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Manuel Molares do Val
Domingo, 22 de Mayo de 2016 Tiempo de lectura:

Barça-Sevilla: banderías violentas

Hasta finales de este viernes se debatía la prohibición de exhibir banderas separatistas catalanas en el estadio del Atlético de Madrid este domingo, 22, en la final de la Copa del Rey de fútbol entre el Sevilla y el Barcelona, bajo la presidencia de Felipe VI.

 

Y ninguna autoridad del Gobierno, fuera de la delegada en Madrid del Gobierno, proclamaba sin reservas que la medida era prudente porque las “esteladas” podían generar enfrentamientos entre separatistas catalanes y españolistas sevillanos.

 

Los nacionalistas catalanes alegaban que la prohibición iba contra la libertad de expresión, cuando el problema era, como diría Bill Clinton, “la violencia, estúpido, la violencia”.

 

Un juez madrileño de lo Contencioso- Administrativo aceptó el razonamiento de los independentistas y ordenó que se admitan esas banderas que son la señera con un triángulo con una estrella.

 

Bien, pero después, si hay disturbios o sangre, ¿quién paga?

 

Por mucho menos unos forofos del Barcelona asesinaron con una bengala a un seguidor del Español durante un partido, y en una pelea los forofos del Atlético de Madrid, propietario del estadio del Barça-Sevilla, mataron otro de un equipo vasco, e igual hicieron en noviembre de 2014 con uno del Deportivo coruñés, al que aporrearon y ahogaron en el Manzanares.

 

Cuando aparezca el Rey en el palco del estadio parte de los barcelonistas lo abuchearán y pitarán el himno nacional –el error de Felipe VI es acudir a este patíbulo-- , a la vez que tratarán de exhibir sus “esteladas”, también vetadas por la UEFA y la Ley del Deporte como todo símbolo que induce a la violencia entre rivales

 

 

Aunque el veto ordenado por la Delegada del Gobierno en Madrid se debía más a esa prevención que a causas políticas, la Generalidad catalana y el Barça lo rechazaban en una gran campaña de propaganda victimista en nombre de la libertad.

 

Querían volver a Barcelona con algunos descalabrados para presentarlos en la “patria catalana” como mártires de la “pérfida España”.

 

Era y es una provocación patriotera. Exigen azuzarla, necesitan enfrentar unos españoles contra otros para mantener vivo el fuego separador-separatista.

 

Alguien deseará que haya muertos y heridos, y a la mayoría de la gente le dará igual porque se habrá contagiado con la degradación moral de quienes prendieron la mecha de la bomba, que si no explota es por casualidad.

 


 

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