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Javier Salaberria
Domingo, 17 de Septiembre de 2017 Tiempo de lectura:

Emancipación de la defensa europea

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A primeros de septiembre tuvo lugar en el Palacio de Miramar de San Sebastián el Curso de Verano titulado “La seguridad y defensa de Europa” organizado por Adalede (Asociación de Diplomados en altos Estudios de la Defensa Nacional), la Secretaría General de Política de Defensa y la Universidad del País Vasco. Al curso asistieron unos 100 alumnos.


Cuando se cumple el sesenta aniversario de la firma del Tratado de Roma, origen de la actual Unión Europea, la defensa europea se enfrenta a distintos y novedosos desafíos. Numerosas crisis están amenazando el proceso de integración europea y, al mismo tiempo, existen retos estructurales que exigen una acción urgente si se quiere evitar graves problemas en un futuro no muy lejano. Uno de estos retos es clarificar las responsabilidades en la defensa y seguridad de la Unión. El plan de aplicación de la Estrategia Global de la UE, las propuestas para la implementación de la Declaración Conjunta OTAN-UE y el Plan de Acción Europeo de Defensa fueron abordados en el Consejo Europeo del 15 de diciembre de 2016 y están siendo desarrollados este año. Este año 2017 va a ser decisivo a la hora de abordar cómo articular una política de defensa común en el seno de la UE, y cómo se articularán en un futuro las relaciones entre ésta y la OTAN, con las sombras del Brexit británico y el nuevo giro en política exterior de la nueva administración Trump.
 

Juan Antonio Moliner, Director del Gabinete Técnico del SEGENPOL (Secretaría General de Política de Defensa) afirmó en la conferencia inaugural del curso que “la seguridad tiene que ser multirateral”. Los desafíos a los que se enfrentan los estados europeos afectan a todos y nadie puede hacerlos frente aisladamente, afirmó este General de División del Ejército del Aire, precisando que se necesita mucha coordinación para ello. “Para España hay dos espacios específicos de máximo interés: el Mediterráneo y el Norte de África”.


España es el segundo país europeo que más efectivos emplea en misiones exteriores. Misiones como la de Mali, Somalia, Gabón, Senegal, Sahel, y en las operaciones contra la piratería y las mafias de inmigrantes Atalanta, Sofía y Golfo de Guinea, entre otras. Participa en la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa), en misiones de la ONU, en la coalición contra el DAESH, en tratados bilaterales con EE. UU., con Marruecos, con Francia, Alemania e Italia, en la Iniciativa 5+5 que une a 5 países europeos (Portugal, España, Italia, Francia y Alemania) con 5 países del norte de África (Marruecos, Argelia, Túnez, Libia y Mauritania), y por supuesto pertenece a la OTAN que ha cumplido ya 68 años. La cohesión de los aliados dentro de esta organización requiere el consenso de 28 países “algo que es su punto fuerte y a su vez su punto débil” concluye el general Moliner.

 

La UE gastará en I+D+I militar y en defensa

 

Las políticas de defensa de la Unión Europea y de la OTAN son complementarias, no competitivas. “El instrumento militar sigue siendo imprescindible” dice Moliner, aunque matiza que la Unión siempre ha sido más proclive a otro tipo de intervenciones en los conflictos (sanciones económicas, ayuda humanitaria, diplomacia etc.). Pero, poco a poco, tras los cambios meteóricos y sustanciales en los equilibrios internacionales, la Unión Europea ha despertado a la realidad de que sus intereses de defensa no siempre pueden estar subordinados a los interesas de la OTAN y de su principal valedor, EE.UU. Se ha visto en la crisis de Crimea y Ucrania, en los problemas que plantean los refugiados, en la desestabilización del norte de África, etc.


La Unión Europea se ha dado cuenta de que su política de defensa no sólo tiene un alcance regional sino que debe ser global. Y precisamente lo ha hecho este año. Hasta ahora este era un tema relegado de la agenda política, sin embargo los recientes acontecimientos geopolíticos han hecho que en la UE tome un impulso inusitado el desarrollo de una política de defensa de la Unión.


Hay cuatro estados a la cabeza y en primera fila del compromiso europeo con la defensa propia, y España está en ese grupo. Desde ese grupo se ambiciona aumentar las capacidades militares propias y no depender de EE. UU. Para ello es necesario invertir en I+D+I y se financiará con 500 millones de euros anuales del presupuesto de la Unión. Se destinarán fondos de la UE para el desarrollo militar provenientes del Banco Europeo de Inversiones.


