La pérdida del escaño 29 del PNV y lo que algunos advertimos a Iñigo Urkullu
Lo expliqué en mi columna del 23 de agosto publicada en este diario digital: el PNV se equivocó adelantando los plazos de celebración de las elecciones al Parlamento vasco al 25 de septiembre. Según mis informaciones, los asesores más cercanos a Iñigo Urkullu convencieron al lehendakari de que convocar los comicios cuanto antes era la mejor opción, pues evitaban que Podemos continuase creciendo, se aprovechaban del caos político reinante en Madrid y obtenían toda la atención mediática posible.
Como señalé en aquel artículo, Podemos comenzaba a menguar y dar síntomas de agotamiento político, Mariano Rajoy estaba más cerca de La Moncloa que nunca y los medios de comunicación repartirían su atención entre Euskadi y Galicia, tras anunciar Núñez Feijóo que llamaría a los gallegos a las urnas el mismo día, perdiendo los jeltzales el eco mediático que esperaban lograr.
Y la jugada, como adelanté, ha salido mal, muy mal, para los de Sabin Etxea. El PNV debía haber retrasado los comicios todo lo que legalmente era posible para aprovechar al máximo el declive de Podemos. Si las elecciones se hubieran celebrado, por ejemplo, a finales de octubre, la distancia entre los morados y los jeltzales hubiese sido, sin duda alguna, mucho mayor por lo que la pérdida del escaño 29 ante EH Bildu no tendría la importancia que cobra ahora, obligando al PNV a pactar con el PSE y el Partido Popular.
Además, de haber agotado todo el plazo que marca la legislación vigente para la celebración de los comicios, el PNV estaría aprovechándose ahora mismo de la situación de liquidación y derribo que se vive en el PSOE, un partido que es un espectro de lo que fue y que avanza resueltamente hacia su defunción política en medio de luchas y puñaladas intestinas. No cabe duda de que el descalabro del PSE hubiera sido aún mayor si cabe de haber sabido esperar en anunciar la cita electoral y de que el PNV, como partido de la moderación y la estabilidad, se hubiera hecho con algún escaño más procedente del periclitado socialismo vasco y estatal. Y hoy no estaría obligado a negociar con el PSE y el Partido Popular al mismo tiempo.
La pérdida del escaño de Bizkaia obliga al PNV a realizar ahora un complicado juego de pactos con un PSE que, como el resto del PSOE, es tóxico y que se encuentra en una avanzada fase de liquidación y derribo y con un Partido Popular que pedirá la abstención activa y quizás algo más a los cinco diputados jeltzales en Madrid. Espero que no se quejen en Sabin Etxea de su suerte. No será porque no se lo advertimos algunos.
Lo expliqué en mi columna del 23 de agosto publicada en este diario digital: el PNV se equivocó adelantando los plazos de celebración de las elecciones al Parlamento vasco al 25 de septiembre. Según mis informaciones, los asesores más cercanos a Iñigo Urkullu convencieron al lehendakari de que convocar los comicios cuanto antes era la mejor opción, pues evitaban que Podemos continuase creciendo, se aprovechaban del caos político reinante en Madrid y obtenían toda la atención mediática posible.
Como señalé en aquel artículo, Podemos comenzaba a menguar y dar síntomas de agotamiento político, Mariano Rajoy estaba más cerca de La Moncloa que nunca y los medios de comunicación repartirían su atención entre Euskadi y Galicia, tras anunciar Núñez Feijóo que llamaría a los gallegos a las urnas el mismo día, perdiendo los jeltzales el eco mediático que esperaban lograr.
Y la jugada, como adelanté, ha salido mal, muy mal, para los de Sabin Etxea. El PNV debía haber retrasado los comicios todo lo que legalmente era posible para aprovechar al máximo el declive de Podemos. Si las elecciones se hubieran celebrado, por ejemplo, a finales de octubre, la distancia entre los morados y los jeltzales hubiese sido, sin duda alguna, mucho mayor por lo que la pérdida del escaño 29 ante EH Bildu no tendría la importancia que cobra ahora, obligando al PNV a pactar con el PSE y el Partido Popular.
Además, de haber agotado todo el plazo que marca la legislación vigente para la celebración de los comicios, el PNV estaría aprovechándose ahora mismo de la situación de liquidación y derribo que se vive en el PSOE, un partido que es un espectro de lo que fue y que avanza resueltamente hacia su defunción política en medio de luchas y puñaladas intestinas. No cabe duda de que el descalabro del PSE hubiera sido aún mayor si cabe de haber sabido esperar en anunciar la cita electoral y de que el PNV, como partido de la moderación y la estabilidad, se hubiera hecho con algún escaño más procedente del periclitado socialismo vasco y estatal. Y hoy no estaría obligado a negociar con el PSE y el Partido Popular al mismo tiempo.
La pérdida del escaño de Bizkaia obliga al PNV a realizar ahora un complicado juego de pactos con un PSE que, como el resto del PSOE, es tóxico y que se encuentra en una avanzada fase de liquidación y derribo y con un Partido Popular que pedirá la abstención activa y quizás algo más a los cinco diputados jeltzales en Madrid. Espero que no se quejen en Sabin Etxea de su suerte. No será porque no se lo advertimos algunos.