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David R
Miércoles, 01 de Marzo de 2017 Tiempo de lectura:

Los servicios de inteligencia acabarán con el mandato de Donald Trump

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Donald Trump (Nueva York, 14 de junio de 1946) fue nombrado el cuadragésimo quinto presidente de los EE.UU de América el 20 de enero del presente. Con ese nombramiento, a diferencia de lo que  ocurre en otros  sistemas democráticos presidencialistas, automáticamente se le nombra Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, que son las más poderosas del mundo.

 

Pero no va a concluir su mandato.

 

Trump ha pisado "la madre de todos los charcos", ha criticado abierta y públicamente a los servicios de inteligencia, que en EE.UU. son 17 conocidos (FBI aparte, que normalmente actúa como un Servicio de Inteligencia y que también ha sido criticado por el Presidente), y digo 17 conocidos porque sin duda existen algunos desconocidos teniendo en cuenta que allí hay agencias de inteligencia privadas en el marco de la legalidad, y lo ha hecho con motivo de unas supuestas filtraciones interesadas, relacionadas con la intervención de Rusia en campaña electoral presidencial para supuestamente favorecerle a él, en detrimento de la candidata Hillary Clinton y de las supuestas relaciones entre miembros de su entorno y Rusia. Las filtraciones apuntan a la posibilidad de que él sea el actual Presidente de los EE.UU gracias al apoyo de Vladimir Putin y a la actividad de su servicio de inteligencia, que aunque cambió de nombre (ahora lo llaman Servicio Federal) todos sabemos que es la KGB de siempre, de la que era alto dirigente el Putin, y que ahora dirige.

 

Pero creo que todo eso es falso, es una mera excusa para ocultar un problema de otra naturaleza y de gran envergadura. Es un problema de confianza, y en consecuencia, Trump ha anunciado una amplia revisión del control de sus servicios de inteligencia, al frente del cual podría estar una persona como Stephen A.Feinberg, o alguien de perfil empresarial similar, pero en cualquier caso de absoluta confianza, porque el problema de fondo es la desconfianza mutua.

 

Donald Trump desconfía de sus servicios de inteligencia por considerar que no le informan adecuada o correctamente, y ellos desconfían deTrump porque no se fían de su discreción a la hora de manejar informaciones muy sensibles para la seguridad nacional e internacional. Él, acostumbrado a controlar personas y situaciones, sabe que nunca podrá controlarlos totalmente, y ellos le consideran fuera de control.

 

Trump parece no darse cuenta de que una de las funciones básicas de un servicio de inteligencia es obtener información sobre las vulnerabilidades de aquellos objetivos que se determinen como tales, pero que en el caso de sus servicios son especialistas en crear esas vulnerabilidades, si es menester. Este señor no parece ser consciente de que ha abierto la puerta de su abismo, porque tener como potencial enemigo a la poderosísima NSA y a la CIA no es un buen negocio, y el control que el pretende ejercer no es factible, ya lo intentó Bush hijo y fracasó cuando no consiguió que los servicios de inteligencia le apoyasen en la teoría de la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, porque esos servicios sabían que no existían, armas que él necesitaba para llevar al país y a sus aliados a una guerra, la suya particular, con inmensos costos humanos y muy grandes beneficios económicos para los contratistas de Defensa.

 

Porque esas instituciones (los servicios de inteligencia) gozan de un nivel de autonomía que no se sustenta en la mejor o peor dirección que ejerzan directores nombrados a dedo y transitorios, se sustentan en la experiencia de profesionales muy veteranos, forjados en mil batallas, que no van ha dejar que una persona que ni siquiera ha hecho el servicio militar les elimine, les neutralice o les condicione. Para controlarlos completamente tendría que destruirlos, lo que abriría una vía expedita a la acción de los servicios de inteligencia de los países enemigos. No es tolerable.

 

Trump no parece ser consciente de que perjudicar a sus propios servicios de inteligencia es atacar a la comunidad occidental de inteligencia, cuyos miembros mantienen relaciones inter-servicios que en ocasiones no coinciden con las de sus pasajeros gobiernos.

 

Los servicios en países democráticos suelen actuar en base a principios éticos e intereses materiales que se articulan en torno al sostenimiento del sistema que defienden, y que suelen coincidir con el que les sustenta logísticamente, normalmente por encima de parámetros estrictamente políticos; infiltrados, enchufados e incompetentes aparte.

 

Los servicios de inteligencia de EE.UU ya estarán trabajando para neutralizar, llegado el caso, una posible amenaza que en esta ocasión calificarán de "interna". Habrán activado "ciclos de Inteligencia" específicos sobre esta persona, que se substanciarán en por lo menos 17 expedientes, más el del FBI, y más los de las empresas cuyo nombre no existe. Por supuesto, esos expedientes incluirán un amplio número de objetivos relacionados, potenciales o creables: familiares, amigos, amigas, empresarios y todos sus colaboradores en el gobierno, ¡qué barbaridad de anexos en cada expediente!, ardua que no imposible tarea.

 

Trump no aguantará la tensión a la que le someterán si es necesario, salvo que sea él quien se someta, porque le llevarán al procedimiento conocido como “impeachment”, previsto en la Constitución de EE.UU para juzgar y condenar al presidente, al vicepresidente y a los altos funcionarios por delitos graves, que una vez iniciado tras acusación formal de la Cámara de Representantes, tiene que ser llevado a cabo por el Senado, que debe aprobar la revocación del cargo con los votos de dos tercios de sus miembros, y si el acusado es el Presidente, el proceso  debe ser dirigido por el Presidente del Tribunal Supremo , por eso Trump concede tanta importancia al nombramiento de la actual vacante en el Alto Tribunal, porque le han explicado el procedimiento y sabe que en el Senado tiene las de perder, después de haber cabreado a buena parte del partido republicano.

 

En una ocasión, hace muchos años, tuve la oportunidad y el honor de conocer a un directivo del antiguo CESID (hoy, CNI), que me dijo, "el CESID es como un elefante, se mueve lentamente, pisa fuerte, pero al igual que el elefante, su memoria es muy buena".

 

Estimados lectores, ¿se imaginan tener en frente a por lo menos 17 elefantes enfadados y mirándote con cara de pocos amigos?

 

Aunque fuesen unos pocos, es como para salir corriendo, pero Trump no saldrá corriendo porque no es su estilo… los elefantes le pillarán.

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