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Miércoles, 26 de Julio de 2017 Tiempo de lectura:
Los límites de la tolerancia

Dinamarca se convierte en el primer país europeo que legisla contra la “mendicidad agresiva” de miles de rumanos

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Frente a la afluencia de mendigos originarios de los países del Este, especialmente de Rumanía, el Parlamento danés, con una amplia mayoría, acaba de votar una ley que castiga la indigencia con dos semanas de cárcel. A pesar de su larga tradición de generosidad y tolerancia, el reino escandinavo se convierte de esta forma en el país de Europa que ha ido más lejos en su lucha por expulsar a los rumanos menesterosos de sus calles.

 

El alcalde socialdemócrata de Copenhague, Frank Jensen, lanzó el pasado mes de mayo la primera señal de alarma, exigiendo al jefe del Gobierno, Lars Loekke Rasmussen, que resolviera “los problemas masivos de inseguridad e higiene creados por los rumanos mendicantes”.

 

La llamada fue atendida rápidamente por el Ejecutivo: “La realidad de la que somos testigos todos los días es intolerable y no se corresponde en absoluto con la sociedad danesa. Vemos bandas de rumanos, de extranjeros que campan por nuestras calles y callejuelas, medigando agresivamente. No vamos a aceptar esto. Nuestras ciudades deben ser lugares seguros para todos nosotros”, ha explicado el primer ministro liberal ante la aprobación en el Parlamento de una ley destinada a frenar “la llegada de de bandas de rumanos que constituyen un grave problema que preocupa mucho a los daneses”. Y el ministro de Justicia, Soeren Pape, ha añadido: “Dinamarca no puedo ser el gran servicio de asistencia ayuda social de Europa”.

 

El Ayuntamiento de Copenhague ya había adoptado hace unos meses una norma contra los campamentos salvajes de rumanos instalados en los principales parques de la ciudad. Más de una treintena de éstos habían sido desmantelados y sus ocupantes condenados a multas de 1.000 coronas por persona (135 euros). Frank Jensen, además, exigió al Gobierno que peleara en la UE para cambiar la directiva de libre circulación de ciudadanos de los países europeos. “La libre circulación de personas no fue pensada para que un número creciente de ciudadanos europeos vivan una existencia miserable mendigando y recogiendo botellas en las calles de los países que visitan”.

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