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Jueves, 27 de Julio de 2017 Tiempo de lectura:

La identidad de España y la desmotivación de los españoles

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Según algunos analistas y observadores existe un paralelismo entre la España actual y la de la generación del 98, con la pérdida de las últimas posesiones españolas de ultramar, Cuba y Filipinas, debido a las insidias de la joven nación norteamericana, con tintes de  ambiciones imperialistas.


La pérdida de Cuba por España, derrotada por Estados Unidos en 1898, denominado “el Desastre”, fue el detonante de una reflexión española  sobre sí misma, que impulsaron las generaciones  del 98 y del 14, apoyadas en la leyenda negra creada por los enemigos de España, que nosotros también nos hemos creído.  Desde entonces, el pueblo español ha buscado,  como si se tratara del bálsamo de Fierabrás, una estructura  socio-política que corresponda con sus aspiraciones, citó Vicens Vives. Con la Transición, creyó haberlo conseguido, pero de nuevo emerge la idea de fracaso. En estos momentos, tan revueltos e inquietantes como aquellos, estamos tan necesitados como aquellos de un necesario rearme moral para resurgir de nuestras cenizas como el mitológico ave Fénix, con Ego sum lux mundi, porque la luz tiene belleza interior y exterior, y se encuentra en el paisaje y en el paisanaje, en el campo y en la noche, es la que acompaña al drama interior de un alma afligida, la única que puede hacerlo.
 

Un pueblo se define por la historia que comparte, por ello la historia contribuye a forjar la identidad nacional, transmitiendo valores, despertando emociones, así como definiendo modelos con los que identificarse. Es decir, aportando un pasado común se propone un proyecto de futuro. Una buena historia puede cambiar el mundo. Y sin embargo, los españoles hemos dejado de interesarnos por nuestra propia historia.


Tal vez haya llegado el momento de explorar en los relatos que nos han contado, buscando una nueva forma de contarlos y narrarlos, que nos expliquen mejor quiénes somos y hacia dónde vamos. Esto es precisamente, lo que pretende el “historytelling”.
 

Las emociones nos hermanan con lazos invisibles y telúricos, porque personajes como El Cid Campeador, Blas de Lezo, Torres Quevedo, Santiago Ramón y Cajal,  Juan de la Cierva, Churruca, Gravina, Alcalá Galiano, Jorge Juan, Emilio Herrera, y un largo número más, son admirables más que por sus éxitos, por las dificultades que tuvieron que superar, por ello hay que explorar y bucear en esos relatos.
 

¿Quién ha contado la Historia de España? ¿Qué extraños intereses ocultos existen en la historia de España para que se haya contado tan sesgada y manipulada en detrimento de España y de los españoles?, permitiendo que sea escrita por historiadores ingleses, hijos de la pérfida Albión, que ya sabemos son expertos en propaganda y manipulación, que dieron lugar a la conocida como leyenda negra sobre España, generalmente infundada, en oposición contra todo lo español, que comienza en Italia, porque fueron las primeras posesiones españolas en el exterior, porque eso sí, leyenda es y de largo.
 

Precisamente la leyenda negra la seguimos reescribiendo nosotros, los españoles, la hemos recreado y magnificado, ya que desde antiguo pesa como una losa, que España no ha sabido levantar y defenderse combatiendo dignamente con una contramedida como la antipropaganda.
¿Alguien se imagina la historia de Inglaterra y la Gran Bretaña, escrita por historiadores españoles? Todo el relato del conjunto de hechos ha seguido la línea de desunir a los españoles, entre regiones, entre ideales y valores, entre ideas, etc. Hechos como el denominado genocidio español en la conquista de América, la Inquisición española, el catolicismo español era proclamado malvado frente a la reforma protestante, porque la religión era utilizada como un arma fundamental; la Imperiofobia, por la que el sojuzgado odia al sojuzgador, “Romani ite domun”, romanos marchaos a casa, “Yankis go home”, yanquis iros a casa, la conquista y colonización que han hecho todos los pueblos conquistadores; nada en exceso es bueno; la pérdida de nuestras posesiones de ultramar, que en muchos casos eran provincias españoles, como Nápoles, Cuba y Filipinas, entre otras, donde participó también la guerra del papel, la eficiente propaganda panfletaria del magnate de la prensa amarillista americana William Randolph Hearts, como otrora hiciera el traidor Guillermo de Orange, que contribuyó maliciosamente a alterar mendazmente la escena de la América Hispana, para la intervención norteamericana; la pérdida del Protectorado español en África, la conocida irónicamente por los ingleses como Armada Invencible, y su verdadero nombre español, casi desconocido, como Grande y Felicísima Armada, que no significó nada en el estatus geoestratégico del momento.

 

Sin embargo, los ingleses ocultan malévolamente la tragicomedia de la derrota por España de la Contraarmada invencible  inglesa, comandada por el pirata inglés Drake, una Armada muy superior a la Grande y Felicísima Armada española, donde destacó María Pita, así como también ocultan, y ocultaron bajo pena de muerte su citación, la aniquilación de la Armada inglesa en Cartagena de Indias, en la Guerra del Asiento o la Oreja de Jenkins, la  segunda Armada más poderosa hasta el momento, después de la Armada aliada en el desembarco de Normandía, en la 2ª G.M., a manos del insigne marino Blas de Lezo, maltratado miserablemente merced a la poderosa y celosa envidia de los propios españoles, como tantos otros; el desprecio español a nuestra Ciencia y Tecnología, pese a ser la cuna de la Aviación y la Aerostación, siendo muy apreciadas internacionalmente nuestra ingeniería aeroespacial y la ingeniería civil, hasta la guerra civil española y su desafortunada Ley de Memoria Histérica-Histórica, ley de causa y efecto, que padecemos actualmente, merced al odio y la mezquina sinrazón en que se halla sumida nuestra España actual, y así un sinfín  de hechos que conforman nuestra maltratada Historia, “mutatis mutandis”, cambiando lo que se debía cambiar. En definitiva, los españoles hemos reproducido las mentiras de los ingleses, tenemos una Historia  que está enferma, porque se estudia la Armada Invencible, pero no la Contraarmada inglesa, ni a Blas de Lezo, porque ni Juana la Loca estaba loca, ni los Reyes Católicos unieron verdaderamente España.
 

Tal vez, hemos de establecer un puente entre “la España invertebrada” de Ortega y Gasset y “La España inteligible” de Marías.
 

Conociendo nuestra historia, filosofía y cultura para colocarla con rigor y vigor en nuestra mente, y compararla con otras culturas y concepciones del mundo, sin duda nos ayudará a percibir la realidad de manera más real, amplia e integrada, que nos servirá de coraza frente a las falacias de la mezquina y maldita ignorancia y los perversos manipuladores.
 

De forma que entendemos necesario un rearme moral de la sociedad española, que debería venir desde las instituciones, oficiales y privadas, es decir,  las que componen lo que se conoce como sociedad civil, lo que implica disponer de: Misión, Visión y Valores, como cualquier  empresa humana, capaz de vertebrar e integrar  el conjunto del  país, junto con Hispanoamérica, con un proyecto ilusionante para todos, de vida en común, apoyándonos en los valores que nos unen, sin carencias sentimentales, apreciando lo que somos y tenemos, y nuestro pasado con sus luces y sombras. Necesitamos un rearme moral para seguir viviendo, y para ello necesitamos también dotar de sentido a nuestras vidas, pensar, creer y sentir que vale la pena luchar por ellas, y por las de los nuestros. Ese será también el sentido de la política.

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