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Jueves, 23 de Junio de 2016 Tiempo de lectura:

Unidos Podemos… ¿olvidar los crímenes comunistas?

[Img #9127]“El comunismo es defensa de los Derechos Humanos y eso es democracia” aseveraba recientemente Alberto Garzón en el diario “El Mundo” como el que sabe que, afirmaciones como esta, solo sirven para generar titulares y morbo. Y es que bien sabe el hermano pobre de Pablo Iglesias que dicha afirmación solo podía causar una mezcla de estupor, hilaridad e indignación. Estudios como “El Libro Negro del comunismo” han divulgado la interminable cadena de crímenes y abusos cometidos por el comunismo en el mundo, ya sea sobre cien millones de personas o sobre cincuenta - en este sentido, la izquierda recuerda a los llamados revisionistas del Holocausto que, intentando cuestionar la cifra de los seis millones de judíos asesinados en los campos de concentración, evitan, en realidad, una clara condena a una actitud criminal -.

 

A pesar de los esfuerzos realizados por la izquierda en España por exonerar a esa otra ideología totalitaria y criminal llamada comunismo, aquellas sociedades que lo han padecido durante décadas han venido a refutar las palabras de Garzón con su dramática experiencia y, por ella, con su claro rechazo a la (des)Memoria comunista de los países afectados: La Oficina para la Documentación y la Investigación de los Crímenes del Comunismo (República Checa), la Comisión Federal de la Memoria de la Stasi (Alemania), el Instituto Nacional de la Memoria (Polonia), el Instituto para la Investigación de los Crímenes del Comunismo en Rumanía, etc. son algunos de los muchos que investigan, desde el Báltico al Mar Negro, las tropelías, abusos y asesinatos perpetrados por aquellos que, según Garzón, tanto han defendido los Derechos Humanos y la libertad en Europa.

 

A esta constelación de países europeos que ponen en solfa la indolente aseveración de este comunista declarado, se ha unido, recientemente, Ucrania, país que ha promovido la promulgación de leyes contra los totalitarismos, ya sea comunista o nazi, cuya población ha aplaudido la eliminación de simbología comunista a lo largo y ancho del país: las fotos del derribo de las esculturas de Lenin resultan elocuentes. También del nombre de muchas localidades de Ucrania han desaparecido los, en la mayoría de los casos, oprobiosos nombres de las figuras bolcheviques y soviéticas cuya sola mención no puede más que traer a las víctimas llanto e indignación: tal es el caso de la importante ciudad de Dnipro (antigua Ekaterinoslav), de cuyo topónimo se eliminó el componente Petrovsk, puesto por Stalin en honor de Grigori Petrovsky.

 

Grigori Petrovsky ostentó el cargo de Comisario del Pueblo para Asuntos Interiores, es decir, que fue responsable de la Cheka, entre noviembre de 1917 y marzo 1919, en uno de los momentos álgidos de la represión bolchevique. A este “defensor” de los Derechos Humanos y la democracia se le atribuye una defensa rotunda de los métodos del terror – incluyendo la toma de rehenes y su ejecución en masa si se producía algún tipo de resistencia a las ofensivas comunistas –  y no solo durante la Revolución Bolchevique, sino años después, durante el período en el que ostentó lo más altos puestos de dirección del Régimen soviético (1922-1938), presidente del Comité Ejecutivo Central de Ucrania y Presidente del Comité Ejecutivo Central de la URSS, momento en el que se produce el injustamente olvidado Holodomor, el genocidio por hambre del pueblo ucraniano que arrojó la escalofriante cifra de, en torno a un millón de muertos, incluyendo niños y ancianos.

 

Algunas de estas protestas han resultado ser sumamente creativas, como la transformación de una escultura de Lenin en la imagen de Darth Vader, el tenebroso personaje de La Guerra de las Galaxias (región de Odessa), mientras que en Sofía, capital de Bulgaria, el Monumento al Ejército Rojo fue convenientemente tuneado haciendo de la mitología soviética un vistoso canto a la cultura pop.

 

Ese mismo monumento sería el soporte, así mismo, de una denuncia de los abusos y los crímenes comunistas con motivo de la invasión rusa de Ucrania: así, dos de las figuras que lo integran, serían pintadas con los colores de las banderas de Ucrania y de Polonia, y dos inscripciones: “Fuera las manos de Ucrania” y “Katyn”, en recuerdo, esta última, de la masacre perpetrada por los soviéticos sobre la “inteligentsia” polaca que formaría, en tiempos de la doble invasión nazi-soviética del país en 1939, los cuadros de mando del ejército polaco.

 

En definitiva, Alberto Garzón debería medir muy bien sus palabras y reflexionar antes de verter afirmaciones como las citadas, a fin de evitar que una simple ojeada, más allá de su mundillo de componendas y tejemanejes con Podemos, le devuelva a la realidad de manera implacable y traumática... Para eso, hay que tener escrúpulos y ponderación, algo de lo que la izquierda española parece carecer, en general.

 


 

 

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