Un minuto de silencio
Cada vez que algún suceso desagradable y brutal envuelve nuestra trayectoria ciudadana termina con un minuto de silencio por parte de las autoridades y con un follón de velas en el lugar del suceso que depositan los ciudadanos.
Desde los atentados de ETA hasta los atentados yihadistas de hoy, ese acto no ha cambiado, siempre es el mismo.
Quizás el único cambio que se nota sea dialéctico, a los etarras se hartaban de llamarles “asesinos” y a esta facción terrorista musulmana, casi evitan hacerlo, especialmente ese partido nuevo que tanto debe estar nutriéndose del voto musulmán, pienso, y lo pienso por la actitud que tiene de aplaudir a los musulmanes que entran por la fuerza en nuestro país, sin distinguir si son buenos o malos, que de todo entra.
Tras el minuto de silencio vienen las declaraciones de los políticos, todos llaman a la solidaridad, al diálogo, al entendimiento, a la libertad y a la lucha contra este tipo de sucesos.
Pero la palabra “asesinos” no ha sido la mas pródiga, como lo era cuando los etarras mataban a guardias civiles.
Es posible que lo hagan para no molestar a los colectivos musulmanes, que si bien no tienen nada de culpa de estos atentados, sí son culpables de no manifestarse públicamente, miles y miles de musulmanes, en contra de sus compañeros de religión, explicando que el Corán no dice esas cosas y que ellos no están de acuerdo con los atentados. ¿Alguien ha visto pancartas en español y árabe en contra de esta gente?...
Mucho se podría decir de este tema y se dirá, hoy, yo también daré ese estúpido minuto de silencio y mi artículo será muy corto, por lo que termino con un guasa, en español, que una sudamericana que trabaja en nuestro país ha enviado a sus amigos:
“No hermano, si usted viene de un lugar a otro nuevo, adáptese y si no le gusta, devuélvase para su país de origen y no moleste a los demás. Quédese echando vaina en su país y que lo maten allá, no venga aquí que así estorba”.
Imposible decirlo mejor.
Cada vez que algún suceso desagradable y brutal envuelve nuestra trayectoria ciudadana termina con un minuto de silencio por parte de las autoridades y con un follón de velas en el lugar del suceso que depositan los ciudadanos.
Desde los atentados de ETA hasta los atentados yihadistas de hoy, ese acto no ha cambiado, siempre es el mismo.
Quizás el único cambio que se nota sea dialéctico, a los etarras se hartaban de llamarles “asesinos” y a esta facción terrorista musulmana, casi evitan hacerlo, especialmente ese partido nuevo que tanto debe estar nutriéndose del voto musulmán, pienso, y lo pienso por la actitud que tiene de aplaudir a los musulmanes que entran por la fuerza en nuestro país, sin distinguir si son buenos o malos, que de todo entra.
Tras el minuto de silencio vienen las declaraciones de los políticos, todos llaman a la solidaridad, al diálogo, al entendimiento, a la libertad y a la lucha contra este tipo de sucesos.
Pero la palabra “asesinos” no ha sido la mas pródiga, como lo era cuando los etarras mataban a guardias civiles.
Es posible que lo hagan para no molestar a los colectivos musulmanes, que si bien no tienen nada de culpa de estos atentados, sí son culpables de no manifestarse públicamente, miles y miles de musulmanes, en contra de sus compañeros de religión, explicando que el Corán no dice esas cosas y que ellos no están de acuerdo con los atentados. ¿Alguien ha visto pancartas en español y árabe en contra de esta gente?...
Mucho se podría decir de este tema y se dirá, hoy, yo también daré ese estúpido minuto de silencio y mi artículo será muy corto, por lo que termino con un guasa, en español, que una sudamericana que trabaja en nuestro país ha enviado a sus amigos:
“No hermano, si usted viene de un lugar a otro nuevo, adáptese y si no le gusta, devuélvase para su país de origen y no moleste a los demás. Quédese echando vaina en su país y que lo maten allá, no venga aquí que así estorba”.
Imposible decirlo mejor.