Hasta ahora eran los estados los que soportaban el gasto de defensa común. Quien ponía fuerzas pagaba sus gastos. Ahora esto cambia. Al implicarse la Comisión Europea en el sostenimiento de un gasto militar que garantice la defensa europea los estados pueden respirar en dos sentidos: no necesitan incrementar sus gastos en defensa (lo que siempre es impopular) y se verán reforzados tanto militarmente como con los beneficios indirectos del desarrollo industrial de defensa en sus territorios.

 

OTAN en el siglo XXI

 

El general del Ejército del Aire en la reserva Federico Yánez, afirmó que la OTAN se crea por una necesidad concreta surgida de la Guerra Fría, la defensa contra la amenaza soviética, una amenaza principalmente europea. Sin embargo “la Guerra Fría se ganó sin disparar una bala, siendo la primera intervención real de la OTAN en la guerra civil yugoslava y el Kosovo, es decir en un conflicto que no era precisamente para lo que se creó”.


La primera vez que se aplica el artículo 5, en el que se determina que ante un ataque causado a uno de los socios todos asistirán a la parte atacada, es consecuencia del ataque terrorista del 11 de septiembre de 2011. Es decir que los aliados asisten a la primera potencia mundial y no al revés, como hubiera sido de suponer cuando se creó la OTAN.


Finalizada la Guerra Fría, las relaciones de la OTAN con Rusia y con el bloque de países del Este mejoran, creándose un consejo permanente con Rusia e invitando a países como Hungría o la República Checa a sus reuniones. Pero la crisis de Ucrania y de Crimea vuelve a enfriar las relaciones con Rusia, y los países del Este se arriman a la OTAN porque perciben que Rusia vuelve a ser una amenaza para ellos.


María Aurora Mejía, Subdirectora General del MAEC (Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación) expusos los nuevos retos que presentan las relaciones entre la OTAN y Rusia. Ya no sólo tenemos problemas en los territorios fronterizos que Rusia considera su patio trasero, sino que geopolíticamente hay desencuentros en Irak, Siria y en la política contra el DAESH. A raíz de la intervención en Afganistán, consecuencia de la aplicación del artículo 5 antes mencionado, la OTAN va más allá de los principios fundacionales. “Su actuación no se limita al Atlántico Norte sino que se amplía 360º, es decir, ya no sólo actúa en territorio europeo sino en todo el mundo”.


Mejía desvela que el objetivo para defensa de los países OTAN es destinar un 2% del PIB de los países socios a defensa para el 2024. Actualmente hay algunos que lo rozan y otros que están muy por debajo. Otro objetivo es que el 20% de ese 2% se destine a I+D+I.
 

El problema político es que la ciudadanía no perciba la existencia de amenazas que justifiquen este gasto. Sin embargo estas amenazas son inquietantes en todo el globo, no sólo por el aumento del terrorismo internacional y la desestabilización regional de Oriente Medio, norte de África y África Subsahariana, sino por la nueva deriva de Rusia y sus intereses geopolíticos. A todos estos fantasmas para la seguridad europea se añaden los derivados de nuevas amenazas como las crisis de refugiados o los ciberataques y las amenazas híbridas con uso de tácticas asimétricas sin uso de medios militares.

 

El reto de la defensa común

 

Francisco Aldecoa, catedrático de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense se hizo unas preguntas clave: “¿Por qué y para qué es necesaria una política de seguridad y defensa común en Europa? ¿Se dan los pasos importantes para lograrla? ¿Se ha perdido la noción de potencia normativa y de actor global? ¿Cuál es la variable independiente que ha provocado el cambio en el último año? ¿Tiene que ver con la fase de relanzamiento europeo?”.


Aldecoa apuntó a una variable paradójica: el Brexit.
 

A partir del Brexit el clima es otro, dijo Aldecoa quien subrayo: “Hay una cohesión del resto como nunca había habido antes”. Frente a los malos augurios que pronosticaban la disolución de la Unión tras la salida de Gran Bretaña, porque provocaría un efecto dominó y debilitamiento del espíritu europeísta en los países continentales, se produce lo contrario. Reino Unido ha entorpecido durante 40 años: no acepta federarse, no acepta la unión económica (Euro), no acepta el modelo social y tampoco acepta una política de defensa común.


Esto no quiere decir que la UE se “alegre” de haber perdido a uno de sus socios más potentes y emblemáticos, pero no todo son desventajas en su salida. Hay que pensar, por ejemplo, que el ejército británico es la primera fuerza militar europea, y que Gran Bretaña es una potencia económica de primer orden con una proyección global enorme. Pero precisamente su peso no favorecía la integración.


La defensa es uno de los núcleos duros de la soberanía de un estado, por eso siempre resultaba difícil abordar la política de defensa común, ya que suponía despojarse de una competencia exclusiva y “sagrada”. Sin embargo, desde hace 6 años esto ha cambiado.


