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Martes, 16 de Agosto de 2016 Tiempo de lectura:
José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián

“El ser humano no puede manipular su naturaleza a su antojo”

A continuación, reproducimos algunos extractos de la homilía pronunciada por el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, con motivo del día de la Ascensión.

 

(…)

 

Conviene que hagamos algunas aplicaciones concretas de las enseñanzas derivadas de nuestra fe en la Asunción. Refiero brevemente tres de ellas:

 

1.- Hagamos una aplicación a la última de las obras de misericordia corporales: “Enterrar a los difuntos”: En efecto, la salvación de Dios, como contemplamos en María, alcanza al hombre entero; cuerpo y alma. En efecto, nuestro cuerpo –y no solo nuestra alma o espíritu— está llamado a la salvación eterna. En coherencia con esto, la fe católica rechaza de lleno la creencia en la reencarnación, por cuanto ésta supone una minusvaloración de la corporalidad… Precisamente, la fe cristiana es la fe en la “encarnación”, es decir, la fe que confiesa que Dios asumió la carne humana por toda la eternidad. Digámoslo de un modo claro: ¡Dios tiene cuerpo humano! Sí, me refiero a la humanidad de Jesús engendrada en las entrañas de la Virgen María. La fe cristiana es incompatible con los dualismos de corte reencarnacionista que se difunde en nuestros días, al amparo de una espiritualidad difusa que se conoce con el nombre de “New Age” o “Nueva Era”.

 

(…)

 

2.- Ecología del hombre; respeto a nuestra corporalidad: Frente a la tendencia dualista que tiende a disociar la materia del espíritu o el cuerpo del alma; la fiesta que hoy celebramos nos recuerda que el ser humano es una unidad sustancial de cuerpo y alma. Nuestro cuerpo no es una especie de “prótesis”, que podamos manipular o cambiar a nuestro antojo. El cuerpo es el icono del alma. No es “algo” sino que es “alguien”, soy “yo” mismo. Por lo tanto, cuando “jugamos” con nuestro cuerpo, lo hacemos con nuestra propia alma, es decir, con nuestra propia persona. Transcribo unas palabras de la encíclica “Laudato Si” que el año pasado publicó el papa Francisco, en la que aboga por una ecología integral, y no solo por una ecología animal, vegetal o mineral: “La ecología humana implica algo muy hondo: la necesaria relación de la vida del ser humano con la ley moral escrita en su propia naturaleza, necesaria para poder crear un ambiente más digno. Decía Benedicto XVI que existe una «ecología del hombre» porque «también el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo»” (LS 155)

 

3.- Esperanza trascendente: La fiesta de la Asunción es una invitación a que elevemos nuestras “esperanzas” hacia una “esperanza trascendente”... Alguien dijo que quien carece de una verdadera “esperanza”, vive invadido por multitud de deseos: deseos materiales, miopes, cortoplacistas, etc… Y es que, en última instancia, la esperanza no es otra cosa que la fe en el Dios fiel y misericordioso. Decía San Agustín que: “Hay dos grandes peligros: vivir sin esperanza, y vivir con una esperanza sin fundamento”. Si no tenemos fe, nuestra esperanza corre el riesgo de reducirse a un optimismo voluntarista. Por ello, el Papa Francisco gusta de repetir: “No me gusta la palabra ‘optimismo’ porque expresa una mera actitud psicológica. Me gusta más usar la palabra esperanza”. El mismo Francisco añade: “La esperanza es como la levadura, la que hace que el alma sea grande”.

 

 

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