Según el planteamiento defendido por Miquel Iceta y los suyos, la abstención socialista en la investidura de Mariano Rajoy perjudica notablemente el futuro político del PSC. Por ello, la "gogó del Llobregat" exigió al PSOE que no expulsase "de manera excepcional" al grupo mixto a los diputados socialistas catalanes, tal y como se supone harán con los díscolos.

El PSC asegura que la abstención será un daño irreparable pero evita explicar que su descalabro electoral se produjo mucho antes de que el Partido Popular perdiera su mayoría absoluta el pasado 20 de diciembre de 2015. En los últimos 10 años, el PSC ha perdido más de 1,1 millones de votos en elecciones generales y más de 250.000 votos en las autonómicas. La responsabilidad de estos resultados no se deben en concreto a la abstención ordenada por la calle Ferraz si no, en gran medida, a los errores cometidos por el PSOE en general y por el PSC en particular.

A nadie se le escapa que el peso de la federación socialista en el PSOE es muy importante. A pesar de que Andalucía constituye el gran caladero de votos para los socialistas, es innegable que la capacidad de influencia y decisión de la rama catalana ha sido, en no pocas ocasiones, mayor que la de sus homólogos andaluces. Fue el PSC quien convenció, por ejemplo, a Zapatero de la necesidad de aprobar un nuevo Estatut. Fue el PSC, mucho antes que Pedro Sánchez, quien negoció y pactó con ERC el llamado Pacto del Tinell. Y también fue el PSC quien se abstuvo en la votación que proclamó presidente de Cataluña a Artur Mas, cuya formación es igual o más derechas que el Partido Popular de Mariano Rajoy.
 

La división interna que hoy vive el PSOE es posterior a la que existe en el PSC. Con la celebración en 2014 del referéndum independentista en Cataluña, la federación socialista catalana se dividió en tres bandos, fraccionamiento que todavía perdura. Unos se negaban a participar en el referéndum por no estar oficialmente avalado por el Estado, otros aceptaban participar en la consulta pero emitiendo un voto negativo y los restantes se mostraron a favor de la misma y de la independencia de Cataluña. Hoy, el antaño fuerte PSC no es más que un partido decadente y sumido en la más absoluta marginalidad política y mediática que precisa de los pintorescos bailes de Iceta y otras boutades para copar alguna portada.
 

Efectivamente, Miquel Iceta está en su derecho de solicitar "excepcionalidad" para que sus diputados voten contra Mariano Rajoy en la sesión de investidura y exigir que no sean expulsados, como el común de los mortales socialistas, al grupo mixto. Pero excusarse con que esta decisión del PSOE perjudica a sus intereses electorales es, como hemos demostrado, un argumento falso a la par que malicioso y que nadie se traga, con la salvedad de Pedro Sánchez, César Luena y algún desinformado más.
 

Y es que, con su negativa a aceptar la abstención ordenada por el Comité Federal PSOE, la federación catalana ha iniciado su particular proceso independentista que finalizará, más pronto que tarde, con la escisión total de la calle Ferraz y su desaparición política en Cataluña.
 

Por último, un aviso para Idoia Mendia, Odón Elorza y demás navegantes socialistas vascos: seguir los pasos del PSC llevarán al PSE al desastre más absoluto. Sí, es posible empeorar los penosos resultados cosechados por Mendia en las últimas elecciones al Parlamento Vasco. Y es que dar la espalda al grueso de los votantes siempre termina por pasar factura.