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Manuel Molares do Val
Jueves, 14 de Abril de 2016 Tiempo de lectura:

Inmigrantes o refugiados

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La bondad de origen cristiano de tantos occidentales y la ideología sensiblera de las nuevas izquierdas lloronas y besuconas, están logrando que millones de ciudadanos se sientan culpables del rechazo de las autoridades a las oleadas de inmigrantes que tratan de entrar en Europa, supuestamente al huir de las guerras del cercano oriente.

 

Los creadores de ese sentimiento son la combinación de personas y oenegés que necesitan hacer el bien y los nuevos periodistas, casi todos de la izquierda plañidera, que se dejan dominar por las emociones y expresan compungidos “la vergüenza de ser europeo” por la existencia de fronteras.

 

Unos periodistas tratan de influir en las audiencias mostrando sólo a la minoría de mujeres y niños, y otros pagan a los inmigrantes para que muestren escenas lastimeras sumamente visuales para los dramadictos, los sensibleros telecincontrolados.

 

Manipulación de imágenes y emociones que impide distinguir a quienes son verdaderos refugiados, a los que debe acogerse de acuerdo con las convenciones internacionales, y quienes son los inmigrantes económicos de países sin guerra, muchos más, que llegan camuflándose con ellos.

 

En Alemania está comprobándose que buena parte de los supuestos refugiados son inmigrantes con dinero para pagar a las mafias que los introdujeron, y que aprovecharon la huida de los sirios para incumplir la legislación sobre inmigración de la UE.

 

Europa puede y debe aceptar refugiados, pero debidamente identificados porque se sabe que se les infiltran terroristas.

 

Los inmigrantes que entran enfrentándose cada vez más violentamente a las policías, y que rechazan alimentos por llevar una cruz -roja-, deben devolverse aunque lloren las oenegés y los periodistas sensibleros conviertan en programas basura, como tantos de los suyos, las imágenes de esos inmigrantes.

 

 

 

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