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La Verdad Ofende
Jueves, 20 de Abril de 2017 Tiempo de lectura:

Rajoy, sé fuerte

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Tendrá que declarar. No está imputado, pero en este país eso ya da igual. En España, la presunción de culpabilidad es una realidad que los políticos se labraron a pulso, saqueando el Estado hasta quebrarlo con impunidad, mientras se aforaban con leyes creadas “ad-hoc” en numero de 10.000. Es el fulanismo encumbrado al poder.
 


 

El socialdemócrata Rajoy, para la mayor parte de la ciudadanía es más que culpable, “in vigilando o in saqueando”. Sostener que nada supo le descalifica como gestor y le sitúa ante la puerta de la dignidad y la dimisión, o la indigna jeta que sin duda lucirá.  


 

Con el latrocinio en impuestos sufrido, Rajoy evidenció su impostada catadura moral tras aquella inolvidable e irreverente excusa; “subir el IVA es el robo del mal gobernante”, un burdo y populista eslogan para ganar el poder y estafarnos una vez más.  


 

Hoy, despejados los nubarrones de la crisis, los impuestos siguen sin bajar, la deuda sigue irrefrenablemente disparada y todas aquellas promesas plasmadas en ese ilusionante programa (ilegalizar ETA, quitar festivos, reducir Estado y gasto público) clamorosamente incumplidas ante el escarnio de los 11 millones de votantes.  


 

Rajoy obtuvo la mas aplastante mayoría absoluta jamás otorgada a un gobernante, esa que junto a su programa han quedado en la memoria de todos para ilustrar y señalar su tremenda mala fe socialdemócrata, la misma que veremos lucir el día de su declaración, si es que va. 


 

En cualquier caso, de producirse su comparecencia judicial, como todos sabemos, quedará en nada. Sus predecesores en la pena televisiva, Pujol, Chávez o Griñán han señalado el camino hacia la impunidad que Rajoy conoce y donde la clase política se maneja con cómoda naturalidad.  


 

Lo del "show" de la detención de Ignacio González es, como la de Rato, eso, carnaza para el lúmpen ciudadano, o la corrala madrileña que hoy ya es Twitter, humo de fogueo de distracción política, alpiste televisivo mientras él, infame, se pone a salvo del foco mediático. 


 

Es la pena del telediario que también pretenden escamotearnos, el abucheo de juzgado, el insulto soez de verdulera al mal gobernante, que ufano y con sorna se burla de nosotros desde su coche oficial que le pagas tú, camino del juzgado, sabedor de que esa justicia que él controla, mal financia y ralentiza, está casi siempre al servicio de quienes eligen a los jueces; al servicio del poder. 


 

Por eso, y aunque yo lo condene, recordar aquel bofetón que le dio un descerebrado, a veces me hizo livianamente sonreír. Se lo propinó cabreado, además, un lejano familiar borracho de ira populista, esa que promueven los del "tu odio mi sonrisa" impagables aliados de este ultimo testigo de la Gürtel. 


 

El mismo populismo que Rajoy siembra y apoya, el mismo populismo que alienta y promueve, el mismo populismo que Rajoy sabe de nuevo nos forzará otra vez a votarle, pero que finalmente nos devorará a todos, generosamente regado por la mala gestión, la imprudente confabulación y la sangrante corrupción de tanto criminal gobernante que durante 40 años de imperfecta democracia, elegimos.  


 

Por eso, a millones de españoles, aquel único e insolente bofetón, violento e irreverente, duro, inconsciente y ramplón, nos supo de algún modo a justicia divina... aunque fuese podemita y... popular.

 

"Cuando los hombres de Estado olvidan su conciencia y sus deberes públicos, conducen a su patria al caos por el camino más corto". Tomas Moro

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