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Viernes, 08 de Septiembre de 2017 Tiempo de lectura:
Faustino Merchán Gabaldón

Nuevos tiempos, nuevas ideas

“Es tiempo de construir, no de destruir”. “El perdón aleja el temor”
(Nelson Mandela)


 

Fue una lección la que dio al mundo el inolvidable Mandela, un ejemplo para su país y el mundo, que España y los españoles podríamos tomar como referencia, otra cosa bien distinta fue su vida personal, que no corrió en paralelo con su grandeza política. Después de ser un despiadado terrorista condenado por todos los organismos internacionales, y pasar veintiséis años encarcelado, ganó las elecciones presidenciales de Sudáfrica y logró construir una gran nación, reconciliando sus dos poblaciones de negros y blancos, por encima de odios, rencillas, resentimientos y egoísmos, para ello aglutinó todas las voluntades en torno a la generosidad, tendiendo la mano a todos. En España, si tuviéramos los españoles el marchamo y grado de madurez conveniente, y necesario para tales efectos, pondríamos a trabajar juntas a las dos Españas, sin resentimientos, sumando en lugar de restar, y a veces de dividir, tendiendo la mano generosamente. Es decir tiempos nuevos, exigen ideas nuevas.

 

Constituye un error muy frecuente, considerar a España, la que han conformado sus políticos de todo signo. La España real, al menos la que conozco y entiendo, está conformada por mucha gente que merece la pena, se levantan cada día para sacar a sus familias y a su país adelante, una España real, que necesita una democracia de verdad, no la actual “a la española”, de espaldas al ciudadano. Pero es usurpada, secuestrada y robada por esa otra España mediocre, que se ha apoderado del país, con nuestro permiso. Y por si fuera poco, aún sigue instalada “en el machito”, y en su torre de marfil, cargada de privilegios, con más nuestro permiso.

 

Pero el daño que hizo el ínclito y memo farsante de la ceja, Zapatero, la mediocridad al poder, y su partido, fue extraordinario, caminando en sentido contrario a la razón, con cortas miras, que es el principio histórico de ese partido, que siempre traicionó a España y a los españoles, pues no dudó en utilizar ese recurso electoral, cuando el fantasma de las dos Españas, estaba dormido, no veía otra forma de conseguir el triunfo electoral, aún destruyendo España, lanzándonos muchos años atrás, y arruinando el trabajo de la llamada Transición política española, entretejido con tesón y esfuerzo de unos pocos españoles, plenos de ilusión y generosidad, a pesar de algunos errores que estamos padeciendo y somos incapaces de superar, debido a los egoísmos, propios de la llamada partitocracia, aún así es un modelo positivo estudiado en muchas universidades de todo el mundo.

 

Es tiempo de terminar con el fantasma de las dos Españas, tendiendo puentes, y todas las manos, con generosidad; se necesitan todas las manos para romper con los miedos y odios, resentimientos y amenazas, y construir una única España. Para ello no necesitamos políticos bobos, mentecatos, mediocres vasallos de su amo, memos con o sin talante y sin talento, de corto alcance, con intereses bastardos y egoístas, y traidores a España, que carezcan de ideas y tengan que "echar mano" a la agitación canalla de la bandera de las dos Españas cainitas, que hoy debería estar superado y fuera de lugar, como algo trasnochado.

 

El recurso de las dos Españas no es más que la demostración del triunfo dominante de lo in-político. Desaparecida la política del escenario, los farsantes se acogen a la Historia como cliché. Todo pasa por la exhibición de trucos en el escenario mediático. Es lo que hay, teatralización banal y efímera, o mejor número circense, hasta que tengan la oportunidad de que la casualidad de la realidad coincida con su delirio. Basta con ver a los líderes políticos actuales, destilando carencia de humildad, y plenos de odio y misantropía.

 

Necesitamos buenos gestores públicos que sepan romper ese estado lamentable de cortas miras, poniendo coto a tales desmanes, y sumar voluntades, con grandeza de espíritu, superando nuestras expectativas con afán y entrega para nuestro país, y patria; palabra que a algunos les escuece, pero que sin duda lo merece.

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