Votar no a Rajoy pone en peligro la permanencia de Urkullu en Ajuria Enea
El PNV está jugando con fuego en Madrid y puede resultar quemado en Vitoria. En la primera sesión de investidura, los diputados jeltzales sumaron su negativa a las de Sánchez, Iglesias y grupos minoritarios contra Mariano Rajoy.
Si bien es cierto que todavía queda partida y cartas por repartir hasta el viernes, los de Sabin Etxea tienen que meditar muy bien si, finalmente, apoyan u optan por una abstención facilitadora de la investidura de Rajoy como presidente o se unen a la bancada del no.
En el caso de que opte por apoyar al candidato popular o abstenerse en la próxima sesión, es posible que el PNV pague cierto rédito electoral en los próximos comicios del 25 de septiembre. Algún votante descontento puede abandonar las filas jeltzales y depositar su papeleta en la urna con el anagrama de otra formación. Toda decisión tiene un coste y esta puede costarle algún disgusto en forma de escaño al PNV.
Sin embargo, un voto contra Mariano Rajoy puede ser letal para las aspiraciones de Iñigo Urkullu de permanecer otros cuatro años más como inquilino en Ajuria Enea. Todas las encuestas publicadas hasta la fecha coinciden en que los socialistas vascos van a sufrir un serio retroceso el próximo 25 de septiembre, lo que previsiblemente obligará al PNV a adicionar un nuevo socio de gobierno o a buscar un apoyo puntual que le permita gobernar en minoría. Descartados Podemos y EH Bildu por razones obvias, Urkullu puede necesitar los valiosos diputados del PP en la cámara gasteiztarra.
Evidentemente, la negativa del PNV a Rajoy en Madrid tendrá su lógica réplica del PP en el Parlamento Vasco, tal vez abriendo la puerta a que, gracias a la abstención de los populares, una coalición entre EH Bildu y Podemos pueda mandar al PNV a la oposición.
Este viernes, los jeltzales tendrán que decidir si facilitan la investidura de Mariano Rajoy, garantizando así la más que probable reelección de Urkullu al frente de la Lehendakaritza, o se juegan todo a una carta, la del menguante apoyo socialista en exclusiva, en el País Vasco. Y estas jugadas suelen terminar mal.
El PNV está jugando con fuego en Madrid y puede resultar quemado en Vitoria. En la primera sesión de investidura, los diputados jeltzales sumaron su negativa a las de Sánchez, Iglesias y grupos minoritarios contra Mariano Rajoy.
Si bien es cierto que todavía queda partida y cartas por repartir hasta el viernes, los de Sabin Etxea tienen que meditar muy bien si, finalmente, apoyan u optan por una abstención facilitadora de la investidura de Rajoy como presidente o se unen a la bancada del no.
En el caso de que opte por apoyar al candidato popular o abstenerse en la próxima sesión, es posible que el PNV pague cierto rédito electoral en los próximos comicios del 25 de septiembre. Algún votante descontento puede abandonar las filas jeltzales y depositar su papeleta en la urna con el anagrama de otra formación. Toda decisión tiene un coste y esta puede costarle algún disgusto en forma de escaño al PNV.
Sin embargo, un voto contra Mariano Rajoy puede ser letal para las aspiraciones de Iñigo Urkullu de permanecer otros cuatro años más como inquilino en Ajuria Enea. Todas las encuestas publicadas hasta la fecha coinciden en que los socialistas vascos van a sufrir un serio retroceso el próximo 25 de septiembre, lo que previsiblemente obligará al PNV a adicionar un nuevo socio de gobierno o a buscar un apoyo puntual que le permita gobernar en minoría. Descartados Podemos y EH Bildu por razones obvias, Urkullu puede necesitar los valiosos diputados del PP en la cámara gasteiztarra.
Evidentemente, la negativa del PNV a Rajoy en Madrid tendrá su lógica réplica del PP en el Parlamento Vasco, tal vez abriendo la puerta a que, gracias a la abstención de los populares, una coalición entre EH Bildu y Podemos pueda mandar al PNV a la oposición.
Este viernes, los jeltzales tendrán que decidir si facilitan la investidura de Mariano Rajoy, garantizando así la más que probable reelección de Urkullu al frente de la Lehendakaritza, o se juegan todo a una carta, la del menguante apoyo socialista en exclusiva, en el País Vasco. Y estas jugadas suelen terminar mal.