Incomprensible y grave
Estimado Sr. Director:
Tanto la recepción ofrecida a Otegi por el Parlament, con el apoyo de JxSí, la Cup y Podemos como su encabezamiento en la manifestación de San Sebastián rodeado de asesinos como Isidro Garalde Mamarru, José A. López Ruiz Kubati, Josu Zabarte Carnicero de Mondragón y otros muchos, han supuesto no sólo ofensas a los asesinados, a sus familias, a cuantos sufrieron el terror de los etarras y a la sociedad en general, sino que también se ha hecho patente la degradación política y de la institución catalana.
Otegi ha salido de la cárcel tan terrorista como entró porque no se ha arrepentido. Ha salido, algo incomprensible, sin condenar los crímenes de la banda que ha liderado, los secuestros ni las extorsiones. Ha salido quien hizo de la violación de los Derechos Humanos su “modus vivendi”, el inductor para que se cometieran asesinatos, el abanderado de la campaña por “la persuasión armada” para conseguir el objetivo, “el hombre de paz” que contribuyó la paz con ETA, mandando al otro mundo a quienes no pensaban como ellos.
Cuando una institución, grupos o personas marginan a las víctimas y honran a siniestros personajes, muestran su categoría moral y se denigran a sí mismos. ¿Se entendería que instituciones u organizaciones agasajaran a pederastas o a quienes asesinan a mujeres y niños?. Por otra parte, que Otegi pretenda ser lehendakari y que demasiados apoyen y aprueben su trayectoria, sean equidistantes o se pongan de lado, porque “no son judíos”, muestra hasta qué punto la enfermedad está inmersa en la sociedad.
Estimado Sr. Director:
Tanto la recepción ofrecida a Otegi por el Parlament, con el apoyo de JxSí, la Cup y Podemos como su encabezamiento en la manifestación de San Sebastián rodeado de asesinos como Isidro Garalde Mamarru, José A. López Ruiz Kubati, Josu Zabarte Carnicero de Mondragón y otros muchos, han supuesto no sólo ofensas a los asesinados, a sus familias, a cuantos sufrieron el terror de los etarras y a la sociedad en general, sino que también se ha hecho patente la degradación política y de la institución catalana.
Otegi ha salido de la cárcel tan terrorista como entró porque no se ha arrepentido. Ha salido, algo incomprensible, sin condenar los crímenes de la banda que ha liderado, los secuestros ni las extorsiones. Ha salido quien hizo de la violación de los Derechos Humanos su “modus vivendi”, el inductor para que se cometieran asesinatos, el abanderado de la campaña por “la persuasión armada” para conseguir el objetivo, “el hombre de paz” que contribuyó la paz con ETA, mandando al otro mundo a quienes no pensaban como ellos.
Cuando una institución, grupos o personas marginan a las víctimas y honran a siniestros personajes, muestran su categoría moral y se denigran a sí mismos. ¿Se entendería que instituciones u organizaciones agasajaran a pederastas o a quienes asesinan a mujeres y niños?. Por otra parte, que Otegi pretenda ser lehendakari y que demasiados apoyen y aprueben su trayectoria, sean equidistantes o se pongan de lado, porque “no son judíos”, muestra hasta qué punto la enfermedad está inmersa en la sociedad.