La UE afronta el peor momento desde su creación y es un actor global amenazado globalmente también. Es consciente de que no puede subarrendar la defensa de la Unión. Además, “los estados son conscientes de que existe una vinculación estructural entre seguridad interior y exterior” como muestran los recientes atentados de Francia, Alemania o España.


Para el catedrático Aldecoa, Europa debe tener una presencia global con un modelo propio y autónomo ya que representa unos valores y una forma de actuar en política exterior distinta a las demás potencias. Para desarrollar esa visión propia es necesaria una política de defensa propia.
Para ello es fundamental la Cooperación Estructural Permanente en la organización de defensa.


Para Zacarías Hernández, Subdirector de Planes y relaciones Internacionales de la DIGENPOL (Dirección General de Política de Defensa) “nos jugamos el futuro en la política común de seguridad y defensa”. El Brexit ha sido, para Hernández, “Un ataque a la credibilidad de la Unión. Reino Unido era el principal actor militar de la UE, un actor con armamento nuclear que pertenece al Consejo de Seguridad de la ONU como miembro fijo. Perdemos un socio muy importante”. Sin embargo, España ha aportado más a la defensa común que Gran Bretaña.


Hasta hace bien poco la UE percibía los conflictos como lejanos a su zona de influencia. Ahora los tiene en la puerta de casa, incluso dentro. La desestabilización de Oriente Medio se ha contagiado hasta países con los que compartimos costas. Los grupos terroristas encuentran combustible en estados fallidos, algunos vecinos del sur de Europa como Libia. La administración Trump deja de priorizar Europa y la OTAN como hemos visto en la tibia reacción ante lo sucedido en Ucrania, un claro ejemplo de conflicto híbrido, y se centra en las amenazas asiáticas y su área de influencia del Pacífico y Sudamérica.


Para la UE hay un reto pendiente, dice Zacarías Hernández: “¿Cómo ligamos la acción exterior a la seguridad interior?”. Tráfico humano, terrorismo, droga… La UE ha planteado 5 escenarios posibles de desarrollo futuro y en cuatro de ellos se amplia la defensa, dejándola igual en el quinto. Europa es la segunda potencia militar del mundo en gasto (la primera es EE.UU.) y la segunda en número de efectivos (la primera es China). Sin embargo su gran reto es hacer frente a la enorme complejidad organizativa, mayor que la de la OTAN.

 

OTAN y Europa

 

Hernández se preguntó por la compatibilidad de la OTAN con la política común europea en materia de defensa. En algunos países del este no se ve dicha compatibilidad. Desde la desaparición del bloqueo británico, la Comisión Europea se ha implicado en crear estructuras de mando y control integradas. Se plantea crear grupos de combate para reforzar la capacidad de despliegue de fuerzas con financiación propia europea. Pero aún faltan capacidades que hay que desarrollar como la Cooperación estructurada Permanente o desarrollar una industria de defensa propia con una base industrial y más financiación, incentivos e inversiones en I+D+I.


El profesor de Relaciones Internacionales la UPV/EHU Noe Cornago, señaló que “Europa no puede seguir subordinada a EE.UU. y éste no puede volcarse más en la defensa de Europa”. Esto provoca preocupación en los países del Este que ven que va a ser Europa y no EE.UU: quien les defienda de Rusia.


Algunos alumnos mostraron su preocupación por esta competencia entre Europa y EE.UU. que si bien comparten intereses estratégicos y son aliados en la OTAN pueden llegar a competir en industria militar. Sin embargo el general Federico Yánez dijo que “la competencia no es negativa, como se ha visto en la industria aeronáutica entre la americana Boeing y la europea Airbus”. No se trata tanto de competir como de complementarse.

 

Cataluña, sin rumbo

 

En la clausura del curso, cautivos de la actualidad informativa, se abordó de pasada el tema del “proceso catalán” y los populismos antieuropeos en auge, como elementos contra corriente en el proceso de integración europeo.


Aldecoa considera que desde el punto de vista de la UE el desafío soberanista catalán no tiene recorrido. “Si lo tuviera sería abrir el melón de su propia desintegración”. No es comparable al Brexit porque Reino Unido es un Estado que aplica un mecanismo legal de los tratados de la Unión. Tampoco es comparable al caso escocés, porque allí había un referéndum pactado y legal. “La Unión no puede reconocer este proceso catalán y España ha hecho un buen trabajo diplomático en el seno de la UE para aclarar su posición. Sólo admitirán un referéndum estatal en el que sean consultados todos los españoles”.

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