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Teresa Díaz Bada
Miércoles, 26 de Octubre de 2016 Tiempo de lectura:

Sobre la discreción

[Img #9958]A nadie le gusta hablar con personas presuntuosas. Nadie disfruta de la compañía de un fanfarrón. Sin embargo, hay personas tímidas que lo pasan mal pensando en que no son tan ágiles o parlanchinas como deberían en reuniones sociales, e incluso querrían poder fanfarronear de vez en cuando creyendo que así llevan el peso de la conversación y resultan más entretenidos y atractivos.

 

Y es que aquí, en las relaciones sociales, también se percibe esa presión social que nos dice que tenemos que ser lo mejor en todo: aspecto físico, inteligencia, habilidades sociales, trabajo… la presión es terrible y muchas personas confunden lo que es un problema a la hora de relacionarse, como puede ser la fobia social o incapacidad para relacionarse socialmente con un miedo intenso que impide cualquier contacto social, con una timidez propia del carácter de muchas personas, absolutamente normal, puesto que no produce malestar ni desajuste social o personal y que no tiene nada que ver con una incapacidad o problema.

 

En consulta, generalmente, cuando me cuentan sobre situaciones como las que comentamos, explico que no es preciso ser el payaso de las reuniones, ni el punto de atención o el centro de las reuniones con los amigos. Hay gente discreta que funciona mejor en “petit comité” y que es capaz de tener una conversación ágil e inteligente, divertida, sin necesidad de fanfarronear o de emplear una charla agresiva, fácil u ostentosa.

 

En general, mantener una conversación entretenida siempre supone ponerse en el lugar del otro y preguntarle acerca de sus aficiones, ideas o del tema que se esté hablando en ese momento.

 

A nadie le importan mucho nuestras batallas o aventuras, y centrarnos únicamente en esas aburre al más pintado. Sólo lograremos cansar o ser pretenciosos.

 

Un buen conversador es el que expone y pregunta, cuenta, pero también se interesa por el otro con un interés genuino, porque en la conversación siempre existe la posibilidad de aprender.

 

Hablar de forma insustancial o con obscenidades es propio de personas que intentan dar más fuerza e intensidad a lo que dicen, porque generalmente su discurso carece del interés, y en ocasiones de la inteligencia, que debería tener.

 


 

 

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