  desde 1951 hasta la actualidad, cuando se nombra el concepto de lengua materna se traduce en el sentido de ‘lengua maternal de la tierra’, es decir, de lengua territorial”   ¡Toma castaña…!

 

En fin… que los nacionalistas no tienen remedio, pero hacen lo que se les pone en la boina porque los demás, con el síndrome lanar, callan, por no desentonar y no parecer extranjeros en su tierra. Nunca ha habido más camaleonismo, como en estos últimos treinta años. Para no parecer antivasca ni “facha” la gente es capaz de comulgar con ruedas de molino sin inmutarse. Como cuando ETA pegaba tiros a todo pichón que se moviera, siendo paradógico que ahora todo el mundo pretende haber estado allí, luchando contra el terrorismo.  Y te miran con mala baba pues dejas en evidencia su cobardía y su falta de gallardía personal. Hay que tragar bilis para no terminar con ictericia.

 

Botón de muestra es también la decisión de Bildu, Podemos y Geroa Bai de incrementar en un 100% la oferta de inmersión lingüística en las guarderías municipales de la capital navarra, desplazando a los niños que aún se hacen cacas cuyos padres no quieren otra lengua que la suya propia, es decir el castellano, y contraviniendo la realidad social y cultural de Navarra en la zona pamplonica. Pero eso ya lo conocemos los alaveses. Para euskaldunizar –perdón-, para adoctrinar a los niños en la formación del espíritu nacionalista, hay que empezar desde los cero años. Ya irá extendiéndose, manu militari, la enseñanza en modelo de inmersión de forma progresiva e implacable. Y luego, Navarra será nacionalista, como ocurre en zonas de la llamada Euskadi donde nunca hubo implantación nacionalista, como es Alava.

 

Esto es lo que hay y lo que se nos viene.

 

 

 

 

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