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Lunes, 02 de Octubre de 2017 Tiempo de lectura:
Faustino Merchán Gabaldón

De nacionalismos y 'nazionalismos'

Se ha dado en llamar Nacionalismos, a lo que deberíamos denominar Regionalismos, pero ha tomado asiento, o carta de naturaleza esta denominación, ya que se persigue constituir una entidad sin carácter, es decir rasgos o valores propios, por tanto, sin identidad nacional, como nación soberana.


La Ciudad del Vaticano y el Estado Palestino son países observadores en la ONU, que forman parte de los 185 países soberanos independientes reconocidos por todos los países del mundo, y existen 10 países más que están reconocidos por algunos países, pero no por todos. Los 185 Estados Soberanos independientes reconocidos plenamente se conformaron a través de guerras, sin apenas o ninguna racionalidad, a espaldas del derecho de autodeterminación.
 

Los valores éticos y estéticos se caracterizan por su universalización, como indica la Axiología. Desde ese punto de vista, lo lógico ética y estéticamente es que en el mundo no existiera más que un solo Estado, y una sola lengua; desde la Ética Universal que proclama la igualdad del hombre, independientemente de su raza, nacionalidad, color, sexo, etc., es decir, un sólo ser humano en toda la Humanidad, desde el "tú y el yo", pero sólo desde la Metafísica, porque en el medio real se dirime continuamente el conflicto entre el "Es" y el "debe ser”.


El principio de subsidiariedad surge a través del Papa Pio XI, contra el totalitarismo, ya que éste defendía a los pequeños estados y corporaciones más pequeñas contra las agresiones de los poderosos Estados y contra su prepotencia, proponiendo una regla que permita dirimir conflictos de competencias y regular las materias en que se enfrentan, favoreciendo al pequeño, frente al poderoso. Los valores estéticos pueden aportar racionalidad, pero estos tienden a la diversidad, ya que en el mundo hay 6000 lenguas y cerca de7500 millones de personas.
 

Por ello, los nacionalismos y su círculo mediático se oponen a los valores de la Humanidad, ya que tratan de poner diferencias en la ética e imprimir uniformidad en la estética, manteniendo continuamente el pulso de la desmesura contra el Estado, por ello el nacionalismo es un contravalor intrínsecamente perverso, radicalmente mezquino y manipulador. La manipulación del lenguaje define al nacionalismo, la manipulación de la lógica, a través de la imagen que racionaliza el pensamiento humano para pervertirla, introduciendo discriminaciones odiosas y diferencias étnicas, en cuanto a rasgos arquetípicos y caracteres, así como diferencias éticas donde no debía haberlas, como es la manipulación y tergiversación del lenguaje, puesto que no debería existir más que una sola lengua para unirnos, no para separarnos, y así hasta la burda y torpe manipulación mezquina y perversa de la historia real , recreándose una historia inventada y a la medida, y también sus valores y rasgos de identidad como pueblo. Por ello los nacionalismos o regionalismos constituyen una vuelta al Medioevo. Es por ello que algunos lo escriben, aperciben y describen con zeta, como “Nazionalismos”.
 

Cabe recordar al efecto, a uno de los padres de la literatura catalana contemporánea, y el principal autor catalán, el ampurdanés Joseph Plá, en sus citas "Los nacionalismos son como el pedo, que sólo gusta a quien se lo tira" y “El catalán es un ser que ha pasado toda la vida siendo español, y ahora le han dicho que ha de ser otra cosa”.

 

La lucha por los derechos civiles y las libertades, abanderada por los sueños visionarios de Mahatma Ganhdi o Martin Luther King , aún no ha terminado, todavía tienen mucho camino, pues los nacionalismos buscan la división de las personas, y poner puertas al campo, creando fronteras en la tierra y en el pensamiento del hombre, mediante la vieja máxima “Divide y vencerás”, perversamente dirigiendo y arrastrando frecuentemente a las masas hacia la nada más absoluta, mediante un activo pequeño grupo con intereses bastardos, contra los intereses de la pasiva gran mayoría social.


Ciertamente perviven realmente las relaciones de vasallaje en pleno siglo XXI, que creíamos erradicadas y superadas, y como consustanciales  a las relaciones feudales de la Edad Media; aunque la gran mayoría no se apercibe de esta realidad, pero, eso sí, se mantienen en otras formas más sutiles, pero en el fondo perviven nostálgicamente en su pleno esplendor, y  que interfieren en el marco de las relaciones sociales, tanto en la esfera pública de las instituciones civiles y militares y la esfera privada, y fundamentalmente es en el mundo de la política donde alcanzan su máxima expresión, abundando los vasallos con amo, con sus intereses bastardos, que hace en ocasiones, encontrarse a extraños compañeros de cama, y frecuentemente son utilizadas como arma estratégica, fundamentalmente por los mediocres, para medrar, ya que suelen carecer estos de dignidad, constituyendo en la actualidad un valor medieval en alza, por tanto no nos hemos movido mucho de esas posiciones del Medioevo, aunque eso sí, curiosamente, estemos tecnológicamente avanzados.


En definitiva, el orgullo de pertenencia a una región o nación, a determinado grupo humano,  forma parte de la naturaleza humana, y hasta deseable, pero todo tiene unas medidas o dosificaciones.

 

Nacionalismos o regionalismos racionales, ¡Sí! , pero excluyentes, aldeanos, fanatizados, viscerales, radicales o extremistas, ¡No!
Pero aunque algunos sean duros de cerviz y/o de magín, indiscutiblemente, hay algo que nos iguala a todos, y se olvida frecuentemente, La muerte. Es el final común, como el nacimiento. Nos iremos como vinimos, desnudos y solos.

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