Cataluñistán
    
   
	    
	
    
        
    
    
        
          
		
    
        			        			        			        			        			        			        
    
    
    
	
	
        
        
        			        			        			        			        			        			        
        
                
        
        Cataluña crea soñadores extraordinarios, calenturientos, capaces de reír al lado del Rey en los momentos más trágicos, como Ada Colau en el primer homenaje a los entonces quince, hoy 16, asesinados por una banda de jóvenes yihadistas en su ciudad, Barcelona, y en Cambrils.
 
Algo así hacía Dalí, el genio catalán por antonomasia, ante el cadáver de algún amigo. Y es que en Cataluña hay quienes llegan a dominar instituciones para hacer genialidades como proclamar la independencia.
 
Para lograrla Jordi Pujol patrocinó como otra genialidad en los 1990 la Fundación “Nous Catalans” para integrar a los inmigrantes, especialmente musulmanes, en la catalanidad activa y posible independentismo frente a su verdadero país de acogida, España.
 
Esperaban generaciones de musulmanes que hablaran solo catalán y de Cataluña sin incidir en la necesidad de adaptar sus creencias a los valores occidentales; lo lograron con esas mujeres veladas, familiares de los terroristas, que dicen no haber conocido sus intenciones, ya, ya.
 
Así fueron creando Cataluñistán, y ahora los españoles nos encontramos con que el islam violento se apodera de jóvenes educados para el independentismo catalán.
 
Lo que explica la carta abierta de una educadora social que atendió a los futuros terroristas en los colegios de Ripoll que llora porque eran muy buenos catalanes y que como los ha matado la policía se quedó sin “mis niños”.
 
Un sentido de culpabilidad impregna los medios informativos regionales, no por el fracaso de la conversión a la mentalidad occidental de los 600.000 musulmanes actuales en Cataluña, sino por no haber logrado transmitir el amor en exclusiva a esa nación separada de España con el sueño genial de Pujol de los “Nous Catalans”.
 
Ahora “mis niños” se proponen imponer el Califato en Cataluña y luego en toda España, pero en catalán.
        
        
    
       
            
    
        
        
	
    
                                    	
                                        
                                                                                                                                                                        
    
    
	
    
Cataluña crea soñadores extraordinarios, calenturientos, capaces de reír al lado del Rey en los momentos más trágicos, como Ada Colau en el primer homenaje a los entonces quince, hoy 16, asesinados por una banda de jóvenes yihadistas en su ciudad, Barcelona, y en Cambrils.
Algo así hacía Dalí, el genio catalán por antonomasia, ante el cadáver de algún amigo. Y es que en Cataluña hay quienes llegan a dominar instituciones para hacer genialidades como proclamar la independencia.
Para lograrla Jordi Pujol patrocinó como otra genialidad en los 1990 la Fundación “Nous Catalans” para integrar a los inmigrantes, especialmente musulmanes, en la catalanidad activa y posible independentismo frente a su verdadero país de acogida, España.
Esperaban generaciones de musulmanes que hablaran solo catalán y de Cataluña sin incidir en la necesidad de adaptar sus creencias a los valores occidentales; lo lograron con esas mujeres veladas, familiares de los terroristas, que dicen no haber conocido sus intenciones, ya, ya.
Así fueron creando Cataluñistán, y ahora los españoles nos encontramos con que el islam violento se apodera de jóvenes educados para el independentismo catalán.
Lo que explica la carta abierta de una educadora social que atendió a los futuros terroristas en los colegios de Ripoll que llora porque eran muy buenos catalanes y que como los ha matado la policía se quedó sin “mis niños”.
Un sentido de culpabilidad impregna los medios informativos regionales, no por el fracaso de la conversión a la mentalidad occidental de los 600.000 musulmanes actuales en Cataluña, sino por no haber logrado transmitir el amor en exclusiva a esa nación separada de España con el sueño genial de Pujol de los “Nous Catalans”.
Ahora “mis niños” se proponen imponer el Califato en Cataluña y luego en toda España, pero en catalán.











